capítulo XXVIII (28)

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Después de deshacer el equipaje intenté mandarles un mensaje a mis padres pero el wifi no funcionaba bien, así que al final los llamé por teléfono y luego de hablar un par de minutos con ellos decidí dar una vuelta. La recepción del hotel aunque estaba poco iluminada era amplia, los sofás que había allí eran una mezcla de blanco y negro y muy cómodos, el bar tenía amplios ventanales aunque las cortinas impedían que penetrase toda la luz natural pero aun así era acogedor. Había varios salones que se destinaban a distintas actividades, fuera del hotel se encontraban enormes jardineras a ambos lados de la puerta giratoria y llenas de una gran variedad de plantas. Era ya tarde para visitar algún lugar de interés así que planeamos el día para mañana. Me costó un montón conciliar el sueño, coches que aún circulaban por la calle, ruido y voces en otras habitaciones... parecía que mi amiga no tenía el mismo problema ya que dormía plácidamente, me temía que por la mañana no estuviese lo bastante descansada para seguirle el ritmo a mi amiga. Había dormido solo tres horas pero al despertarme me sentía bien, ligera y con fuerzas para enfrentarme al nuevo día, me metí en el baño y me duché antes de que Thelma despertase para dejárselo libre. Estuve un buen rato mirándome las muñecas, aquellas dos marcas no dejaban de recordarme lo que había hecho, tenían unos cinco centímetros de largo y eran de un tono más claro que mi piel. No habían desaparecido y eso me aliviaba porque significaba que seguía siendo yo misma, que nada había cambiado dentro de mí. Una vez que nos preparamos nos fuimos a tomar un desayuno continental, al entrar en el salón el olor que allí emanaba me abrió el apetito. Estábamos charlando de lo que haríamos durante el día pero yo no lograba concentrarme, el ruido que allí había me estaba poniendo nerviosa, no entendía como mi amiga seguía tan tranquila, ¿es que no escuchaba el alboroto?

_ ¿No te molesta el ruido?, ¡Dios! no entiendo como la gente no puede hablar más bajo, ¡y ese ruido al comer!, ¿es que nadie tiene modales?

_ ¿Beca, que te pasa, estás bien?, te noto nerviosa, yo no escucho nada, estás exagerando, no hablan más alto que tú y yo.

_ ¿Pero es que no escuchas el ruido que hay?, no lo soporto.

La gente murmuraba a nuestro alrededor, eran demasiadas voces para concentrarme en alguna conversación, además estaba el ruido de los cuchillos, la cucharas.... demasiados sonidos que me estaban martilleando la cabeza, me levanté, me tapé las orejas y corrí hacia la salida del hotel, cuando llegué a la calle cerré los ojos y respiré profundamente varias veces, bajé las manos y el ruido persistía, solo que esta vez era distinto, ahora escuchaba el sonido de los zapatos contra el suelo cuando caminaban, la radio y el motor de los coches que circulaban por la carretera, la gente hablando y riendo... ¿qué me estaba pasando?, era como tener un gran amplificador dentro de mis oídos a todo volumen, ¿es que al final sí estaba cambiando?, ¡por favor que no fuese eso! De nuevo cerré los ojos y me tapé los oídos, un rato más tarde descubrí que mi amiga entraba frente a mí perpleja, confundida, bajé las manos de mi cabeza lentamente y noté que el ruido se había calmado, todo volvía a estar en paz, en calma, suspiré aliviada.

_ ¿Qué te pasa, te he estado buscando, porqué te has marchado del salón de esa manera?, me diste un buen susto, creí que te habías vuelto loca o algo así. ¡No sabes cómo me miraba la gente cuando salí de allí!

_ Lo siento mucho Thelma, no sé lo que me ha pasado, creo que sufrí algún tipo de crisis, porque de repente sentí la necesidad de escapar de ese lugar.

_ ¿Y te suelen dar a menudo?

_ No, o eso espero.

_ Ah, es bueno saberlo, ¿sabes Beca?, deberías ir al médico te lo digo muy en serio.

_ Tranquila, mírame, no ha pasado nada así que olvidémoslo.

_ Está bien, toma el bolso te lo dejaste en el salón.

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