Volumen Diez: Miedo - Primera Parte

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Principios del año 293 Después de la Intervención Divina, cinco años después del estallido de la Guerra por el Imperio

—¿Te enteraste de lo que pasó con Garnet el Justo? —le preguntó Lisa a Derval, sentándose frente a ella y poniendo dos platos en la mesa.

—¿El comandante de la Legión de Hierro? No, ni rumores he escuchado... he estado algo ocupada —respondió la joven, haciendo un gesto para pedir un tercer plato. El pequeño apareció junto a ella, sentándose también.

—Oh, ¿quién es? —quiso saber la mayor de las dos.

—Mac —dijo la hija de Atair—, un niño que he estado cuidando.

—Un gusto conocerte, Mac, soy Lisa —él sonrió débilmente, saludando de vuelta con nada más que un gesto de su cabeza—. Bueno... Garnet fue apresado.

—¿Esto es en serio? —preguntó la menor de las dos mercenarias—. ¿No estarás tratando de engañarme para probar mis habilidades de nuevo?

—No, esta vez no, lo juro por mi amistad con tu padre.

—... Te creeré entonces.

—Gracias. También condenaron a muerte a un paladín más joven y menos conocido, llamado Aldous Kendrik. El asedio del Reino del Sol en la Ciudad Imperial sólo necesitó de un mal giro para que todo comenzara a desbaratarse. Un cierto Bennet Bonham, un anciano de fama creciente, llevó a cabo la sentencia con su espada larga.

Una miembro del Consejo Imperial, Martha Bonham, hija del verdugo, se hizo cargo de los juicios. La muerte de Aldous fue apenas una tarea... la condena de Garnet le costó más trabajo.

Por varias horas al día, durante tres días, rebatieron y discutieron y debatieron y volvieron a discutir... hasta que el héroe del Reino del Sol no tuvo más palabras. Ese mismo día, frente a él, Adele Kendrik, su confiada general y mano derecha, asumió el liderazgo de la Legión de Hierro... por gracia y comando del Consejo Imperial.

Y él fue apresado, llevado por dos guardias del imperio, con cadenas en sus muñecas, a una celda en algún calabozo de la Ciudad Imperial.

Lo interesante fue el incendio que vino después. Cualquiera pensaría que fue el acto de rebeldes entre las filas de paladines, pero no. Al enterarse de lo sucedido, Bergen el Sabio, héroe de generaciones pasadas, padre de Garnet, Sacerdote que Derribó el Cielo... renunció a su puesto en el Consejo Imperial, dejando atrás sus emblemas y vestimentas dorados, y prendiéndoles fuego con sólo pensarlo.

Una de las salas del Palacio Imperial ardió, y el fuego alcanzó las más cercanas... hasta que una torre entera fue consumida por las llamas. No hubo muertos, ni siquiera heridos... pero quedó claro lo que el Reino del Sol piensa ahora del imperio. Lo que ese héroe que enfrentó a Locura antes de la Paz Imperial, hace algo así como 150 años, piensa ahora del imperio.

—Una joven diplomática de su reino mató a una guerrera de más o menos su misma edad, hace muy pocos días, en las tierras del León —comentó Derval, pensativa.

—Érika Bendig y Amara Kelm. Aún muchos se preguntan qué pasaba por la cabeza de Daryl. Siempre fue un general temerario, inteligente, honorable y efectivo... y la decisión que tomó fue solamente efectiva.

—E incluso así resultó mal para él.

—Bueno, la vida León se basa en chances y oportunidades... y así fue que una joven sacerdote decapitó a un titán.

—También fue así como una joven guerrera entrenada por los mejores murió ante una diplomática sin experiencia militar alguna.

—También me enteré de que la corte del Ciervo rechazó completamente una visita de parte de Dimitri, el antes Gran Maestro de la Paz, ahora apellidado Bonham en vez de Dupont. Una joven más conocida por su arquería que su presencia en la corte, Armelle Laurent, se alzó entre los diplomáticos y nobles para rebatir cada palabra del miembro del consejo, hasta que él no tuvo más que decir y se retiró sin resistencia.

Me imagino que algo tendrá que ver el que hayan visto a Armelle no sólo en la frontera con el Lobo Blanco, sino que en el Norte Congelado directamente, en las cercanías del Portal Gélido... acompañando a Ulf Vestein, un titán que se alzó recientemente a la fama tras, podría decirse, convencer a Han el Rojo de desligar al reino del imperio. Sabemos que el rey Lobo Blanco, el Sterki padre de Han y Thorir, ya no espera vivir mucho más, así que el mayor de sus hijos toma casi todas las decisiones. Se dice que decidieron terminar lo que Hakon comenzó. Mientras otro titán llamado Ingunn, sobrino de Han, había sido llamado por el imperio, al igual que Hanna Vestein, Ulf, el hermano de Hanna, atacó todo lo que significaba unirse al imperio... y bueno, ganó el debate.

Y volviendo a las dos jóvenes duelistas, supe que ese mismo día el cuerpo de Amara Kelm fue entregado a su familia, mientras Daryl Barend espera que las fuerzas del Sol se retiren de su reino, acampando casi encima de ellos. Si Callan Hallselt y él no se matan mutuamente, será por una nueva intervención divina. El duelo de los familiares de Amara, su anciana madre y un pequeño hermano aprendiz de fanático, Elio, llevó la furia a todos los Leones que tenían cerca, desde los granjeros y escuderos hasta los discípulos y guerreros de las Arenas Rojas. Daryl y su campamento ya deben haberse enterado del profundo rencor que el reino siente por el imperio. Primero envió a Hanjo Kelm y Adler Baldwin a su muerte, ahora dejó que esto sucediera. El León sabe mejor que nadie, incluso mejor que el Lobo Blanco, cómo funcionaba la Paz Imperial antes de que el consejo se hiciera cargo, así que... ya podemos contarlo como el tercer reino en desertar.

—Y mientras todos los tontos piensan en eso, ni siquiera la inquisición se preocupa de investigar los Bosques del Este, o al menos el castillo Luna Oculta.

—Bueno, también me enteré de algo que pasó con eso... pero tal vez sea mejor que Garren nos cuente, ahora que lo veo entrar por la puerta —dijo Lisa, llamando al mercenario con un gesto de su mano en alto.

Fin de la primera parte del volumen diez

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