_ ¿Qué pasa Beca?
_ No me siento bien.
Thelma llamó a sus padres dos horas después, no se fiaba de mí, había intentado convencerla de que ya me encontraba mejor pero aún así se había quedado, poco después llegaron mis padres y a Marcos se le veía mucho mejor, esa noche la única que no logró dormirse fui yo. ¿Por qué había hecho aquello, porque había vendido el pazo?, por lo que había leído de los vampiros se decía que no solían quedarse mucho tiempo en un lugar pero él era distinto, yo lo sabía, tenía que saber que había pasado con el pazo, mañana me acercaría hasta allí e intentaría averiguar algo. Al día siguiente mis padres me pidieron que cuidase de Marcos ya que ellos iban a la ciudad, después de llevarle el desayuno jugamos con la PlayStation, por la tarde la casa se llenó de gente, amigos de Marcos, los padres de Thelma y los de Roberto... Mi amiga había salido con su novio y Roberto había dejado de llamarme, supongo que no era cierto aquello de que seguiríamos siendo amigos decidiese lo que decidiese. Como la casa estaba abarrotada decidí dar una vuelta, sabía exactamente a donde quería ir. Cuando llegué me sorprendió, creí que el Pazo tendría un aspecto más espléndido pero a pesar de tener una puerta de entrada nueva y por lo que se veía desde fuera unas ventanas también nuevas no se apreciaba más cambios. Quería llamar al timbre que habían colocado al lado de la puerta pero no sabría que decirle al dueño, que tal un ¿conoce a quien le vendió esto, sabe que es un vampiro?, no me parecía apropiado, tal vez si le dijese que buscaba trabajo en verano para ahorrar dinero antes de empezar el instituto igual le sacaba algo de información, estaba pensando en la mejor manera de abordar el tema cuando la puerta se abrió de repente, me llevé un buen susto, era cierto que el hombre que estaba frente a mí tenía el pelo gris y largo y que aparentaba unos cuarenta años pero Thelma no me había dicho que tenía los ojos verdes, que era alto, debía medir entre el uno ochenta y uno noventa, de espalda ancha, delgado pero de gran musculatura y atractivo, a pesar de la edad. Resultaba algo amenazante aunque nada que ver con Diego cuando lo vi alimentarse. El hombre seguía mirándome, estaba esperando a que hablase, a mí se me había olvidado lo que iba a decirle, me estaba girando para salir de allí pitando cuando habló él, con una voz ronca y fuerte.
_ Hola me llamo Akos ¿y tú eres?
_ ¿Akos?, usted es el amigo de Diego.
_ Así que conoces a Diego, tú debes ser Beca.
_ ¿Le ha hablado de mí?
_ Porque no entras, ¿has venido a eso no?
_ ¿Está él aquí?
_ No.
Entré, me sentí un poco decepcionada, por un segundo pensé que lo encontraría en el Pazo, la hierba que había en el exterior seguía creciendo.
_ ¿Qué pasa, no hay buenos jardineros por la zona?
_ Créeme, es mejor así.
Aunque la finca seguía teniendo un aspecto asilvestrado, las plantas y arbustos crecían con un cierto orden, además ya no cubrían parte de las fachadas de los edificios anexos, como el de los caseros o las cocheras. Dentro del pazo era distinto, las paredes del vestíbulo estaban adornadas con cuadros de diferentes tamaños y el techo de algunas habitaciones seguían conservando esa madera oscura, solo que ahora se encontraba en mejor estado, todas la ventanas tenían cortinas , la mayoría de terciopelo, gran parte del mobiliario era de estilo barroco, me llamó la atención la biblioteca en el piso inferior, era de estilo clásico moderno y una gran librería rodeaba tres partes de la habitación, estaba llena de libros de todos los tamaños, algunos eran muy antiguos y escritos en un idioma que yo no conocía, cerca de la ventana había una mesa de despacho de caoba y una silla toda en negro, al otro lado se encontraba un sofá y una lámpara de pie, el suelo lo cubría una enorme alfombra persa en tonos grises, granates y negros.
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Qué eres tú? Completa
Jugendliteratur"_ ¡Luca por favor, no me mires así!, quería decírtelo pero no podía, yo... _ ¿Qué eres tú? _ Soy yo Beca, mírame sigo siendo yo. _ ¡No!, tú eres, eres, ¡para!, no te acerques a mí ni a Maya porque si lo haces esta vez te mataré y no me temblará la...