capítulo XXI (21)

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Akos vio mi cara de terror y me pidió que le explicara lo que había pasado, luego fue en su busca, yo quería ir con él pero me dijo que sin mí llegaría más rápido. Pasaron varias horas sin tener noticias de ellos, no sabía el peligro que podían estar corriendo y los nervios me estaban devorando por dentro, no dejaba de dar vueltas por la habitación, acabé despertando a mis amigas. De nuevo volví a llamar al móvil de Diego pero nadie contestaba, así que decidí vestirme, iba a ir hasta el Pazo cuando escuché mi teléfono, era Roberto, Silvia ya había aparecido, no se acordaba de nada pero estaba bien aunque algo cansada, la habían llevado al hospital.

_ ¿Y Andrea?

_ No saben nada pero están convencidos de que aparecerá en las próximas horas.

Mis amigas estaban sentadas esperando a que les dijese algo, les conté lo que me había dicho Roberto, mi madre acabó por levantarse porque habíamos hecho demasiado ruido, le contamos lo que había ocurrido, agradeció que no fuese yo, luego empezó a hablar de lo irresponsables que podíamos llegar a ser, de lo malo que era el alcohol... pero yo ya no la escuché, me estaba preparando para salir.
_ ¿ Pero a donde crees que vas a estas horas?

_ Al hospital.

_ ¿Ahora?, ni de broma.

Necesitaba saber que había ocurrido con Diego y Akos, la angustia me estaba matando, y a pesar de que intenté convencer a mi madre para que me dejase salir se negó rotundamente, más tarde hablaría con la madre de Silvia para pasarnos por el hospital todos juntos. Una hora después recibí la llamada de Roberto, Andrea seguía sin aparecer y la policía quería hablar otra vez con todos nosotros, le dije que nos viniese a buscar. Mi madre seguía reacia en dejarme salir pero cuando le conté que la policía quería interrogarnos de nuevo no le quedó otra que aceptar, aunque quería acompañarnos al igual que mi padre, estuve un buen rato intentando convencerlos para que no lo hicieran hasta que apareció Roberto para recogernos. Le pedí que me dejase en el Pazo, que yo iría con Diego y que ya los llamaría luego, cuando entré el coche estaba allí, los llamé pero nadie me contestó, busqué en las habitaciones y en la biblioteca y luego me dirigí al cuarto escondido que había en la pequeña capilla, estaba todo oscuro, intenté encender la luz pero una voz débil me pidió que no lo hiciera. Al llegar a la última estancia me encontré a Akos en una esquina de la habitación, estaba acostado en posición fetal, con las piernas dobladas y apoyado contra la pared, se encontraba desnudo y tenía la piel cubierta de arañazos y mordiscos, se podía ver sangre seca en gran parte de su anatomía, en su cara se reflejaba el dolor, cogí una manta que había en el sofá, me acerqué a él y cubrí su cuerpo con ella, luego le pregunté cómo estaba.

_ Tranquila estoy bien, necesito un par de horas para recuperarme, eso es todo.

Todo su cuerpo temblaba y el sudor le recorría todo el rostro, algo malo le había ocurrido.

_ ¿Qué le ha pasado a Diego, donde está él?

Me señaló hacia el otro lado, allí había un bulto, aquello que parecía una persona estaba envuelto en su propio cuerpo, de la camisa que llevaba unas horas antes solo quedaba un trozo de tela, su espalda estaba manchada de sangre seca y llena de cicatrices que parecían de días anteriores aunque yo sabía que no era así, el pantalón estaba hecho harapos y también estaba cubierto de sangre, Diego temblaba y su pelo manchado de rojo escarlata lo tenía pegado al rostro, lo veía sufriendo y yo no sabía qué hacer para aliviarle aquel dolor, miré en dirección a Akos.

_ Necesita sangre o acabará teniendo alucinaciones, casi le han dejado seco, querían que sufriera antes de arrancarle la cabeza y matarlo, menos mal que llegué a tiempo.

_ ¿Qué puedo hacer yo?

_ No sé, he intentado darle sangre de la mía pero se niega a recibirla, cree que me puede matar, yo también he perdido demasiada, si no tengo la suficiente fuerza no podré recomponer mis huesos, solo necesito un par de horas y estar lo suficientemente quieto para que mi cuerpo vuelva a recuperar su estado normal, así que no quiere mi ayuda hasta que no me recupere, mientras tanto es él quien me preocupa.

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