Volumen Uno: Creación - Primera Parte

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Año 284 Después de la Intervención Divina

—Las ancianas del reino narraban muchas historias sobre el origen de nuestro mundo, al que llamamos Creación. No todas decían siempre lo mismo, pero sí había cosas en que todas estaban de acuerdo. La más importante de esas cosas, creo yo, es que a quien ahora llamamos el Dios Loco, ese dios perdido y sumido en la desgracia que, tal vez, habita aún en los Bosques del Este, fue quien creó nuestro mundo. Aunque quizás más importante aún, sea que lo creó como un regalo para la Dama Luna. Y estoy seguro que, como unas pocas ancianas, muchos en Creación pensarán que más importante que eso, es que Locura hizo ese regalo sabiendo que crear vida estaba prohibido entre los dioses de Firmamento, y sabiendo que la Diosa Luna era la esposa del Dios Sol.

Verás, antes de los dioses, sólo existía Firmamento, como un tranquilo cielo nocturno. Nadie sabe hace cuánto tiempo, de qué forma, ni por qué motivo, de la oscuridad, surgió la luna, y de la luz, el sol, y esos fueron los dos grandes dioses. Gracias a la unión de ambos, surgieron dioses menores, entre ellos aquel que se enamoraría de la Dama Luna. Aquel que rompió la regla, creando un mundo vivo... en una gema, que le regaló a la diosa... y que, para salvarse de la venganza del Dios Sol, se ocultó en esa misma gema, nuestro mismo mundo, Creación.

Por piedad de la Dama Luna, el Dios Sol no destruyó la gema. Al principio, ni siquiera sabían dónde estaba el enamorado, el enloquecido... hasta que la gema comenzó a perder su brillo esmeralda. Eso lo delató, y el Dios Sol habría destruido la gema con tal de destruirlo a él, de llevar el castigo por romper las reglas... y, creían la mayor parte de las ancianas del Reino, con tal de vengar las pretensiones con su esposa... su misma esposa que le impidió destruir la gema, salvando así las vidas de los mortales que ya vivían en Creación, tal como nosotros.

Para acabar de todas formas con el Dios Loco, tanto el Dios Sol como la Dama Luna eligieron a un mortal de Creación. Él, a un joven valiente, fuerte y decidido, que actuaría como un cazador, y ella, a una inteligente, experimentada y honorable mujer, que actuaría como una protectora. Tanto el ímpetu del elegido del Sol como la sabiduría de la elegida de la Luna, si bien fue un proceso lento y difícil, atrajeron a todo tipo de seguidores

Esos elegidos fueron los primeros capaces de dominar las artes místicas que, hoy en día, llamamos hechicería del Sol y de la Luna... mientras otros eran los primeros en ser tocados por Locura, los primeros devotos del Dios Loco. La guerra ya había comenzado.

Años pasaron bajo una constante amenaza, en constante guerra, mientras ambos elegidos unían a sus seguidores. Primero fueron personas, luego familias, luego clanes y tribus y pueblos enteros. Para mantenerse protegidos de aquellos tocados por Locura, levantaron ciudades. Verás, el norte de Creación era, aún más que ahora, un lugar inhóspito, frío y salvaje. El este, donde comienza el interminable bosque entre cuyos troncos y ramas, creemos, se oculta el Dios Loco, era aún más oscuro que ahora. La gente se reunía a los pies de las montañas del sur, al borde del mar del oeste, y al centro, donde más florecen las plantas. Fue entre esos lugares que comenzó... lo que sería el primer reino.

Pero el Elegido del Sol no llegó a verlo. Cincuenta años tras la intervención del Dios Sol y la Dama Luna, tras incontables batallas y alianzas, ese Elegido murió. Fue su hijo quien fundó, algunos años después y unificando a todas las ciudades entre la costa y las montañas, alrededor del valle central, el Reino del Sol. Con ayuda de la Elegida de la Luna, guiando a sus seguidores en la construcción de muros fortificados, levantaron el primer reino de Creación.

Las batallas fueron más fáciles durante las siguientes décadas, mientras las ciudades del reino avanzaban, y los seguidores del Dios Loco retrocedían, empujados cada vez más hacia el este y el norte.

Grandes leyendas surgieron durante esos años, como la Paladina de las Nieves y el Sacerdote que Derribó el Cielo... —entonces el mercenario notó que los ojos de su hija se cerraban—... pero esos serán cuentos para otro día, linda.

Fin de la primeraparte del volumen uno    

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