Encantadoramente diferente.

Final.

Al caer la noche de aquel viernes, dos almas fueron separadas para siempre. Romeo por un lado y Julieta por otro. Una historia de amor que tuvo su final, que no fue para nada feliz. El médico salió con lágrimas en sus ojos de la pequeña sala donde estaba el cuerpo de la joven, después de haber luchado contra aquel terrible cáncer, el monstruo la venció. 

Las lágrimas llenaron aquel pasillo y el desespero se hizo presente en aquellas personas que tanto la aman, que creían en la posibilidad de ella viviera, que sobreviviera a esa terrible pesadilla. 

Una joven muchacha lloraba sin cesar en los brazos de su novio, rogando volver a ver a su querida mejor amiga. La necesitaba tanto y ella ya no estaba. La mamá de Julieta sollozaba desesperada en los brazos de su esposo, mientras que él trataba de soportar el dolor, el vacío que inundaba su alma al saber que su precioso ángel ya no estaba. Se había ido.

Romeo estaba desesperado, gritando, rogando a que le trajeran a su amor de vuelta. Ella no podía irse. No podía. Ella era lo que él mas atesoraba, lo que más amaba en este mundo y no podían simplemente llevarsele de él.

¡No puedo vivir sin ella!

Gritaba, mientras el hermano de su amada trataba de calmarlo, cosa que fue inútil.

El dolor se hizo presente aquella noche de viernes, cuando la oscuridad de la muerte de Julieta los abrazó por completo. Romeo estaba solo, completamente solo y perdido. Su amor se había ido para siempre.