ALFRED:
Has conseguido dar un paso de gigante al confiar en mí, pero en apenas una semana has retrocedido demasiado. Te has encerrado, nuevamente, en tu caparazón y has vuelto al bloqueo, y no lo comprendo porque lo estabas haciendo genial. Pero no me puedo detener. Así que decido que vamos a empezar a buscar el sonido con las más de veinte letras que, más o menos, ya tienes más maduradas aunque tú sigas repitiendo como un papagayo que son mierda. A mí me parecen espectaculares, claro que en comparación con lo anterior, tampoco tenía mucha dificultad que algo pareciese fuera de lo común.
—Esto es una jodida mierda, no sé qué le ves de especial.
—Vale, todo es una mierda y todo es tan negro que no vale la pena seguir. No sé muy bien qué hacemos aquí... no me lo explico.
Siento que estoy a punto de caer junto a ti en el bucle de la compasión y la frustración a partes iguales. Tus repetitivos "esto es una mierda", me martillean las sienes. Incluso, me atrevo a decir que sueño con ellos, y no hay cosa que me moleste más. Debes ser la persona más negativa que he conocido en los últimos años dentro de este estudio, y eso me jode. Porque creo que solo salen palabras negativas por no asumir lo que te pasa. Los dos hemos abierto la caja de Pandora de nuestras vidas pero, sinceramente, si eso consigue limitarte en tu trabajo, definitivamente, es que no has superado nada.
Además, tengo otra preocupación. La casa discográfica ha vuelto, a tocarme un poco más los cojones. Hace un par de días me llego la citación para un acto de conciliación con el objetivo de dar por finalizado el contrato... y resulta que les tengo que pagar un pastón, aunque mi abogado dice que esté tranquilo, que él está bien seguro de las cláusulas, y solo rezo para que así sea, porque no tengo tanta pasta. En realidad, aunque la gente cree que soy millonario, me gusta vivir con lo justo, con lo que verdaderamente necesito.
—Tú dirás lo que quieras pero esto es...
—Una mierda, sí, ya lo sé, creo que vas a quemar la frase —digo mientras ella blande unos papeles y tacha compulsivamente con un bolígrafo—. A mí me parecen buenas, no sé cuál es tu empeño en toquetearlo todo. ¿No crees que a lo mejor el problema es que no lo cantas con una base debajo y eso hace que te parezca una mierda?
—Bueno, vamos al piano —me dices dando saltitos como una niña pequeña.
—Pues hala, ya puedes sentarte. Que tengo ganas de escucharte.
Y me siento en el pequeño sofá que he colocado justo en la pared que queda enfrente de las teclas. No puedo seguir haciéndote todo el trabajo. Ahora vas a tener que aprender a convivir con tu pasado. Porque, te guste o no, es el que tienes. A mí tampoco me apasiona el mío, y convivo con él como buenamente puedo. Y si yo lo hago, tú lo tendrás que hacer. ¿O esperas que yo toque el piano por ti cuando salgas de gira?
—¿No estarás pensando que me voy a sentar aquí sola, no? —y su tono denota sorpresa por el cambio en el trabajo.
—No. Yo había pensado en llamar, por ejemplo, a tu profesor del conservatorio, a ver si tenía un hueco libre para convertirse en tu pianista de cabecera —dije con tono sarcástico mientras me sentaba—. ¡Pues claro, Amaia, toca!
Te acercas, cierras los ojos, suspiras. Vamos, lo normal cuando tratas de hacerlo por tu cuenta. Te tengo más que calada, querida. Me vuelves a mirar, quizás esperando que vaya corriendo a tu encuentro por si te rompes una uña o algo parecido, pero hoy no es tu día de suerte. Te sientas. Me miras de reojo. Disimulas fatal, y me sonrío para mis adentros. Vas mejorando, al menos ya eres capaz de sentarte sin pensar que se te van a salir los pulmones por la boca, mini punto para ti.
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Promesas que no valen nada
Fanfiction"Nuestro futuro depende de cómo entendamos nuestro pasado". Amaia Romero y Alfred García son, respectivamente, la cantante de éxito mundial y el productor de moda. Alfred es definido por todas las personas con las que ha trabajado como despiadado...