Volumen Cuatro: Ambiciones Ocultas - Primera Parte

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Año 290 después de la Intervención Divina

—El León marchó finalmente contra el Lobo Blanco, con Ellery Bendig a la cabeza—le decía Lisa a Derval.

—Dos años después de que decidieron iniciar su guerra —respondió la joven mercenaria.

—Tras lo que hizo Hakon en la reunión del imperio, una pensaría que actuarían más rápido.

—Pero son Leones apuntando a acabar con Hakon Finn, deben haber pasado todo este tiempo planeando una estrategia.

—Seguramente —Lisa sacó algunos tragos de su odre, ocultando su sonrisa—, por el éxito que tuvieron, parece que así fue.

—¿Éxito? ¿Dieron con Hakon?

—No exactamente. Verás, Ellery avanzó por las tierras del Lobo Blanco durante algunos meses. Aunque aún no comience el invierno, el clima de esas tierras sigue siendo hostil, así que avanzó con lentitud, sin llamar la atención, fortificando su posición cada vez más. Con ese avance, las caravanas de recursos podían seguir a su destacamento y volver, así que provisiones no les faltaron.

—¿Lanzaron una invasión?

—Básicamente, sí. Evitaron las aldeas... algo fácil considerando lo repartidas que están por el extenso Norte Congelado. Se dice que Ellery quería avanzar lo más pacíficamente posible, sin matar a nadie.

—Tal vez su plan era mostrar a su ejército y exigir a Hakon... aunque si es así, obviamente estaba esperando que los Lobos Blancos actúen como Lobos Blancos, y tener que pelear con ellos.

—Eso creen otros pocos. Yo creo que simplemente no quería alertar a nadie de su presencia. Si atacaba una aldea, seguramente habría sobrevivientes que escaparían. Incluso si atacaba con intención de tomar rehenes, algún salvaje escaparía.

—Son buenos en eso.

—Y cada uno de ellos sabe más de sus tundras que todo el resto de Creación. Tal vez por eso fue que la encontraron. No había pasado por ninguna aldea, sus exploradores y batidores no habían encontrado siquiera marcas en la nieve, pero los Lobos Blancos cayeron sobre ellos un atardecer. Siendo Leones, principalmente discípulos, reaccionaron enseguida. La primera verdadera batalla que Creación ha visto en más de un siglo.

—Casi 150 años desde la Paz Imperial... —la joven Derval murmuró pensativa—... Así que principalmente discípulos.

—Alrededor de cincuenta es el acuerdo entre mis informantes. En promedio. Además de setenta escuderos, un guerrero de las Arenas Rojas, y cinco Leones Ancianos.

—¿La guardia personal de Ellery?

—Y seguramente elegida personalmente por su padre.

—¿Y quién es ese guerrero de las Arenas Rojas? ¿Un general de Ellery?

—Louis Kelm.

—Primera vez que escucho ese nombre.

—Me pasó lo mismo. Ninguno de mis informantes lo conoce personalmente. Saben lo básico, es un guerrero de las arenas, ha tenido bastante éxito ahí, parece ser un amigo cercano de Ellery, bastante joven aunque mayor que ella, entrenado como guerrero y nada más, el par de espadas normal entre los guerreros del León, familia Kelm, calvo...

—¿Cómo actuó en la batalla?

—Mejor de lo que todos mis informantes esperaban —esta vez, Lisa no ocultó su sonrisa al responderle a Derval—. Nos esperábamos que actuara como un guerrero de las Arenas Rojas, nada más, pero actuó como un verdadero general.

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