AMAIA:
El olor a mar, inunda mis fosas nasales mientras comienzo a despertarme. Llevamos apenas tres días en Menorca, pero puedo decir que ha merecido la pena la locura de hacer un viaje tan así. Sin preguntarte ni nada. Simplemente montándote en un avión y logrando que todos tus males desaparezcan, aunque solo sea de manera momentánea. Tu respiración es acompasada, por lo que doy por hecho que todavía estás dormido.
También me gusta mucho que estás recuperando ese sentido del humor que a veces me cuesta tanto entender y, en otras ocasiones, lo pillo al vuelo. Me siento en una plenitud, sin ningún precedente en mi vida. Podría gritar a los cuatro vientos lo feliz que soy y nadie podría acusarme de estar diciendo una sola mentira. Sé que estamos en el camino adecuado, que ahora eres tú el que me necesita ahí, especialmente cuando volvamos y te encierres de nuevo en el estudio. Sé que este disco te está llevando más esfuerzo del que hubieras previsto, pero terminarás disfrutándolo. Te conozco.
Estábamos en un paraíso artificial pero que, por las próximas dos semanas, iba a ser nuestro nuevo lugar. ¿Cuál era el nombre exacto de esto? Era algo así como una luna de miel anticipada. Sonreí, mientras noté como empezabas a tratar de abrir tus ojos.
—Buenos días, dormilón —dije, mientras dejaba caer mi dedo por su nariz—. ¿Ya es hora de levantarse, no?
—¿Qué hora es? —me pregunta totalmente adormilado.
—Algo más de las doce de la mañana.
Teníamos miles de planes, sobre lo que teníamos que hacer y ver en la isla. Alfred la conocía lo suficiente como para saber por dónde no teníamos que poner un pie, si lo que buscábamos era pasar totalmente desapercibidos, aunque ya había algún que otro rumor, no confirmado, sobre nuestra estancia en la isla.
—¿Llevas mucho despierta?
—No, no mucho —respondo mientras choco en un beso de esquimal nuestras narices—. Pero sí lo suficiente como para ver que te han cundido estas horas de sueño. Ya te las ibas mereciendo, ¿no?
Las semanas anteriores, se habían convertido en algo así como un infierno particular para sus horas de sueño. No conciliaba el sueño más de tres o cuatro horas seguidas. Y, aunque su terapeuta nos repetía de manera constante, que la falta de sueño podía suceder al ir abandonando la medicación de manera definitiva, yo estaba sumamente preocupada. Así que estas vacaciones, me encargaría personalmente de que fueran una recarga absoluta de pilas para él.
Después de que se tomara su tiempo para levantarse de la cama, dónde a mí me habría gustado también quedarme el día entero, nos fuimos a dar un paseo por la playa antes de ir a comer a su restaurante favorito. No me pasaron desapercibidas algunas de las miradas que nos echaron. Nos pidieron algunas fotos que rogamos que no fueran publicadas hasta que nos fuéramos de la isla. Y, de momento, no había nada de lo que lamentarse. Necesitábamos esta intimidad para los dos, después de todo son nuestras primeras vacaciones juntos y queríamos disfrutarlas plenamente.
—El otro día, me dijiste que si quería contarte algo... —comenzó diciendo Alfred en un tono demasiado dubitativo.
Todas las dudas me asaltaron. Quizá me quería plantear lo que iba a pasar después de que terminara de grabar el disco. Daba por hecho que habría una gira. Pero no creo que eso supusiera tanto halo de secretismo. Estaba realmente nervioso. Lo supe por la manera en que jugueteaba con sus manos.
—Tranquilo. Después de todo —comenté sonriendo mientras esperábamos que el camarero nos trajera los platos que habíamos pedido—, no hay nada que me pueda asustar ya a estas alturas de mi vida, te lo puedes creer, en serio.
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Promesas que no valen nada
Fanfiction"Nuestro futuro depende de cómo entendamos nuestro pasado". Amaia Romero y Alfred García son, respectivamente, la cantante de éxito mundial y el productor de moda. Alfred es definido por todas las personas con las que ha trabajado como despiadado...