capítulo LIV (54)

33 3 0
                                    

_ No quise esperar su respuesta y corrí hacia el interior, Akos me seguía detrás, me paré en seco cuando una figura alta y que no esperaba para nada volverlo a ver salió de las sombras. Entonces me giré cuándo escuché a Akos gruñir y enseñar los dientes, empezaba a temblarle todo el cuerpo, no pude pararlo y su transformación se completó en segundos, su ropa acabó por el suelo hecha trizas y un enorme lobo apareció a mí lado, mi otro visitante sacó una daga y se preparó para la lucha.

_ ¡No, parad!, no voy a permitir que luchéis aquí en mi casa.

Me puse en medio de los dos, me sentía insignificante entre uno y el otro pero me daba igual, Akos, bueno más bien el lobo enorme que tenía en frente no dejaba de enseñar los dientes y babear por la boca, sabía que con un solo movimiento del otro saltaría por encima de mí para abalanzarse a él. Me acerqué a Akos y lo miré a los ojos, sabía que estaba arriesgando mi vida porque no tenía ni idea de si podía escucharme en aquel estado.

_ Akos por favor mírame, mírame a mí, no vas a luchar con él, me mantendré a tu lado pero quiero saber a qué ha venido, nada de peleas ¿me oyes?, así que cálmate, intenta calmarte o me harás daño.

Lo empujaba fuera de la entrada y empezó a retroceder, ¡menos mal que no tenía vecinos cerca!, cuando salimos de la casa y nos mantuvimos a unos metros de distancia de mi visitante, Akos empezó a calmarse un poco, seguía siendo un perro enorme pero ya no gruñía ni babeaba y yo estaba a su lado acariciándole el pelaje para que se tranquilizase.

_ ¿A qué has venido Luca?

Él seguía en posición de ataque y seguía llevando aquellas armas puntiagudas en ambas manos, estaba preparado para lanzarlas en cualquier momento.

_ ¿Piensas responder o te vas a quedar ahí parado todo el tiempo?

_ Vine para llevarte conmigo.

_ ¿Llevarme, a dónde?

_ A la isla.

Por un instante creí que se refería a su isla, que la guerra había comenzado y quería protegerme pero su mirada me decía que no era así.

_ Los de la cúpula quieren verte.

_ ¿Quieres llevarme a la isla donde viven los custodios?

_ Mírate, ya hablas como uno de ellos.

_ Lo siento yo no quería... ¿por qué quieren verme?

Akos no dejaba de gruñir y de enseñar de nuevo los dientes.

_ Yo les hablé de ti.

_ ¿Por qué lo has hecho Luca?

_ Te lo contaré mientras vamos de camino.

_ No pienso ir contigo, yo no puedo, además tengo algo que hacer.

_ ¿Qué, pasear al perro?

Akos no paraba de gruñir y por un momento creí que se lanzaba a él.

_ ¡Para Akos por favor!, con esos gruñidos es imposible pensar, mira Luca me siento muy halagada de que la cúpula me haya invitado a vuestra isla pero como te he dicho tengo otros compromisos, mañana me marcho.

_ ¿Te vas?, ¿a dónde?

_ No es asunto tuyo.

_ Entonces te llevaré aunque no quieras.

Esta vez Akos empezó a gruñir con más fuerza y avanzó unos pasos hacía él.

_ ¡No!,

De nuevo tuve que ponerme en medio de los dos.

Qué eres tú?  Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora