AMAIA:
Llego al estudio de grabación más de un cuarto de hora antes. Si él se va a implicar, al menos tendrá que ver algo parecido por mi parte. Tengo sueño, ayer no me dormí hasta altas horas de la noche. Solo de pensar en que no tenemos nada para presentar, me pongo nerviosa, no atino a cavilar con claridad. Y creo que él también está inquieto, porque hasta ahora su trabajo había sido fácil. Era un cretino pero sabía lo que se hacía y eso me transmitía un poco de seguridad en lo que podía pasar.
—Es la primera vez en el tiempo que lleva aquí que llega pronto —oigo su voz desde la pecera en que se graban las voces—. Veo que se lo está tomando en serio.
No, el carácter que ayer parecía un poco más blando, no ha cambiado en absoluto. Veo como viene hacia la sala de mezclas, donde hemos pasado encerrados la última semana. Reconozco que salir a la calle y relacionarme con otras personas ayer me ha venido muy bien, no para cargar las pilas completamente, pero sí para pensar con una mayor claridad. Puede que no nos soportemos, pero los dos somos grandes profesionales en el mismo campo. Quizás solo necesitamos llegar a un punto de entendimiento. Veo como se acerca con un folio en blanco y un boli... ¡otra vez, no, por favor, ten un poco de piedad! Me lo deja delante de mis narices, como lo he tenido todos estos días.
—¿Y bien? —y alza su ceja derecha la cual tiene mucho menos pelo que la izquierda, no es demasiado importante pero cuando llevas encerrada tanto tiempo todo te parece vital—. ¿Ya se le han caído las ideas de maduras o todavía tenemos que esperar un poco más?
No contesto, miro casi con pavor el folio en blanco. Miriam me había contado que cuando llegó había tenido problemas serios con el bloqueo, pero que gracias a su dureza y perseverancia había sido capaz de superarlo. ¿Era, acaso, esta mi prueba personal de superación? Aitana, por su parte, me había dejado caer que como no le entrara por el ojo en el primer encuentro nunca lo iba a conseguir. Estaba realmente asustada, mi futuro dependía de él. Y él, por su parte, parecía como si no pasara nada. Aunque ya me había dejado claro que solo era un trabajo más.
—No se me ha caído nada, pero...
—Bueno, entonces tendremos que mover un poco el árbol —dijo con un hilo de voz—. Solo le pido una cosa. No se mienta más. Busque en su pasado lo que fue tan doloroso como para dejar de escribir canciones. Y rompa con ello.
Se me queda mirando. Ay, si tú supieras, majo. En realidad mi pasado es una sucesión de errores catastróficos desde lo que yo denomino "la putada del siglo". Nunca había hablado de ello con nadie, ni siquiera con mi hermana. Así que espero que este no tenga la tentación de empezar a jugar a ser psicólogo además de productor porque me parece que vamos a terminar demasiado mal.
—Pero todavía tenemos una semana que aprovechar —y se sienta a mi lado—. ¿Qué busca usted con ese disco?
Me encojo de hombros. No tengo la respuesta correcta. Hace mucho que no tengo respuestas correctas para nada de lo que esté directa o indirectamente relacionado con el sonido que busco. En mis tres primeros discos había conseguido exactamente lo que yo quería y después había perdido esa capacidad, no sé si porque las musas me habían abandonado o porque había sido más fácil dejar que otros buscaran ese sonido por mí; claro que el único sonido que les gustaba era el de la caja registradora llenándose.
Tenía una manía todas las noches, escuchaba sus discos. No había uno igual que otro. Y eso me gustaba. Porque podría decirse que no iba a negarse a hacer nada, excepto que fuera demasiado comercial y eso lo tenía claro. No buscaba algo con lo que reventar las listas de ventas pero no sentirme representada. No, esa etapa estaba cerrada. O por lo menos eso quería creer.
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Promesas que no valen nada
Fanfiction"Nuestro futuro depende de cómo entendamos nuestro pasado". Amaia Romero y Alfred García son, respectivamente, la cantante de éxito mundial y el productor de moda. Alfred es definido por todas las personas con las que ha trabajado como despiadado...