capítulo XLIV (44)

20 3 0
                                    

Esa noche llamé a mis padres, tuve que hacerlo un par de veces porque nadie contestaba, cuando colgué me sentía extraña, creí que darían saltos de alegría pero no fue así, supongo que tenían asumido que mi vida ahora estaba lejos de ellos. Después de esperar un buen rato en el aeropuerto por fin aparecieron mis padres y mi hermano, Marcos había crecido un montón, papá seguía igual a no ser por el corte de pelo moderno y que se veía más delgado, eso le daba un aspecto más joven, pero mamá me sorprendió, estaba mucho más delgada, el pelo lo llevaba corto, tenía ojeras y arrugas que antes no las había visto.

_ ¿Estás bien mamá?

_ ¿Por qué lo dices?

_ Pareces cambiada.

_ Estoy bien, me alegra que estés aquí.

Cuando llegamos a casa estuvimos un rato hablando luego Marcos se fue a la habitación con la excusa de hacer deberes y a papá lo llamaron por teléfono del trabajo.

_ Mamá, cuéntame cómo van las cosas.

Mi madre evitó la pregunta y me pidió que mejor le contara yo, hablamos un poco de mi vida, de mi nuevo trabajo y de mi nueva casa pero evité hablarle de mis nuevas amistades, de la muerte de mi ex compañera de piso y de los vampiros. Luego subí a mi dormitorio para deshacer la maleta y al pasar por la habitación de Marcos lo vi tumbado en la cama escuchando música, me acerqué a él y le quité los cascos.

_ ¿Cómo estás?, apenas has hablado conmigo, ¡cómo has crecido!

_ Alguien tenía que hacerlo.

_ ¿Qué quieres decir?

_ Nada, es bueno que estés aquí ahora mamá tal vez se encuentre mejor.

_ ¿Qué le pasa, está enferma?

_ No, tal vez ahora todo sea más fácil.

No pude seguir hablando con él porque de nuevo se había puesto los cascos y subió el volumen de su ipod, me quedé unos segundos observándolo hasta que me di la vuelta y me fui a mi antigua habitación. Esa noche papá llegó muy tarde, ya era cerca de la una de la madrugada, me levanté para preguntarle si había ocurrido algo y al abrir la puerta de mi dormitorio escuché la voz de mi madre, los dos estaban en el piso inferior, discutían en voz baja aunque con mis desarrollados sentidos auditivos podían escucharlos perfectamente. Nunca los había visto discutir, sobre todo de aquella manera, ni siquiera cuando tuvimos que mudarnos. Me quedé sentada al lado de la puerta durante bastante rato hasta que escuché unos pasos subir las escaleras, cerré de nuevo la puerta y me metí en cama, ¿ qué había cambiado durante mi ausencia? Por la mañana me levanté temprano y mientras estaba en la cocina tomándome un café apareció mi padre, se disculpó por no poderse quedar ayer con nosotras a charlar, luego me preguntó qué planes tenía, si ya había consolidado mi vida en Londres o pensaba regresar a casa. No sabía que iba a hacer con mi vida, era demasiado complicada así que cambié de tema y le pregunté qué pasaba con él y mamá.

_ ¿Por qué?

_ Ayer os escuché.

_ Lo siento, solo estamos pasando por un pequeño bache, lamento no poder seguir charlando contigo pero ahora tengo que llevar a tu hermano a casa de Pedro, va a pasar allí el fin de semana luego me voy a trabajar, nos vemos en la noche.

_ ¿A trabajar, hoy sábado?

_ Últimamente tengo mucho trabajo.

_ ¿Y mamá, dónde está?

_ Creo que tenía un fuerte dolor de cabeza, vamos a dejarla dormir ¿vale?

Al poco rato de marcharse Marcos y papá apareció mamá en la cocina, hablamos un poco y luego le dije que iba a salir y si estaría bien ella sola, no parecía la misma mujer que cuando decidimos empezar una nueva vida en este lugar, le dije que no estaría mucho tiempo fuera. Me fui directamente al Pazo, tuve que subir por la parte del muro más baja, me di cuenta al mirar a mi alrededor que hacía mucho tiempo que nadie se había pasado por ahí. Ahora se parecía más al lugar que vi la primera vez que entré, la asilvestrada vegetación cubría gran parte de mi cuerpo, lo único que se veía en buen estado eran las ventanas y puertas, incluso la de la iglesia estaba cerrada con una gruesa cadena y un gran candado que impedía su entrada, ¿ quién lo había hecho y por qué?, intenté entrar en ella pero me fue imposible así que regresé a casa apenada. Me encontré a mi madre acostada en el sofá del salón, en la mesita que se encontraba más cerca de ella había una botella de licor de olor fuerte y prácticamente terminada, en el suelo cristales esparcidos a los pies de ella.

Qué eres tú?  Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora