V E I N T I S I E T E

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Finalmente mi madre había cedido y después de que el cielo obscureció todos nos marchamos a la feria.
Me había colocado un abrigo de felpa que a Jungkook parecía fascinarle tanto que a cada minuto volvía a acariciar la tela y luego me abrazaba.

-Eres como un osito- dijo y yo reí, subiendo rápidamente a un asiento de una larga fila en una gran montaña rusa.

Jungkook me siguió, tomó el lugar a mi lado y nos colocamos el cinturón de seguridad. Luego el chico volvió a dejar un beso en mi mejilla y sabía cuánto amaba los detalles como esos, así que le correspondía. Tomé su rostro entre mis manos y le regalé un gran beso en los labios. Uno que lo satisfaga hasta que estuviéramos de vuelta en tierra.
El monstruo mecánico comenzaba a rugir y a moverse lentamente y yo brinque en mi lugar, tomando la mano de Jungkook a prisa y estrujándola con fuerza entre mis dedos.

-¿Tienes miedo?- me preguntó risueño.

-Si, calla, no me hagas hablar- le rogué.

Cuando estaba en una montaña rusa solía asustarme tanto que no era capaz de hablar ni de escuchar que me hablen, tan solo quería quedarme muy quieta hasta que el peligro acabara.

-Oh mira, es Jake Goodwin- señaló mientras subíamos más y más alto- ¡Hola Jake! ¡Hola!- movió la mano para saludar desde arriba a ese chico de la clase de arte con quien Jungkook se llevaba bien pero yo no era capaz de voltear la mirada.

-Salúdalo, nena- soltó una risita infantil y rodeé los ojos. Sabía que Jungkook notaba mi terror y se aprovechaba de eso para mofarse.

-Ese pillo vino con Sabrina Brooks, sabía que no tardaría en caer- parloteó mientras se asomaba a un lado para ver al mencionado y su cita.

-Jungkook, deja de... compórtate, te caerás- le reclamé con un gruñido. Parecía un niño inquieto pero antes de que pudiéramos decir algo más el juego se detuvo.

Mi corazón se hizo tan duro como una roca al notar que estábamos en los más alto de la montaña y en solo un par de segundos más íbamos a caer tan rápido como la gravedad nos lo permitiera.

-Ay agarrarme- supliqué y me aferré al brazo de Jungkook quien carcajeo a lo alto.

-Te agarro todo lo que quieras, cielo- susurró al abrazarme y apreté los dientes al momento en que sentí que caigamos en picada a una velocidad inhumana. Todos gritaban, pero mis gritos sobresalían del resto. Eran gritos de terror, como si estuviera muriendo. Por su parte, Jungkook levantaba las manos al aire y aullaba como un idiota.
No fue hasta que llegamos a tierra, cuando finalmente pude recobrar el aliento a medias y una lagrima rodó por mi mejilla.

-¿Estás bien?- el chico carcajeó y me arrastró de la mano para alejarnos de ese juego mecánico.
No pude responder pero no fue necesario. Estaba temblando y Jungkook lo notaba

- Tranquila, ya pasó el peligro- me dijo con una risita, sacándose el abrigo para envolverme con él y acercarme a su cuerpo. Convirtió ese abrazo en un capullo y su perfume me rodeaba por doquier. Era lo más delicioso que podría haberme sucedido y tenía un toque de cariño inigualable. Jungkook estaba enamorándome bastante con ese simple abrazo y me permitió quedarme ahí, entre sus brazos, hasta que deje de temblar y recobré la calma.

-Hueles rico- murmuré hechizada cuando finalmente nos separamos un poco. Jungkook besó mi mejilla y sonrió.

-Tu igual- me dijo. Luego entrelazó su mano a la mía y seguimos nuestro camino.

Le devolví su abrigo porque la noche era fría y no quería que se resfriara por mí.
Nos encontramos con mis primos cerca de un puesto de salchichas y Jungkook compró una grande.
Yo no tenía apetito. Aún sentía que mi estomago estaba al revés después de haber estado en esa montaña rusa de locos. Así que tan solo esperé hasta que nos acercamos a otro juego distinto.
Era un juego que requería de fuerza. Compuesto por una torre de muchos colores y un gran mazo con el que golpearían la base para que la palanca subiera hasta lo alto.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora