El primer día suele ser, lo que básicamente todos conocemos como el principio de algo nuevo. El principio de muchas grandes promesas que hacemos, metas que nos marcamos para conseguir durante el nuevo año. O también el principio de nuevas historias. ¿Quién sabe? Puede que este año sea el final de otras. El verano ha estado de lo más movidito, por lo que he podido enterarme, pero ya lo veremos más adelante.
Lo primero que deberíais saber es que las sospechas se confirman. Visto: Carlos y Helena a un par de calles del instituto dándose besos y no precisamente de amistad. Puede que entre ellos haya surgido la chispa entre bronceador y fiesta ibicenca. Pero, ¿qué opinarán los enamorados, Sara y Raúl? O aún mejor, ¿qué opinaría Daniel de la relación entre su adorada e inocente hermastra con su propio mejor amigo? Os dije que este año prometía. Pero aún nos quedan muchas sorpresas, estoy segura.
Corren otros muchos rumores, como por ejemplo que nuestra querida diosa Bárbara ha discutido con su perfecto novio. Por eso aparece completamente sola por la puerta, pero no lo hace de cualquier manera. Dar una buena entrada es importante por no decir indispensable. Y aquí la tenemos, con su corta falda de tubo negra, su camiseta bastante suelta en blanco y sus tacones. Unas gafas de aviador de Ray-Ban y un caminar casi de pasarela. Solo le falta la música. Un tema como Problem de Natalia Kills, seguramente. Le habría ido perfecto. Esa chica realmente era todo un problema para cualquiera que intentara acercarse a ella. Su carpeta bajo el brazo, y la mirada perdida buscando a alguien. ¿A quién será esta vez? ¿Su querido novio o su ocupada mejor amiga Helena? No tarda en aparecer el enamorado de Raúl por la puerta y Bárbara parece querer comerle con la mirada.
— Pensaba que vendrías con Víctor. —La reina ya estaba con su típico tono superior que sacaría de quicio a cualquiera. Nunca sin apartar la mirada altiva.
— Buenos días, Bárbara, yo también me alegro de verte. Sí, también te he echado de menos durante las vacaciones. —El enamorado, como no, infringiendo normas. ¿Acaso no se entera de que el protocolo lo dicta ella y no él? Quizá por eso, sea uno de mis favoritos.— En cuanto a Víctor... ha dicho que vendría más tarde en moto.
El rostro de Bárbara es tal que un libro abierto en este tipo de situaciones, y en ella podemos leer perfectamente la decepción de las palabras que el chico enamorado acaba de soltarle.
— ¿Y a tu adorada Helena, la has visto?
Y ahora, el del rostro decepcionado parece ser él y no ella. Porque ahora quien muestra una sonrisa triunfal es la reina. Si creiáis que nadie podía disfrutar del sufrimiento ajeno más que Hitler, aquí tenéis a una futura representante a ello. Tras quedar claro que él no tiene respuesta alguna para ella, sus movimientos vuelven a hacerse presentes yéndose lejos de la puerta. Raúl la mira irse con gestos ligeramente más bajos. Pobre chico, en el fondo, cree haber perdido la partida y no solo contra Bárbara. Aún no sabe que la ha perdido contra uno de sus amigos, pero dadles tiempo. En este instituto, los secretos son de dominio público.
Tras desaparecer por las escaleras, de la puerta, que se abre cada poco, aparecen la secreta parejita feliz. Pero, parece ser que no están tan pegados y cariñosos como hace una hora. Buena suerte en ocultarle a todos una relación tan dramática. Los sentimientos a flor de piel de tres personas están en juego. O... puede que solo de dos. Sara aparece justo después que los mira como si tuvieran la peste o peor y desaparece tras chocar "accidentalmente" con Helena. Bonita entrada, Sarita, pero quizá necesites un arreglo físico para llamar más la atención. Aprende de la reina, para algo tiene un ridículo título.
Helena abandona la bonachona sonrisa que tenía por la compañía de su amado para dejarla en una mirada inquisitiva y de disgusto tras el choque con Sara.
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Bajo vigilancia.
Teen FictionDescubrir que la vida tiene sus inconvenientes puede ser un duro golpe, más aún cuando eres joven y crees que eres invencible. En esta historia, sus protagonistas se van a enfrentar a su propio destino, creyendo estar preparados y encontrándose con...