Emma.
Saqué la tostada de Sophie en seguida mientras que la mía dejaba que se tostara más. Preparé los zumos, saqué la mantequilla y ayudé a Sophie a subirse a su silla.
-¿Qué se dice? - dije mientras me acercaba a su mejilla y le dejaba un beso.
-¡Gracias! - rió risueña y comenzó a devorar su desayuno. Me senté a su lado para desayunar con ella mientras mi padre aparecía por la cocina para despedirse de nosotras.
-Pasad un buen día chicas, os quiero - nos dio un beso a cada una y desapareció por la puerta.
Miré a mi hermana con dulzura. Agitó su cabeza con los ojos cerrados al darse cuenta de que el zumo estaba más ácido de lo normal. Me levanté removiéndola el pelo y recogiendo los restos del desayuno. Miré el reloj:
-Venga peque, tenemos que irnos - la bajé de su silla - Trae los zapatos que quieras ponerte mientras yo friego esto.
-¡Sandalias! - desapareció por el pasillo corriendo y riendo ella sola, era un sol de niña.
Fregué lo más rápido que pude, le dejé a mi padre una nota con lo que tenía que comprar al volver del trabajo y fui a mi habitación en busca de mis deportivas.
Mi hermana asomó la cabecita por la puerta y la guiñé un ojo antes de que entrara a mi habitación. Me traía sus sandalias favoritas y es que desde que había salido el primer rayo de sol en mayo no ha dejado de ponérselas día sí y día también.
Cada una cogió su mochila correspondiente y nos fuimos derechas a la estación, o nos dábamos prisa, o ambas llegaríamos tarde.
Mi hermana andaba casi más rápido que yo y me asombraba que una persona tan pequeña como ella pudiera tener tanta energía a las 07:00 de la mañana.
Subimos al tren, Sophie se sentó en mi regazo y apoyó su cabeza en mi pecho dispuesta a dormirse durante los 45 largos minutos que teníamos por delante.
-¡Ay! - se separó de repente asustándome a mí y a la mujer que teníamos al lado - Tienes que rellenarme esto - sacó un papel de su pequeña mochila - Es para el campeonato de fútbol de la semana que viene, en Valbebas - me reí al escuchar pronunciar a mi hermana el nombre de la ciudad deportiva del Real Madrid.
-Se llama Valdebebas, cariño - miré el formulario, saqué un boli y comencé a rellenar los datos.
Dejé a las 8 en punto a Sophie en el cole y me fui corriendo a coger el autobús para poder llegar a la Facultad. Llegaría 5 minutos tarde, pero eso ya no era ninguna novedad. Entré en clase a las 08:35 sintiéndome observada hasta que me colocaba en la última fila junto a Carla.
-¿Nunca se cansarán de mirar? - pregunté bajito mientras sacaba los folios y el bolígrafo.
-Es imposible no admirar tu belleza - la saqué la lengua y comencé a centrarme en la clase. Quedaba literalmente una semana para que los exámenes empezaran y no los llevaba tan bien como me gustaría.
En mitad de la clase, Carla me enseñó la pantalla de su móvil y pude ver dos mensajes de un tal Sergio:
"Tengo ganas de verte" 21:00
"¿Nos vemos mañana a las 21? Te invito a cenar" 21:00.
Carla tenía una sonrisa de oreja a oreja y yo la miré atónita.
-¿A qué esperas para responderle? Habrá pasado la noche esperando tu respuesta - susurré mientras la daba un codazo.
-Ya voy ya voy.
Me alegraba por ella, después del año que había pasado llorando por las esquinas por un tío que no merecía la pena había conseguido encontrar a su media naranja.
Y por otra parte estaba yo, que dedicaba toda su vida a la familia y no tenía tiempo ni para mimarse a sí misma. Miré a mi alrededor y vi a todas las personas perfectamente arregladas con camisa, algunas chaquetas y otras con falda e incluso tacones.
Mientras que yo vestía mis jeans más cómodos, una camiseta de manga corta con frase motivadora y mis deportivas que me permitían recorrerme Madrid de una punta a otra de la manera más cómoda. En el fondo era normal que me miraran como si este no fuera mi lugar.
Exactamente a la 1 del mediodía salimos de clase derechas a la cafetería para comer antes de que se llenara.
-¿A qué hora entras a trabajar hoy? - me preguntó Carla mientras cogíamos nuestro sitio favorito de la cafetería.
-A las cuatro tengo la primera clase , y acabaré sobre las 9.
-No sé cómo aguantas el ritmo Emma - me miró preocupada.
-Porque tengo que hacerlo, ya lo sabes.
-¿Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea? - agarré su mano fuertemente y asentí con la cabeza.
Carla era uno de los pilares de mi vida junto a mi hermana y a mi padre. Sin ellos no sería nada después de todo lo que pasó.
-Tengo que irme, si no estoy en casa a las 14:30 mi padre me mata - se levantó rápidamente y me dio un beso - Mañana nos vemos cielo, pasa buena tarde.
Todos teníamos que lidiar con nuestros problemas y el de Carla era su padre. Me fui a la biblioteca para poder acceder a uno de los ordenadores y continuar con mi investigación que había empezado 4 años antes.
"Katherine Parker" tecleé en Google y me salieron todos los artículos relacionados con su muerte, o asesinato diría yo.
Desbloqueé mi móvil viendo mi fondo de pantalla. Mi hermana y yo con las camisetas del Madrid y el Bernabéu de fondo aparecíamos en la pantalla. Sonreí automáticamente al recordar aquel día.
Me levanté de un salto y recogí mis cosas rápido y corriendo. Tenía que llegar al trabajo en menos de media hora y en ese momento me alegré de llevar puestas las deportivas.
Llegaría a casa a las 10 de la noche, hora perfecta para acostar a Sophie y cenar tranquilamente con mi padre, esos eran los momentos que más apreciaba en mi vida.
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?