Capítulo 50.

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Las luces inundan la habitación y mis ojos se abren lentamente. Mis parpádos están cansados como si hiciera mucho tiempo que no duermo una siesta. Mis ojos escanean la habitación del hospital y veo como la cortina blanca deja pasar los rayos de sol. 

 No hay nadie en mi habitación y cuando intentó moverme, la intravenosa que tengo el interior de mi brazo derecho me impide sentarme. Una venda alrededor de mi antebrazo izquierdo llama mi atención y no logro recordar cuando me lastimé. Me siento sumamente cansada y mi boca está seca. El cardiofrecuencímetro está haciendo sonidos a mi lado, diciendome lo tranquilos que son los latidos de mi corazón. 

Lo que más llama mi atención es un enorme jarro de cristal que está a mi izquierda, con un ramo gigantesco de rosas blancas en su interior. Una sonrisa débil se dibuja en mi rostro, no estaba delirando, él estuvo aquí. 

Estiro mi mano lentamente hacia el botón de emergencia y una enfermera llega casi corriendo segundos después. Su rostro se ilumina cuando me ve despierta y sale rápidamente de la habitación dejándome sola y confundida. ¿Adónde fue? Segundos después entiendo lo que hizo, mi mamá, mi papá y Sam entran corriendo a la sala del hospital. Mamá suelta un sollozo cuando me ve y las lágrimas corren por mis mejillas. Ellos me estaban esperando. 

—Cariño. 

Mamá está llorando cuando se tira sobre mí en un cálido y amoroso abrazo. La amo tanto. Las dos estamos llorando y papá se uno a nuestro abrazo, y siento como deja caer algunas lágrimas. Me relajo completamente en el medio de nuestro abrazo y cuando nos separamos los tres tenemos lágrimas y lágrimas en nuestras mejillas. 

Mis ojos se disparan a Sam que me mira con los ojos rojos. Mi corazón se quiebra cuando veo lo cansado y exhausto que está. 

—Sammie. 

Exclamo, mis sollozos siendo más fuertes que mi propia voz y él corre hacia mí. Sus largos brazos me apretan y me duele pero no me quejo. Lo extrañé tanto.

—Pequeña, estoy tan feliz que hayas despertado. 

Me dice, su voz queriendo sonar neutral pero vaya miserablemente. Deja besos en mi cabeza y yo sonrío en el medio de nuestro abrazo. 

—Te amo Sammie.

Le digo, mi voz sonando débil y sin fuerzas. Lo escucho sonreír y me siento tranquila.

—Y yo a ti pequeña. 

Me separo de su abrazo y él me mira con emoción en sus ojos. Mirando a mi familia en este momento lo único que quiero hacer es borrar todo ese estrés y sufrimiento de sus ojos. Se siente pésimo saber que soy la culpable, pero me siento bien de estar despierta otra vez. 

—¿Que día es hoy mamá?

Le pregunto, mientras vuelvo a caer sobre la cama. Sam está sentado en el final de la camilla, papá está a su lado de pie y mamá está sentada en un sofá blanco que está a mi derecha. 

—Hoy es viernes, hija.

Me habla, con cariño. Un jadeo ahogado sale de mis labios, ¿Pasé más de 3 días inconciente? 

—¿Eh? ¿Qué fue lo que pasó?

Estoy confundida y mi ceño está fruncido, mientras miro sus rostros en busca de respuestas. Papá me mira como si no creyera que estoy aquí y puedo sentir su tristeza y preocupación por mí. 

—Tú te desmayaste en el estacionamiento el martes pero te lastimaste el brazo y perdiste mucha sangre, por eso estuviste tanto tiempo inconciente. Jace nos dijo que te despertarías horas después que legaste aquí pero no fue así. Al parecer la pérdida de sangre te afectó. 

Encantadoramente diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora