44. ¿Cómo pasó?

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Emma.

Salí de trabajar incluso 15 minutos antes, había dejado todo recogido en la cafetería y mi compañera cerraría por mí. Me dirigí a la dirección que me había dado mi abuela, no sabía si estaba preparada para este momento, pero eran más las ganas que tenía de descubrir toda la verdad que el miedo a ella.

Mi abuela me esperaba en su cafetería favorita en la mesa del fondo a la derecha, desde la cual se podía ver pasear a la gente por las calles de Madrid. Esta cafetería me ha visto crecer junto a ella y junto a mi madre, era nuestra cafetería.

-Perdón por llegar tarde, el metro iba con retraso - dije mientras me acomodaba en el asiento.

-No te preocupes cariño, he pedido lo de siempre - asentí con la cabeza aguantando las ganas de llorar que me vinieron en ese momento, tener a mi abuela delante de mí era como tener un vivo recuerdo de mi madre.

-Sigo sin comprender qué es lo que ha pasado en estos tres años, así que por favor, comienza desde el principio - le supliqué callándome al ver venir a la camarera con nuestras bebidas. La mía, un delicioso batido de vainilla, parecía que habíamos retrocedido 5 años.

-Antes de nada, quiero que sepas que durante estos 3 años he intentado a volver a veros, a ti y a Sophie, pero cada vez que te veía la imagen de tu madre se aparecía en mi cabeza. Sé que no es una excusa pero ahora entenderás todo mejor.

21 de Junio de 2016

El teléfono suena a las 21 de la noche, los tres están cenando tranquilamente en el salón, la niña que acababa de cumplir hace poco los 4 años terminaba de comer su yogur, el padre limpiaba a la hija mientras admiraba cómo la pequeña se chupaba los dedos que habían quedado manchados y la madre se levantaba apresuradamente a coger el teléfono.

Sonrió al ver el nombre de su hija mayor.

-¡Es Emma! - gritó a su marido con alegría, la echaban tantísimo de menos. Hacía varios meses que habían empezado a realizar un bote para poder ir a visitarla. - Hola cariño - contestó emocionada.

-Mamá - supo que algo pasaba, porque pocas veces su hija sollozaba al otro lado del teléfono.

-¿Qué ha pasado cariño?

-Me he hecho daño mamá, no puedo andar y no puedo hacer nada, estoy en el hospital y no puedo volver a Madrid hasta que no baje la inflamación - lloraba cada vez más y su madre se subía por las paredes porque no entendía nada.

-Por favor, Emma tienes que tranquilizarte, ¿vale? Tienes que explicarme bien qué es lo que ha pasado.

-Joder, mamá, me he jodido mi futuro, no podré competir nunca más - entonces entendió que su hija no estaba de broma, que su mundo se estaba desmoronando y no estaba con ella porque un océano entero las separaba.

-Voy a ir al aeropuerto y cogeré el primer vuelo que haya, no te preocupes cariño, que no vas a estar sola.

Colgó rápidamente, metió toda la ropa que le cupo en su pequeña maleta de mano y puso al marido al corriente de todo sin que la pequeña se alarmara.

-Voy a llamar a mi madre para que me preste el dinero de camino al aeropuerto, que me haga una trasferencia o lo que sea pero no voy a dejar a mi hija sola.

A penas les dio tiempo a despedirse, un cálido beso y un abrazo fugaz que será el doloroso recuerdo para el padre de la última vez que vio a su mujer. Se montó en el coche y marcó el número de su madre, no lo cogió a la primera ni tampoco a la segundo, así que decidió poner rumbo al aeropuerto y llamarla de camino.

15 minutos después le cogió el teléfono.

-¿Laura? Acabo de ver tus llamadas perdidas ¿pasa algo? - preguntó preocupada.

-Sí, mamá, es Emma, tengo que ir a verla, es urgente. Está en el hospital. Necesito dinero para... - pero Laura dejó de hablar, prestó atención al coche que estaba en la cuneta, sin luces de emergencia y frenó bruscamente para ayudar.

-¿Laura estás ahí? - preguntó su madre.

-Espera mamá, hay un coche en medio de la carretera, parece como si se hubiera salido pero no tiene ningún golpe - miró por el retrovisor y agudizó la vista, parecía que había alguien sobre el volante del coche, tumbada, como si estuviera dormido.

-Hija, me estás asustando. No bajes del coche. - Le aconsejó. Ojalá la hubiera hecho caso.

-Espera un momento mamá, a lo mejor necesita ayuda, ahora vuelvo - bajó del coche con el corazón a mil.

Se acercó poco a poco hasta que se paró, la persona que estaba dentro no estaba dormida, estaba muerta y su asesino estaba dentro del coche. Laura se giró y echó a correr, entró en el coche y arrancó lo más rápido que pudo, pero su asesino tenía un as en la manga. Un coche apareció de la nada y lo recogió según salía del coche del muerto.

-¿Laura estás bien?

-Joder, mamá, llama a la policía, a quien sea, me están persiguiendo - miró por el retrovisor y vio las luces del coche que la seguía.

-¿Quién hija? - preguntó su madre con angustia mientras marcaba el número de la policía en otro teléfono.

-No lo sé, he visto algo que no tenía que ver, joder, joder, mamá te quiero muchísimo ¿me oyes? - dijo mientras su cara se bañaba en lágrimas, veía que el coche cada vez se aproximaba más y que ella tenía menos posibilidades de salir con vida.

-Ni se te ocurra despedirte de mí, tienes a una hija de 4 años que cuidar.

-Cuida de ellas ¿vale? Asegúrate de que Emma cumpla su sueño, que triunfe y que Sophie siempre se acuerde de mí - el final era inminente, estaba ahí en la siguiente curva acechando a Laura que dejaba el mundo sin saber cuál sería el futuro de sus hijas.

-Laura, por favor - su madre no escuchó nada más que cómo se estrellaba el coche, perdió la señal y el recuerdo de aquella última noche la atormenta cada vez que cierra los ojos.

La policía buscó pistas durante la siguiente semana pero decidieron cerrar el caso a los pocos días, y su familia decidió darle un entierro sin cuerpo, un adiós amargo y cerrar una herida de la que sigue brotando sangre.

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora