AMAIA:
Son las cuatro de la mañana cuando, por fin, consigo cerrar mi maleta. Me siento satisfecha de haber conseguido tal proeza después de más de cinco intentos. Pero también me invade la desilusión. Se termina la época más importante en la última década de mi vida. Y son sensaciones tan opuestas que me generan una inquietud inusitada para mí. Cuando mañana, bien temprano, tome el tren a Madrid, todo se habrá terminado y, casi con toda seguridad, nuestros caminos nunca se vuelvan a juntar.
Mi frase estrella en todos estos meses ha sido: "Somos inevitables". Y lo vamos a ser toda la vida. Nadie va a poder borrar lo que ha pasado entre tú y yo. Y me quedo con eso, con el buen recuerdo que has dejado bordado en mí. No necesito más. No me importará oír palabras necias sobre ti, porque sé que son mentira. Y también sé que eres responsable de que yo haya sido capaz de volver a sentarme delante de un piano.
Pero no me puedo quedar solo con eso. Con sigilo abro la puerta, y me dirijo hacia el estudio. Hay luz. Y eso me sorprende. Allí estás sentado en la mesa de mezclas, jugueteando con todas las pistas de grabación del disco. Carraspeo, y te giras casi con el susto todavía dentro del cuerpo.
—Deberías estar durmiendo —me dice sonriéndome—. Mañana tienes que viajar. Yo ya me iba a ir a la cama...
Son palabras vagas, que buscan terminar aquella conversación que los dos sabemos que hay que tener, pero deseamos no hacerlo y que esto se prolongue un poco más. Nos conocemos lo suficiente como para empezar a contar mentiras en este preciso instante. Me siento a tu lado, te miro fijamente, tratando de que te grabes bien, dentro de mi retina.
—Esto va a permanecer siempre —me dice Alfred con los ojos cerrados—. ¿Lo sabes, no? Es por lo que me has dicho antes sobre...
—Sí, lo entiendo.
—Pase lo que pase, la historia no se puede borrar. Ya forma parte de un disco, que era lo que tú querías.
Me gustaba oír de tu boca lo que yo pensaba. Era algo que me ponía de buen humor siempre que lo hacías. Pero en tus palabras, hay cierta sensación de tristeza. Sé que para ti tampoco va a ser nada fácil que yo me vaya. Hemos creado un vínculo demasiado especial. Y, no voy a mentir, yo no sé si estoy preparada para marcharme.
—Llevo días dándole vueltas a muchas cosas. Y todas confluyen en ti, Amaia.
—¿En mí? —pregunto con cierta sorpresa—. No me lo esperaba.
—No te voy a mentir. Cuando llegaste aquí, yo tampoco esperaba nada de lo que ha pasado —y se encogió de hombros mientras lanzaba una sonrisa al aire—. Lo único que quería era hacer el disco cuánto antes y acabar todo rápidamente. Pero el destino, la casualidad o lo que sea, tenía otros planes para mí. Y ahora no sé si estoy preparado para terminar con esto.
Escuchar todas esas palabras de sopetón, me dejan totalmente aturdida. Siempre te he percibido muy cerrado respecto de tus sentimientos. Y no esperaba que esta noche fueras a tener este tipo de revelación, no te quiero engañar. Tu mano se entrelaza con la mía y tus ojos están bien clavados sobre los míos. Brillan como nunca. Al final, nunca has dejado de ser luz, chico.
—Estoy asustada —confieso sin miramientos.
—Yo también —dice entre susurros—. Y es la primera vez que me pasa.
Me da miedo todo lo que se viene por delante. Siento que me voy a volver a dejar llevar por todo lo que no debería en cuánto salga por la puerta de casa y tú ya no estés a mi lado para recordarme lo que yo deseo en mi vida. Y eso me paraliza, me tienta pero me asusta. Vaya contradicción. ¿Cómo se supone que me voy a mostrar ante el mundo? ¿Mujer fatal o como soy en la intimidad?
ESTÁS LEYENDO
Promesas que no valen nada
Fanfiction"Nuestro futuro depende de cómo entendamos nuestro pasado". Amaia Romero y Alfred García son, respectivamente, la cantante de éxito mundial y el productor de moda. Alfred es definido por todas las personas con las que ha trabajado como despiadado...