CAP 41. JUEGO DE LEALTADES

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POV NARRADOR

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POV NARRADOR

-¿Qué demonios?- dijo Estoico cuando comenzó a ver a lo lejos enormes llamas y una humareda que era capaz de tocar el cielo mismo, todos los jefes miraron completamente absortos por el danzar de las flamas

-Astrid- murmuró Moggadon

-Está igual de loca que tu hijo- se burló Ossur cuando comprendió lo que la ojiazul había hecho, Estoico solo asintió.

-Tenemos que regresar- dijo Moggadon tratando de dirigir el barco pero Estoico lo detuvo –no podemos abandonarla ahí-

-Si regresamos ella y nosotros estaremos muertos- le reprochó Estoico –si ella hizo esto, es porque tiene un plan de escape-

-Escúchame hermano...- intervino calmado Ossur –antes de pongamos un pie ahí, estaremos muertos, bajen las velas, navegaremos a velocidad baja, démosle oportunidad de que se reúna con nosotros...-

-¿Y si no lo hace?- preguntó preocupado el jefe

-Entonces tendremos que llegar rápido al mocoso con el dragón- lo tranquilizó –nosotros jamás lo lograremos, pero con Chimuelo, al menos Hipo tiene una oportunidad de sacarla-

Moggadon vio una última vez a Ossur, el tranquilamente asintió, el gran vikingo entonces clavó su mirada en el fuego y le rezó a cada uno de los dioses de Asgard que Astrid estuviera bien.

***

-Recuérdenme darle mis felicitaciones a Leah por su trato a los prisioneros- murmuró sarcástica para sí misma la ojiazul mientras sentada en una de las pequeñas camas que había en la celda pensaba su plan de escape.

Pensaba sus opciones, tenía que salir antes de que los jefes se alejaran mucho, no aguantaría el gélido mar hasta el archipiélago sola en una balsa.

Naddod no era un asunto fácil de librar, abrir siquiera esta celda ya era un reto.

La ojiazul levantó la mirada cuando escuchó pasos acercándose a ella y un rostro conocido abría la celda y dos guardias se posaron en la entrada

-Einar- murmuró ella sin levantarse, estoico y firme, el joven permaneció de pie mirándola de arriba abajo

-Y aun te piensas con el derecho de mirarme a los ojos-

-Lo lamento- se disculpó de corazón

-¿Por qué lo hiciste?-

-Naddod tiene que parar, destruye un archipiélago innecesariamente-

-El archipiélago nos declaró la guerra Astrid...-

-¿Según quién?, ¿mi tío? ¿Tu?- le reclamó poniéndose de pie

-El maestro dragón llevó a sus bestias a atacarnos en la reunión de los 10 clanes- Astrid negó

-Hi... el maestro dragón no hizo eso, fue un ataque fortuito, Einar, quien lanzó la primera flecha después de ese día fue Naddod- le recordó –y desde entonces no han parado de matarlos y atacarlos-

LA ESPADA Y EL HACHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora