Capítulo XLVI

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AMAIA:

La visita de mi madre me había dejado más tranquila. En cierta manera, era la confirmación efectiva de que esta vez me iba a dejar equivocarme sola. Y que no pasara lo que pasó cuando todo con Gustavo se terminó. Todavía recuerdo como hablaba de mal bache y que, por supuesto, todo se terminaría solucionando con una buena conversación. Justo lo que yo estaba pensando en tener con él cuando me lo encontré en aquella situación tan estúpida.

Pero tenía otro motivo de preocupación, aunque no se lo hubiera dicho a Alfred, que bastante preocupación tenía con su atasco con la canción que era uno de los primeros temas del disco. La tarde anterior, le había mentido y le había dicho que debía volver a casa a por algunas cosas básicas. Lo hice, pero también me reuní con mi abogada después de que me fuera notificada una demanda.

Y no era una demanda cualquiera. No podía serlo de ninguna de las maneras. A él, por lo que me habían comentado, le estaban intentando sangrar y conmigo iban por el mismo camino. Me estaban pidiendo una cantidad ingente de dinero por romper el contrato, otro monto más que importante porque faltaban dos discos para finalizar la cantidad pactada en la renovación del contrato y, finalmente, una penalización exorbitante porque Alfred me hubiera fichado en su casa discográfica.

Carmen, mi abogada, estaba convencida de que podíamos salir sin un solo rasguño y sin tener que pagar un solo duro. Pero a mí solo me preocupaba lo que podía suceder con él. Sabía que un mal golpe a estas alturas podía hacer que todo su proyecto vital construido hasta este instante se fuera a la mierda. Y de ahí íbamos a tardar en salir.

Alfred, por su parte, no había hecho demasiadas preguntas. Pero sabía algo. ¡Claro que lo sabía! Aunque, por otro lado, agradecía que no hubiera hecho preguntas porque soy totalmente incapaz de mentirle. Y aunque ahora trato de poner buena cara, eso tampoco se me da bien. Así que cuando rompió el silencio mientras seguía enfrascado en el piano y yo observaba lentamente, casi lo agradecí en silencio.

—¿Cómo fue ayer todo por la tarde? —me preguntó mientras volvía a tachar nuevamente en el papel lleno de borrones.

—Bien, ya sabes que estuve por casa. Todo bien, como siempre, supongo.

Levantó la cabeza con una sonrisa ladeada. Primer gesto de que sabía que no le estaba contando la verdad, al menos no completamente. Pero le conocía lo suficiente como para saber sobradamente que me estaba dando cancha para que fuera yo la que le soltara la verdad sin miramientos, pero sentía que era un poco de traición hacia él.

—No hace falta que me ocultes nada —dijo mirándome fijamente—. No soy un niño pequeño. Sé que estamos metidos en un buen lío.

Él, a su vez, tampoco había compartido demasiado de su embrollo legal conmigo. Y estaba segura de que su situación era mucho más complicada que la mía, máxime después de haberse convertido en un sacacuartos para aquellos buitres. La había cagado y a lo grande después de ganarles una demanda. Aunque había conseguido su libertad y eso era la mejor parte de todo lo que había obtenido.

—Ayer, por la tarde, estuve reunida con mi abogada.

—Lo imaginaba.

No hay tono de ningún tipo en sus palabras. Un tono muy neutro. Extraño. Me revuelvo sobre aquel taburete, esperando que siga preguntándome. Pero se hace el silencio. Y éste no es nada cómodo. Por más confianza que exista entre nosotros, hay algo que no se esfuma nunca, y es que los silencios cuando se habla de ciertos temas sigan siendo incómodos, y este es muy incómodo.

Me sentía culpable de todo lo que estaba pasando. No lo podía evitar. Aunque mi abogada me hubiera dicho que era habitual que la compañía no quisiera dejar escapar a sus dos proyectos estrellas. ¿Qué podía esperar cuando me fui? Había sido tan ignorante que pensé que se cerraba la puerta, me largaba y ya estaba. Pero no, no todo podía ser un mundo de color y fantasía. No todo en la vida era un camino fácil. Y estaba dolida por todo lo que estaba teniendo que volver a vivir Alfred.

Promesas que no valen nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora