Volumen Dos: Reinos en Armas - Tercera Parte

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—Estuve ahí durante el funeral del diplomático León —comenzó a narrar Lisa.

—¿Cómo? —preguntó impresionado Garren.

—Ventajas de vivir al lado de la misma Ciudad Imperial, y de haber entendido las diferentes políticas de Creación.

—Nada que ver con tu manejo de la hechicería del Sol, supongo.

—Esta vez no —sonrió la mujer—. De todas formas, lo importante fue lo que vino después del funeral.

—¿Ah sí?

—Aceptaron la invitación del consejo, en vez de llevar al anciano de vuelta a sus tierras. Encendieron la hoguera en los jardines del Palacio Imperial. Nadie había podido detener a Hakon o los otros Lobos Blancos, que se habían retirado del edificio y la ciudad dejando algunos guardias muertos en su camino... aparentemente tenían un plan de escape listo.

Después del funeral, los Leones no ocultaron sus intenciones. Aunque no lo dijeran como tal, se entendía en sus voces y se veía en sus caras. Quieren venganza.

La información de su reino tardó un poco en llegar, pero llegó. El mismo Erick Bendig eligió a su hija, Ellery, para la tarea. Partirá en cualquier momento junto a la escolta que su padre disponga y a un contingente de escuderos y discípulos.

—Pero es una sacerdote, sin experiencia militar. ¿Realmente el León la enviará a...?

—Matar a Hakon Finn —interrumpió Lisa—. Sí, eso está decidido.

—La primera misión de una joven sacerdote es enfrentarse a un guerrero gigante, reconocido en toda Creación por su brutalidad, fuerza y experticia con las armas. Si fuera cualquier otro Reino en vez del León, pensaría que se han vuelto locos o estúpidos.

—Bueno, no es el titán más alto...

—Diez o cincuenta centímetros, todos miden más de dos metros y tienen el doble de músculos que una persona normal, al menos. Los Leones tendrán que usar toda su estrategia disponible... y muchísimos soldados.

—¿Hacen otra cosa? Recuerda que el Lobo Blanco también tiene cierta... estrategia...

—Bueno, tienen un ejército.

—Y seguramente el mismo Hakon lo comandará, y si no es él, será alguien de su confianza.

—Hakon no confía en nadie. Los titanes lo consideran un salvaje por su familia, los salvajes lo consideran un titán por su tamaño. Está solo... y eso es lo más peligroso para los Leones. No elegirá a alguien de confianza, elegirá a alguien eficiente... si es que no se presenta él mismo.

—Hm... Es más inteligente que otros titanes. Ahora que lo dices, seguramente no irá él... si es que se entera de que es la primera misión de Ellery.

—Cierto, pero ni siquiera tiene que enterarse. Si no sabe quién es su oponente, no se esperará nada, y lo recibirá como... bueno, como los Lobos Blancos reciben a cualquier amenaza.

—Con su acero más afilado y sus golpes más furiosos.

—¿Qué nos esperamos de un reino cuya diplomacia es clavar hachas en tronos?

—Su estrategia ha demostrado ser bastante efectiva. Recuerda los saqueos de solsticio, las peleas en su frontera... su presencia en peleas de bares...

—No me lo recuerdes.

—¿Qué nos queda por hacer ahora?

—Percy ya se retiró a... a lo que sea que sea su próximo trabajo... no hemos encontrado otra taberna desde que salimos de la última con él... sólo nos queda esperar, ver qué pasa con la batalla, y seguir vendiendo la información a los que mejor nos paguen.

—Los tiempos han mejorado para nosotros.

—Sin duda, mi buena amiga, sin duda. Hacía tiempo que no tenía tantas ofertas de trabajo sin tener que desenvainar mi estoque.

—Lamento decir que el estallido de una guerra sería lo mejor que podría pasarnos... —y mirándose a los ojos, ambos mercenarios estallaron en carcajadas.

Fin de la tercera parte del volumen dos

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