AMAIA:
Por fin, hemos terminado de grabar el disco de Aitana. A veces me pregunto cómo Alfred es capaz de aguantar este proceso más de dos veces por año. Yo he tenido uno, la primera toma de contacto y podría decir que ha sido un desastre seguido de otro de mayores proporciones. Pero él parece más que satisfecho con el resultado, aunque yo soy incapaz de entenderlo. Él me dejó claro que era lo que ella esperaba que nos gustara a los dos, pero no lo que la gusta a ella. Esas palabras no dejan de danzar en mi cabeza.
—Todavía estás dándole vueltas a lo que te dije el otro día, ¿o me equivoco?
La pregunta, mientras está sentado en la mesa de la cocina, haciendo tachones sobre sus nuevas composiciones, me saca de mis pensamientos. Tan absurdos, pero tan penetrantes al mismo tiempo. Me siento un poco idiota por no poder dejar de pensar en ello. ¿Conmigo tuvo más paciencia porque sabía que, en algún momento, iba a ser consciente de que no estaba yendo por el camino correcto?
—No puedo dejar de pensar en ello —dije soltando todo el aire que retenía en mis pulmones—. Y no soy capaz de entenderlo. Especialmente según eres tú.
A esa misma pregunta, yo le había sumado otro interrogante. ¿Habría sido capaz de tener una relación conmigo si yo no hubiera hecho el disco que, finalmente, hicimos juntos? Esa también era una duda que me asaltaba con frecuencia. Porque aunque yo me había convertido en lo que quería ser, era, en parte, lo que él había estado esperando de mí desde que crucé por primera vez el estudio.
Y eso era algo que se estaba convirtiendo en una losa, tanto que había empezado a actuar de manera extraña con él. Yo era así. Me alejaba de lo que consideraba la fuente de mis problemas con tal de no saltarle cualquier bordería. Aunque Aitana, por suerte, desapareció de nuestras conversaciones desde el mismo día que salió por la puerta.
—¿Según soy yo? —me preguntó mientras enarcaba su ceja y sonreía—. ¿Me estás diciendo que soy un bicho raro?
—No, no... Pero no sé. No soy capaz de comprenderlo en profundidad.
—¿Y qué es lo que quieres comprender?
Alfred, a veces eres demasiado lento. Y otras, como en este caso me temo, te encanta jugar conmigo al gato y al ratón. Pues, chico, ¿qué crees que voy a querer comprender? ¿Cómo funciona la física cuántica o algo parecido?
Pues no. Quiero comprender porque a mí me las hiciste pasar putas cuando sabías que no estaba haciendo lo que yo quería sino lo que tú esperabas, y ahora con ella actúas así. Me froto las sienes y me siento con urgencia a tu lado. Sonríes, sabes que ya no hay vuelta atrás y que voy a tener verborrea incontrolada a partir de ese instante.
—La has dejado irse sin ser sincero con ella —solté finalmente después de mucho pensar mis palabras con tal de ser un poco educada, aunque ya nos conociéramos.
—Bueno, no sé. No soy su tutor, ni su profesor —confesó mientras cerraba los ojos y asentía—, solamente soy su productor. Y tú también. Tú podrías habérselo dicho también.
¡Pues claro que somos sus productores! Y aunque los dos habíamos quedado más que satisfechos con el trabajo realizado y las críticas de la casa discográfica lo ponían por las nubes, sabía que para ti había sido un trabajo más. Aburrido, sin sentido y con pocas ganas de hacer cambios, aunque ella hubiera aportado todo lo que llevaba dentro.
—¿Y cómo se supone que sueltas esas cosas sin herirla? —pregunté con cierto enfado ante la situación—. Tú siempre has sido, bueno...
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Promesas que no valen nada
Fanfiction"Nuestro futuro depende de cómo entendamos nuestro pasado". Amaia Romero y Alfred García son, respectivamente, la cantante de éxito mundial y el productor de moda. Alfred es definido por todas las personas con las que ha trabajado como despiadado...