POV NARRADOR
-No debiste volver- le reclamó la anciana después de que Astrid le contara por completo la historia, sin omitir a nadie ni a nada –debiste quedarte con el-
-¿Qué es esto?- le preguntó mostrando el collar con el colmillo del dragón que Astrid tanto protegía
-Si la dueña de esto no conoce su funcionamiento, ¿Qué te hace pensar que esta humilde anciana si?-
-Siv- le reclamó Astrid
-Algunas cosas hija mía, no te las puedo explicar por qué están hechas para que las descubras por ti misma- la tranquilizó –todo lo que te puedo decir es que grandes batallas les esperan, y alma y corazón tienen que estar juntos-
-¿De qué estás hablando?-
-Ya lo entenderás- le dijo tranquila levantándose de su silla
-Tu sabias que los dragones se fueron ¿no es así?- Siv asintió tranquila -¿A dónde fueron?-
-Los dragones esperan pacientes, conservados en un sueño profundo esperando ser despertados por aquel destinado a hacerlos despertar y determinar de qué lado deben luchar-
-¿Hipo?... es el Maestro Dragón tiene sentido- Siv sonrió de lado
-Habrá un rey que luchará por la vida de los hombres y un rey que guiara a los dragones en esa batalla, pero él no será necesariamente el mismo-
-¿Un rey para los dragones?- preguntó curiosa -¿Cómo lo encontramos?- Siv colocó su mano en el corazón de Astrid
-Solo una valkiria puede hacerlo, ¿buena jugada de los dioses no?-
-Siv estoy enserio confundida- le reclamó Astrid
-Entonces estas a mitad del camino- le dijo acercándose a la puerta invitándola a salir, Astrid conocía esa seña de Siv, significaba que la anciana no estaba dispuesta a decir más.
***
Caminando por las calles de Naddod, Astrid trataba de encontrar respuestas a lo que Siv le había dicho, ¿de qué estaba hablando?, ¿Cómo ella podría encontrar a los dragones? O como mínimo a quien debe despertarlos, si no era Hipo ¿Quién?
Llegó a su habitación, estaba agotada y dos noches difíciles y dolorosas le esperaban, se recostó en la cómoda cama de Naddod sin cambiarse, odiaba los camisones que la hacían usar, dejó abiertas las cortinas, le gustaba ver la luna, al menos ella seguía siendo la misma que en su hogar.
Dio vueltas una y otra vez, sentía una cama absurdamente grande e innecesariamente suave, aventó todos los cómodos y suaves almohadones hechos de plumas conservando solo uno, se bajó de la cama y mandó al diablo el hermoso edredón blanco bordado con hilos de oro y solamente se cubrió con una humilde manta y al fin, pudo dormir un poco.
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LA ESPADA Y EL HACHA
FanfictionUna apuesta divina, el bien y el mal jugando sus mejores movimientos, una diosa dispuesta a equilibrar la balanza. El corazón se fue de Berk cuando tuvo que elegir entre su amigo o su pueblo, el alma nunca tuvo elección. Pero el destino es sabio y...