CAP 1. DIPLOMACIA

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POV Narrador

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POV Narrador

-Están aquí- expresó el centinela al jefe de la Tribu Wesster

-¿noticias de Naddod?- contestó el sereno y siempre tranquilo Ossur

-Los mercaderes que regresan del norte afirman haber visto a las embarcaciones a un día de aquí- el jefe asintió y comenzó a caminar al puerto a recibir a la última tribu que faltaba.

-Siempre es un gusto recibirte- le dijo extendiendo su mano que fue recibida por la fuerte mano de Estoico, jefe de la Tribu de Berk

-Ossur- le dijo correspondiendo su saludo y comenzando a caminar a su lado –esta reunión será interesante en definitiva- le dijo en su tono poco alegre y cansado que hacía unos 10 años había adquirido.

-Vaya que lo será- dijo en contraste divertido Ossur pensando en todo lo que implicaba esta reunión

-¿Tu amigo?- preguntó Estoico por aquel que hacía años trataba con los mercaderes del Norte.

-Llegará- respondió el jefe anfitrión, poco más joven que Estoico, más bajo que este también, sus cabellos negros y largos, sus ojos color miel, su piel con menos arrugas de las que debería y su cuerpo conservado eran símbolo de su relajada actitud hacia la vida. Ossur era de entre todos los clanes el jefe más amigable y bromista que había, casi solo igualado por su fiel compañero y jefe de la tribu Meathead, Mogadon.

Las tribus del Norte eran las dedicadas al comercio, todos los grandes y respetados mercaderes habían crecido en estos terrenos.

-Sigo sin poder entender cómo es que se aliaron con un traidor- reprochó el gran Estoico, mientras continuaba caminando a lado del otro entre los puestos que se habían instalado en la isla, siendo mercaderes por supuesto que aprovecharían la oportunidad de tratar de vender algo a los visitantes.

-Es un buen tipo, amigable, justo en sus tratos, buen jugador de Mazas y Garras, y tiene un dragón que te puede matar con un escupitajo...- se burlaba Ossur –además, con el nido destruido cortesía del muchacho tienes que admitir que a todos nos ha ido mucho mejor- le recordaba al aún renuente de aquella alianza Estoico.

-Sigue sin gustarme- refunfuñó

Aún con el nido destruido, que era el encargado de generar las redadas y ataques a los pueblos por parte de los dragones, gracias a la intervención de este famoso muchacho se habían detenido, en realidad, los clanes estaban divididos entre aceptarlo o no.

Por un lado habían clanes que no solo lo admiraban, sino que creían que la paz entre dragones y hombres era posible, pero habían otros, entre ellos Berk, que se negaban a aceptar tal cambio de mentalidad, para ellos los dragones eran las mismas bestias sin alma y salvajes con las que habían luchado por siglos.

Sin embargo, con una amenaza tan grande como aquella a la que se enfrentaban necesitaban toda la ayuda posible, y si eso incluía a un jinete de dragón y a un pueblo lejano, así lo harían.

LA ESPADA Y EL HACHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora