Capítulo 27.

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Mientras camino por el pasillo aún tengo mis mejillas rosadas. Mi mente esta tratando de olvidar lo que Zayn hizo hace pocos minutos atrás. 


   

—¿Adónde crees que vas?

Está hablándome mientras camino hacia la puerta. Su mano tomando la mía y girándome, haciendo que mi pecho esté sobre el tuyo. 

—A mi habitación.

Respondo, en un susurro. Mis ojos fijos en los suyos.

Creo que nunca podré acostumbrarme a su cercanía, siempre provocará esa debilidad en mí. 

—¿Y mi beso?

Dice, tentándome, su rostro rozando el mío a propósito. Cierro los ojos cuando lo siento tan cerca de mí, disfrutando de su caricia. 

—Me prometiste que no serías fastidioso.

Murmuro, como puedo, mi pecho subiendo y bajando de forma rápida. Su manos tomando mi cintura y acariciándola de forma suave. 

—¿Lo estoy siendo?

Pregunta, su voz algo baja, pero siento su risa.

—Hmmm. 

Asiento.

Cuando intento abrir mis ojos otra vez, él ya está sobre mi boca. Y me besa de forma lenta. Sus labios acarician los míos con cada movimiento, besándome con sensualidad. Mis manos viajan a su cabello, pasando por su pecho y sintiendo todo en su camino. Intensifica el beso y tiro de su cabello cuando refuerza su agarre sobre mi cintura, aplastándome contra él. Siento su corazón latir al mismo ritmo con la mía y no puedo evitar sonreír en mi interior.

—Aurora. 

Murmura, su tono necesitado, separándose de mí con la respiración agitada.

—¿Sí?

Susurro, mi voz sin fuerza alguna. 

—¿Es esto real?

Pregunta, una hermosa sonrisa en sus labios.

—Quizás estoy soñando.

Le contesto, sonriente. Nunca fui tan feliz. Tenerlo así de cerca de mí, transmitiéndome todas estas sensaciones, incluso paz, es algo que no logro explicar...Es perfecto. 

—¿Conmigo?

Pregunta, sus manos acariciando mi rostro. Abro mis ojos para ver como está brillando de felicidad. 

—Quizás.

Le contesto, tímida. Siento que de verdad le estoy confesando que he soñado con él, porque de verdad lo hecho. Pero, ninguno de mis sueños se compara con esto. Un millón de sonrisas no alcanzan siquiera a representar como me estoy sintiendo justo ahora. Y lo que me hace aún más feliz, es que, él siente exactamente lo mismo. 

—¿Puedo irme ahora?

Le pregunto, tratando de no sonreír a su rídiculo puchero. Está haciendo todo más difícil, somos tan idiotas cuando estamos juntos. 

—¿Por favor?

Le ruego. Él no se separa de mí, sus ojos suplicando, su cabeza moviéndose en una seña negativa. 

Encantadoramente diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora