Capítulo 23.

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—Te traje chocolate caliente. 

Su voz suena tranquila y suave, mientras ella entra a mi habitación. 

Desde que llegué a mi casa, Jazmine y yo, hemos estado hablando. Y ahora estoy recibiendo toda su atención y cuidado. Estoy sentada en mi cama, temblando por la fiebre. Jace vino hace unos 20 minutos para inyectarme unos analgésicos y se fue. 

—Gracias.

Susurro. 

Jazmine se sienta a mi lado y pone su mano sobre mi frente. 

—Estás volando en fiebre, quítate esa frazada.

Me dice, como si fuera mi mamá.

—Tengo frío. 

Le digo, quejándome, haciendo un puchero ridículo. Jazmine suelta un pequeño suspiro.

—Lo sé, tú solo hazme caso, ¿Sí?

Está hablando lo más dulce posible, ella sabe que no estoy bien. Enrealidad, ella sabe todo, porque me vi obligada a contarle la verdad, ya que, me vio llegar y supo que algo pasaba.

Obedezco de mala gana y me recuesto sobre la pared, la taza de chocolate caliente sobre mis manos. Acerco mi nariz a esta y siento su perfecto olor, delicioso. Tomo un pequeño sorbo y sonrío hacia Jazmine como niña pequeña, amo el chocolate caliente.

—Está delicioso.

Le digo, agradecida. 

—Sam lo preparó, tu sabes que no soy buena en esas cosas. 

Me dice, haciendo una mueca de disgusto. Seguro Sam se burló de ella, lo sé. 

—No importa, gracias por estar aquí.

Le digo, emocionada. A pesar de que Jazmine la mayoría del tiempo me está gritando y es tan mandona a veces, tiene un gran corazón y por eso es mi mejor amiga. Cuando la necesito ella siempre está. 

—Es mi obligación. 

Me dice, sonriente, sus ojos algo llorosos. Oh, se pondrá sensible.

—Aurora, sé que me dirás que no, pero creo que deberías decírselo, tú no pierdes nada con intentarlo. 

Dice, cautelosa. Ella me vio llorar por más de media hora y entrar en pánico cuando le dije lo que estoy haciendo y lo mucho que duele. Ignorar este sentimiento es lo más difícil que pudo pasarme, incluso peor que estar enferma.

—Tú sabes que yo...que yo no puedo hacerlo.

Digo, triste. Mis ojos vidriosos otra vez. La mano de Jazmine toma la mía y levanto la vista para verla. Sus ojos me miran con tristeza.

—Esto se siente horrible Aurora, no quiero que sufras.

Dice, una lágrima cayendo por su mejilla. 

—Jazmine, tengo cáncer, hace más de un año que estoy sufriendo. 

Le digo, irónicamente, pero la frase suena demasiado triste.  




El jueves por la mañana me levanté sintiéndome mejor, Jazmine se quedo a dormir la noche anterior así que, me sentí agradecida por tener a alguien que me levantara el ánimo. Incluso me ayudo a arreglarme y me hizo una trenza en el cabello. Sam estuvo sobre mí todo el tiempo y me sentí mimada.

Encantadoramente diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora