capítulo LIII (53)

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Lo primero que hice al llegar fue dejar mis maletas e ir al Pazo, tenía que averiguar si alguno de los dos había vuelto a él, la vegetación seguía avanzando y apoderándose del lugar, el polvo en el interior de la casa acumulaba varias capas, me recordaba a la primera vez que estuve aquí. Ni Diego ni Akos habían vuelto por el Pazo, tal vez ya no deseaban tener nada que ver conmigo pero necesitaban saber lo que estaba ocurriendo, entonces me acordé de su amigo, el médico aquel que me había ayudado y regresé caminando más deprisa de lo normal a casa. Busqué por toda la habitación, recordaba que me había dado una tarjeta por si la necesitaba pero ésta no aparecía, estuve horas buscando esa dichosa tarjeta pero no había rastro de ella, llamé a mi madre y le pregunté si lo recordaba.

_ ¿Quién, Esteban?

_ ¡Sí, eso es, Esteban!

_ Claro que lo recuerdo, me llamó varias veces después de que tú te hubieses ido a Londres para saber cómo estabas.

_ Nunca me lo has dicho.

_ No creí que tuviese importancia, ¿por qué quieres su número, te encuentras mal?

_ No, solo quería hablar con él nada más.

_ Está bien, voy a buscarlo en la agenda y luego te llamo.

Esperé varios minutos impaciente y después de dármelo lo llamé pero nadie contestó, luego de varios intentos más dejé de intentarlo, era ya de madrugada cuando escuché el sonido de mi móvil, miré el número, Esteban me estaba llamando.

_ Hola Beca, siento llamarte tan temprano pero he visto tu número de llamadas y pensé que era algo urgente, ¿ocurre algo, has notado algún cambio?

_ No, no es por mí pero gracias por preocuparse, necesito hablar con Akos, es muy importante, ¿puede usted decírselo?

_ Yo, bueno haré lo que pueda pero en estos momentos no sé dónde se encuentra, esto..., ahora estamos un poco liados.

_ Por favor, es muy importante.

_ Vale, se lo haré llegar.

Durante días esperé largas horas en el Pazo para encontrarme con él pero Akos no apareció, tal vez no quisiese verme pero yo igualmente tenía que hablar con él y haría lo que hiciese falta para encontrarlo, llamé a Esteban nuevamente y me dijo que ya le había dado el recado. Necesitaba ver a Akos, su vida y la de sus amigos estaban en peligro y tenía que saberlo, ¡mierda!, ¿y si ya lo sabía?, ¿y si tal vez creía que yo estaba de lado de los ángeles? ¡No!, yo nunca lo traicionaría de esa manera y él tenía que saberlo, aunque para él yo ya no fuese importante para mí seguía siendo parte de mi familia y hubiese dado mi vida por él si fuese necesario. Me iba a marchar del Pazo cuando escuché un ruido que me puso en alerta, un par de minutos después Akos apareció, me hubiese gustado poder abrazarlo pero no estaba segura de cómo reaccionaría él.

_ ¡Has venido!

_ Sí, Esteban me dio tu recado.

_ Gracias, yo quería que supieses que los vampiros están preparando una nueva guerra contra todos nosotros.

_ Ya lo sabía, por cierto deberías cuidarte, ¿acaso tu amigo no sabe que coméis o es que se está alimentando de tu energía?

¡Mierda!, se me había olvidado comer otra vez, no me acordaba de la última vez que lo había hecho pero ni siquiera tenía hambre.

_ ¿Sabías también que los custodios no piensan participar en ella?

_ ¿Te lo ha dicho tu amigo?, ¿ dónde está él ahora?

_ El ya no es mi amigo.

Me miró fijamente durante unos segundos que para mí fueron una eternidad y luego habló.

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