Volumen Nueve: Imperio - Cuarta Parte

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—Cerveza de trigo, por favor —dijo Burke Erbey, sentándose en la barra de una taberna de la Ciudad Imperial.

—Quieren nuestra ciudad y ahora nuestra cerveza —comentó alguien pasando cerca.

—Sigo siendo un paladín —respondió él sin voltearse, pero llevando la mano derecha al mango de su espada enfundada.

Los clientes comenzaron a alejarse, algunos incluso a retirarse, mientras Burke bebía solo. Cuando ya iba por la tercera jarra, alguien se le acercó lentamente.

—Discúlpeme...

—¿Qué van a decirme ahora? —preguntó volteándose molesto, sin siquiera fijarse en si la persona que le hablaba era un hombre o una mujer.

—Quería preguntarle qué tal le parece la cerveza de trigo del imperio comparada con la del Reino del Sol —resultó ser lo segundo. Una joven con largo cabello castaño hecho dos trenzas, lentes, un atuendo dorado sumamente elegante y claramente de la mejor artesanía, y mirada tan inocente como curiosa.

—... No tan buena, pero no mucho peor, para nada... —volviendo a mirar al frente, el paladín soltó el mango de su espada y volvió a su trago.

—¿Te importa si me siento a tu lado, paladín?

—Adelante... y con Burke es suficiente.

—Gracias, Burke. Soy Madelaine.

—Un gusto —al terminar de decir esas palabras, terminó también su trago.

—Dos cervezas de trigo, por favor —pidió la joven.

—Gracias.

—No hay por qué... aunque sí quisiera preguntarte algo, si no te molesta...

—Lo estaba esperando, la verdad.

—Oh, lo lamento si...

—No te preocupes, adelante.

—¿Qué dicen los paladines sobre el asedio a nuestra ciudad?

—Nada especial. Uno o dos tontos hablaron sobre reclamar el Imperio del Sol, pero el mismo Garnet los hizo callar... y nadie quiso volver a decir nada. Sólo estamos siguiendo órdenes.

—¿También Aldous Kendrik estaba siguiendo órdenes? —en ese momento sólo la curiosidad se quedó en su voz, pues la inocencia acababa de desaparecer de golpe. "El mismo acto de cualquier diplomático, ¿no sabrá que Érika Erbey es mi hermana?".

—¿Qué hizo Aldous ahora?

—Mató a una joven en la plaza.

—¡¿Qué?!

—Él y algún tonto de mi familia, creo que es mi primo, decidieron batirse a duelo después de una discusión. La novia de este familiar mío les gritaba y trataba de separarlos, hasta que tuvo la horrenda idea de lanzarse en medio de la batalla... y así evitar que una estocada de Aldous alcanzara a su amado.

—¿Cómo está ella? ¿Qué pasó después? —el paladín dejó el puñado de estrellas que logró sacar del bolso en su cintura sobre la barra mientras se ponía de pie, apresurándose a salir de la taberna.

—Lo último que vi fue que sangraba demasiado, y a mi familiar llorando mientras la abrazaba. Los guardias imperiales rodearon a Aldous y algunos otros paladines... sólo unos pocos opusieron resistencia, siendo derrotados. Algunos paladines más que vieron la escena se acercaron para ayudar a los guardias. En este momento, la mujer ya debe estar muerta, a menos que algún médico o hechicero de la Luna haya aparecido ahí por arte de magia, en el momento preciso para salvarle la vida... y Aldous, junto a los pocos que decidieron apoyarlo, deben estar siendo llevados a un calabozo... Así que no tiene que apresurarse. Podemos terminarnos las cervezas, tal vez pedir más.

—... Sí... creo que me harán falta.

—A mí también, Burke, a mí también.

Mientras una joven era llorada y algunos alborotadores eran encarcelados, un par de recién conocidos conversaban cada vez más, tratando de encontrar algo de paz en sus vidas y entre el caos que las inundaba.

Fin de la cuarta parte del volumen nueve

Fin del volumen nueve

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