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Matteo.

M: Claro, me levanté, sujete mis cosas y me cambié de lugar, estaba en el centro de los tres asientos, era extraño el de la ventanilla estaba vacío.

S: Me da permiso por favor. Ese acento mexicano hizo que mi corazón empezará a ir a mil por segundo, ¿Era posible que compartiremos asiento?.

Cuándo gire para ver si era el mi mirada chocó con la suya, formando una linda sonrisa en ambos rostros.

S: ¿Me puedes dar permiso por favor?. Volvió a repetir, solo que esta vez con un tono más dulce.

El señor de lado mío le dio paso, seguido de mi, solo que el no pasó.

S: ¿Podría cambiarte el lugar?, No soy muy fan de la ventanillas. Solo asentí con la cabeza, sujete mis audífonos y mi teléfono para que no se me cayeran y cambie de lugar, para que el tomara asiento.

El avión había despegado y yo necesitaba dormir y si no lo hacia consciente, lo haría inconscientemente, agarre la manta que Benicio me dio, ya que el sabia que la necesitaría. 

Al cubrirme con ella tape un poco de la pierna de Simón, así que acerque mi mano y la coloque sobre la de su pierna, recibiendo como contestación su mano sobre la mía, entrelazó mis dedos con los suyos. Recargue mi cabeza sobre su hombro y caí dormido. 

Al despertar aún faltaban unas horas para aterrizar. Cuándo lo mire el era el que estaba dormido, con su cabeza agachada hacia enfrente, como cuando te quedas dormido en la peda.

Tome su cabeza y la recosté en mi hombro, el se movió para acomodarse, para así seguir durmiendo.

Cuando despertó aún faltaba una hora para aterrizar, el despertó.

S: Hola, ¿Qué hora es?. El señor de al lado cuando vio que nos hablábamos con tal naturalidad comenzó a hacer gestos raros.

Señor: Perdón que me entrometa, pero ¿El es tu padre?. Dijo sin vergüenza alguna.

M: No, para que el fuera mi padre, tuvo que embarazar a mi madre a los 8.

Señor: ¿Entonces son pareja?. Dijo con una notoria sensación de asco.

S: Si.

M: No. Nuestros ojos se juntaron, era algo raro, ¿Nosotros una pareja?. Es algo que aún no está predicho.

Ambos contestamos al instante, creando una notoria duda en el rostro de ese hombre.

Señor: Claro, no importa, solo no se besen en público, pueden verlos niños, y sus cosas no las comenten, suena deplorable. Esos comentarios no le gustaron mucho a Simón, se veía como lo incomodaba, el intento decir alguna cosa, pero solo puse mi mano en su pierna, para llamar su atención y decirle que no valía la pena.

Cuándo aterrizamos, el seguía sujetando mi mano, pocas veces hablamos, ya que con cada movimiento que el avión hacía en vano me asustaba, haciendo que lo abrazara con más fuerza.

S: Listo, llegamos. Se acercó a mi oído. Bienvenido a México. Lo último lo dijo un poquito más suave. Bonito. Beso mi mejilla y se separó. Espero volver a verte.

M: Algo me dice que pasaremos mucho tiempo juntos.






        

 

Solo Tuyo | Sitteo | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora