capítulo XLV (45)

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Tuve que guardar la comida en varios tapers, teníamos suficiente para una semana, el miércoles mi cansancio emocional llegó a su punto de ebullición. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar, mi madre solía levantarse por la noche con la excusa de que no podía dormir, había vaciado todas las botellas de licor que teníamos en casa pero ella se las había ingeniado para comprar más y solía esconderlas, cuando no bebía se ponía a limpiar, a aspirar la casa o a cocinar hasta quedarnos sin suministros, intenté convencerla de que necesitaba terapia. No podía contar con Marcos porque él ya lo había pasado bastante mal, tampoco estaba mi padre para ayudar porque decidí ignorar sus llamadas. Escuché como llamaban a la puerta y cuando abrí me encontré cara a cara con mi padre, quería darme una explicación pero yo no estaba dispuesta a escuchar, nos había mentido a todos. Cuando se marchó y luego de que mi madre se echase de nuevo una siesta después de que una vez más cogiese una borrachera me fui al Pazo, necesitaba huir por unas horas de todo esto, ¡estaba tan agotada física y mentalmente! Cogí las llaves que todavía guardaba y le eché un vistazo a mi madre y luego de comprobar que seguía dormida me marché. La capilla seguía cerrada con las cadenas así que desistí de entrar allí pero cuando lo hice en el pazo me quedé sorprendida, ¿ qué había pasado allí?, la habitación de Akos estaba totalmente destrozada, muebles rotos y ropa tirada por el suelo. Me fui a la habitación de Diego y ni siquiera había puerta, aquellos maravillosos muebles llegaban al pasillo totalmente destrozados, ¿ quién había entrado y porque en vez de llevarse las cosas de valor que había lo destrozaron todo?, ¿y si habían venido en busca de él?, ¿lo habían encontrado?, tal vez no era seguro seguir en el lugar y me fui. Cuando llegué a casa mi madre se encontraba de nuevo en estado de embriaguez.

_ ¡Ya basta mamá, ya basta!, he intentado ayudarte pero esto me supera, no lo aguanto más, ¡no puedo más mamá!

Y cuando pensaba que ya no me quedaban más lágrimas por derramar de nuevo salían a flote, mi madre me miraba todavía con la botella en la mano, estuvimos así unos segundos hasta que la soltó y se abrazó a mí.

_ Lo siento hija, lo siento mucho, no me dejes tú también.

Después de recoger los cristales del suelo, le calenté algo de comida y la metí de nuevo en cama, todo esto era culpa de mi padre y de aquella mujer que se había metido en nuestras vidas. Odiaba aquello, odiaba a mi padre por habernos mentido, odiaba a mi madre por haberse convertido en una persona débil, odiaba a aquella mujer por destrozarnos la vida... Luego de odiar tanto algo explotó en mi interior, ni siquiera cogí el autobús simplemente corrí y corrí, sabía a dónde dirigirme, había averiguado donde vivía aquella mujer, cuando llegué y luego de echar un vistazo me di cuenta de que no había nadie en casa, simplemente aquel perro que no paraba de ladrar y me estaba poniendo de los nervios, no sé cómo ocurrió pero al rato el animal estaba muerto, le había arrancado la cabeza y ahora colgaba en mi mano y en la otra su cuerpo, en mi mente apareció Tina, la sangre caía al suelo y yo lo miraba fijamente, uno de los invitados que tenía en mi interior hizo su aparición y me dominó porque ya dejé de ser yo misma. Cuando escuché el ruido de un motor yo me encontraba en el salón, había manchado de sangre todas las paredes de la habitación y del pasillo, sangre de su perro antes de quemarlo, luego enterré con mis propias manos los restos. Una vez dentro escuché un grito, en mi interior alguien que no era yo, sonreía.

_ Voy a llamar a la policía, tú quédate ahí.

Cuando entró en el salón se llevó un buen susto, no se lo esperaba.

_ ¡Beeca!, ¿qué haces aquí?

Yo no decía nada, simplemente la miraba, mi otro yo interior me pedía que le hiciese daño, "ha destrozado tu familia, mátala".

_ ¿Has hecho tú esto?

Yo me acercaba despacio a ella, en mi mente solo podía ver su cabeza fuera de su cuerpo.

Qué eres tú?  Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora