capítulo XXVI (26)

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A principios de la siguiente semana el doctor Esteban me visitó, estuvimos hablando de si se había producido algún cambio y luego se llevó un par de tubos de sangre para analizarlos, dos días más tarde me visitó Akos, me abracé a él y lloré hasta el agotamiento.

_ ¿Por qué no me lo has dicho Akos, porque no me dijiste que Diego no era para mí, que ya tenía otra?

_ Pensé que lo sabías, que lo habías escuchado la noche en la que os atacaron pero que te negabas a aceptarlo y por eso preferías ignorarlo, hablé con él varias veces e insistí en que te lo contara pero no quería, temía perderte.

_ ¿Cómo se puede perder a alguien a quien no tienes?, todo lo que hemos vivido ha sido una pura mentira.

_ Lo siento nena, nunca debió de llegar tan lejos contigo sino tenía pensado convertirte y mucho menos hablarte de todos nosotros, ha puesto tu vida y la suya en peligro, aunque en estos momentos la suya es la que menos me importa, ¿ahora me crees cuando te digo que todos los vampiros son idiotas?

_ Pero yo sigo amándolo y duele muchísimo.

_ Lo sé pero tienes que olvidarlo, tienes que volver a rehacer tu vida.

_ No puedo.

_ Inténtalo.

_ ¿Por qué me ha hecho esto, porque si no pensaba seguir conmigo?

_ No lo sé nena pero me imagino que se le fue de las manos, aunque eso deberías preguntárselo a él.

_ Creo que se ha ido, lo he echado de aquí, le pedí que no volviese pero necesito verlo, hablar con él, ¡por favor Akos! debes buscarlo, necesito que lo encuentres y le digas que quiero hablar con él, ¡por favor!

_ Está bien haré lo que pueda.

La siguiente semana empecé a ir al instituto, me habían sacado el vendaje del brazo y mis costillas estaban casi recuperadas, tenía que andar todavía con muletas porque mi pierna seguía en proceso de curación. Uno de los días en los que Roberto me estaba esperando en el coche a que yo saliese de clase para llevarme a casa y Thelma me acompañaba apareció Diego, casi se me caen las muletas del susto. A pesar de lo que me había hecho quise abrazarlo, besarlo y tuve que valerme de todas mis fuerzas para contenerme.

_ Hola Beca, ¿ cómo estás?

_ Mejor, en una semana dejaré estas dichosas muletas, ¿y tú?

_ Akos me dio tu recado, ¿quieres que te lleve a casa?

Roberto había salido del coche y venía hacía nosotros, Thelma seguía a mi lado con mi mochila en sus manos.

_ ¡No!, tú no la vas a llevar a ninguna parte ¿es que no recuerdas lo que pasó la última vez?, ¿acaso no le has hecho daño bastante?, ¿por qué no nos haces un favor a todos y te vas?, ella viene conmigo.

Vi como Diego apretaba los puños y se ponía tenso, lo menos que quería ahora era que se peleasen, sobre todo porque sabía quién saldría mal parado.

_ Vale ya Roberto, Die..., él está aquí porque yo se lo pedí, necesito hablar con él, perdona pero mañana hablamos ¿vale?

Se fue de mala gana acompañado por mi amiga pero antes me besó en la mejilla y me dijo que me llamaría luego, Thelma le había dado mi mochila a Diego y mientras caminaba a mi lado me preguntó si necesitaba ayuda, le dije que no, así que tardamos un montón en llegar a su nuevo coche.

_ ¿Qué pasó con el otro auto?

_ Me deshice de él, sigue enamorado de ti.

_ ¿Quién, Roberto?, no digas tonterías, él está enamorado de Marta.

Qué eres tú?  Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora