Marco.
20 de diciembre. Los días habían pasado demasiado rápido, las navidades estaban al caer y con ello mi vuelta a Mallorca durante una semana. No sabía exactamente si quería irme o no, porque irme supondría no pasar las navidades con Emma, pero también significaba pasar unos días en familia.
Bajé al salón y me encontré con Emma repasando para su próximo examen.
-Lo tienes en enero, no hace falta que te machaques tanto - estaba de espaldas y pasé mis manos por su cintura haciendo que se estremeciera y dejara los apuntes sobre el sofá.
-Es mi último examen antes de empezar las prácticas, quiero hacerlo bien.
-Y lo harás - besé su cuello. - ¿De verdad que no te importa? - sabía perfectamente a lo que me refería con esa pregunta.
-Marco, cariño, vete a Mallorca, de verdad, tu familia también te necesita y te echan de menos.
-Puedo irme unos días y estar aquí por Navidad, de verdad - insistí una vez más. Pero no me quedaba muy claro si insistía por ella o porque yo en realidad quería pasar las navidades a su lado.
-Ni se te ocurra, llevas queriendo ir a Mallorca desde que volviste la última vez, y yo no pienso ser el motivo por el que no vayas. - Si hace unos cuantos años me hubieran dicho que sacrificaría Mallorca por una chica, ni se me habría pasado por la cabeza.
Desde que Emma y Sophie se mudaron con su abuelo todo había cambiado entre nosotros, pero para bien. Salimos de aquel estancamiento que tanto me asustaba y comenzamos a navegar sin mirar a tierra.
Cines, escapadas, cenas y mi cama habían sido los protagonistas de estas últimas semanas. Así que se podría decir que mi miedo estaba en que a la vuelta nada fuera como antes.
-¿Qué es lo que pasa por esta cabecita de aquí? - Emma pasó su mano por mi pelo y me dio un pequeño beso.
-Te voy a echar muchísimo de menos.
-Será solo una semana, hablaremos todos los días - intentó tranquilizarme pero eso no bastó. - Todo seguirá igual, te lo prometo. - Había dado en el clavo.
-Me conoces demasiado - susurré apretándola más contra mí.
-Vas a perder el avión - pero en vez de apartarse, pegó un pequeño salto y rodeó mi cintura con sus piernas. Se removió entre mis brazos y me hizo enloquecer.
-No seas mala - pasó su lengua por mis labios, dándome un lametazo, sacando la fiera que lleva dentro y la que me hacía perder el control. Di unos pequeños pasos hasta que su espalda tocó la pared.
-Vas a llegar tarde - me provocó una vez más.
-Me da igual ese avión - le dije al oído y mi boca recorrió desde su lóbulo hasta el dobladillo de su camiseta. - Cogeré el siguiente si hace falta - subí hacia su cuello y finalicé atrapando su lengua.
Se retorció más entre mis brazos y se desenganchó de mí. Me apartó con su brazo, se recompuso y me miró con la mejor de sus sonrisas.
-Te llevo al aeropuerto - sonrió satisfecha y salió del salón. No era la primera vez que me dejaba así y tampoco iba a ser la última.
-Te la devolveré Emma, y lo sabes muy bien - por supuesto que lo sabía, y también la encantaba.
Me dejó en la puerta de Salidas del aeropuerto con toda la pena del mundo.
-Cualquier cosa que pase me llamas y ya sabes dónde está la llave de repuesto de casa - le repité nuevamente.
-Por favor, cariño, vete tranquilo ¿vale? Disfruta y desconecta un poco de la capital que lo necesitas.
La besé repetidas veces hasta que me obligó a entrar antes de que perdiera el avión de verdad. Nuestra segunda despedida, la primera fue cuando me fui a Estados Unidos a comenzar la pretemporada, y cada vez me dolía más separarme de ella.
Pasé el control de seguridad siendo consciente de que su mirada todavía estaba fija en mí. Con el corazón a mil, recogí las cosas que había dejado cobre la bandeja, levanté el tirador de la maleta y comencé a andar. Me di la vuelta, tuve que hacerlo, no pude resistirme.
Allí estaba ella, diciéndome adiós con la mano, con su sonrisa reluciente y su preciosa cara. "Joder, Marco, deja de ser tan dramático, la verás en una semana", me dije a mí mismo. La lancé un beso divertido y sabía lo que venía después, lanzó la mano al aire e hizo como si lo hubiera cogido a tiempo.
Me reí negando con la cabeza y me obligué a dirigirme a la zona de las pantallas para ver cuál sería la puerta de embarque. No dejé de pensar en ella, ni si quiera cuando estaba esperando a que mi maleta grande saliera por la cinta.
Mi padre, mi hermano, mis amigos me esperaban al otro lado de la puerta, lo sabía, y me moría de ganas por verles. Volví a recordar las palabras de Emma: "disfruta y desconecta".
Mis amigos me recibieron entre abrazos y collejas de cariño.
-Joder, cuánto te echábamos de menos Marco - me dijo uno de ellos.
-Prepárate que mañana tenemos planes desde primera hora de la mañana - comentó otro. Días enteros recorriendo las calas de la isla era nuestro mayor y mejor entretenimiento. Nos sabíamos todos los rincones desde que mi hermano se sacó el carnet de conducir. Fue el primero que lo hizo así que tuvimos que aprovecharnos de alguna manera.
Me separé de ellos y me dirigí a mi padre.
-Bienvenido a casa de nuevo, cariño - había estado conmigo bastante tiempo, sobre todo después de haber visto cómo Emma y Sophie intentaban huir de su casa. - ¿Estás bien? - Asentí con la cabeza porque no estaba tan seguro como decirlo en alto. - Van a estar bien.
Hasta que no me tumbé en mi cama no desconecté de verdad. Había estado dando mil vueltas a todo de camino a casa y había llegado a una conclusión. Era lo suficientemente maduro como para asumir que no podía estar pegada a mi novia las 24 horas del día y que tenía que disfrutar estos 7 días que estaba aquí. Porque sino disfrutaba ahora, lo echaría de menos nada más volver a la capital.
Lo que no sabía es que al día siguiente tendría una visita que haría de estos 7 días algo inolvidable.
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Aquí os dejo con un nuevo capítulo! Disculpad la espera, pero estoy de exámenes y a penas tengo tiempo para respirar. Ni se me ha pasado por la cabeza dejar la novela a medias, así que, aunque tarde varios días, no os preocupéis que habrá capítulo.Muchísimas gracias por leer mi historia! Os leo en comentarios 💕💫
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?