28. Denuncia.

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Marco.

20.15. Estaba en frente del portal que me había dicho Emma esperándola. Nos habíamos despedido esta mañana y ya la echaba de menos. Sabía que no iba a ser fácil, pero merecería la pena.

La vi salir del portal con un bolso y una carpeta grande de la mano. Llevaba el pelo recogido en una coleta y una bonita sonrisa se le dibujó en el rostro cuando me vio. Era preciosa y nunca me cansaría de decirlo.

-¡Hola! - entró en el coche y me dio un beso. - ¿Qué tal tu día? ¿Ya estás de vacaciones oficialmente?

-Sí, hasta el 8 de julio más o menos. - Puse el coche en marcha mientras ella se terminaba de poner el cinturón - ¿Y tus vacaciones cuando empiezan?

Me miró apenada y negó con la cabeza.

-Este año no hay vacaciones.

-¿Ha pasado algo? - pregunté preocupado. Había algo que no me estaba contando.

-Lo más lejos que iré con Sophie será a la piscina municipal y al parque - paré en un semáforo y apoyé mi mano sobre su muslo.

-Ya me encargaré yo de que estás vacaciones sean diferentes.

Nos miramos y mi cabeza comenzó a maquinar cualquier cosa que le hiciera feliz a Emma. Pero en realidad, no la conocía tanto como creía, y sabía que me quedaba un duro camino por delante para sorprenderla.

Llegamos a casa de Sergio a la hora justa, pero Emma me frenó antes de llamar al telefonillo.

-Tengo que pedirte disculpas - la miré extrañado porque no sabía de lo que me estaba hablando.

-¿Por qué?

-Por la manera en la que te he colgado esta mañana. Sophie estaba llorando, el suelo estaba lleno de cristales y me he puesto nerviosa - se llevó una mano a la cara y entonces me di cuenta de que llevaba una pequeña venda.

Cogí su mano con cuidado y la acaricié.

-¿Estás bien, Emma? - me miró fijamente y asintió con la cabeza. Sabía que era mentira, pero tampoco la presionaría ahora mismo. Pasé sus brazos al rededor de sus hombros y la atraje hacia mí.

En ese momento la puerta del jardín de Sergio se abrió y apareció él.

-¿Por qué lleváis aquí media hora? Os estamos viendo por la cámara - ambos soltamos una carcajada y entramos dentro dispuestos a solucionar la vida de Carla.

Estaba sentada en el sofá, arropada con una manta a pesar de que ya era julio y con una taza entre las manos. Algo había pasado. Al vernos se levantó y vino corriendo hacia mí.

-Todo se solucionará, cariño - dije mientras intentaba tranquilizarla entre mis brazos.

Carla y yo siempre habíamos sido inseparables desde que nos conocimos en las playas de Mallorca. Éramos los que mejor nos llevábamos dentro del grupo de amigos y todo el mundo era consciente de que teníamos una conexión especial.

-Quiero que acabe todo ya - me dijo antes de que Emma se uniera a nuestro abrazo.

Nos sentamos en el sofá dejando a Carla en medio de Emma y de mí. La miré más detenidamente y pude fijarme mejor en sus ojeras y en sus ojos rojos. Había pasado algo más porque ayer por la noche no estaba así.

-¿Qué ha pasado, cielo? - preguntó Emma con cariño mientras acariciaba su larga melena.

-Esta mañana me he levantado con un mensaje de mi padre en el móvil - lo desbloqueó y nos puso en pantalla un mensaje de texto.

"Carla, haz el favor de dejar de hacerte la víctima y volver a casa. Te necesito para que se cierre este negocio, no te puedes imaginar todo lo que nos va a dar. Así que, por favor, deja de ser una niña de 15 años y compórtate como te he enseñado. Acabarás cediendo por las buenas o por las malas".

Emma y yo nos miramos y no supimos qué decir. Se nos estaba yendo de las manos todo esto, teníamos que hacer algo antes de que el padre de Carla se volviera completamente loco.

-A ver - Emma se levantó y comenzó a pensar - Estamos estudiando derecho, se nos tiene que ocurrir algo, tiene que haber algo que se nos escapa - caminaba por el salón de un lado a otro mientras nosotros tres la mirábamos expectantes. - Ya lo sé. Ni se te ocurra borrar ese mensaje, haz una captura de pantalla y me lo pasas. Es una prueba clara de amenaza. Podemos denunciarle, Carla.

-No servirá de nada.

-Claro que sí, Carla. Servirá para ganar tiempo, seguro que le ponen una orden de alejamiento y tienes testigos suficientes para testificar contra él.

No sabía qué opinar porque ni sabía de leyes ni estudiaba derecho, así que dejé que Emma cumpliera el papel de consejera, pero Carla no parecía muy convencida.

-¿Pero cómo voy a denunciar a mi propio padre? -dijo mientras una lágrimilla se le escapaba. La cogí de la mano y la apreté fuertemente.

-Carla, es eso o te fugas del país hasta que tu padre se olvide de ti - Emma se acercó a ella y se arrodilló para acariciar sus piernas de forma cariñosa - Cielo, no estás sola.

-Vamos a apoyarte - fue Reguilón quien habló sentándose al otro lado de Carla.

-¿Puedo quedarme contigo? - le preguntó Carla - Sabe perfectamente donde vive Emma y creo que alguna vez le he mencionado la dirección de Marco.

-Claro que puedes quedarte - Sergio le acarició la mejilla - Esta es tu casa.

Emma y yo nos miramos porque pudimos percibir el amor que había entre Sergio y Carla. Me alegré por los dos, porque ambos necesitaban sentirse queridos de una forma que Emma o yo no les podemos dar. Y, a la vez, Emma y yo estábamos en la misma posición que ellos.

-Pues venga, ese ánimo arriba - Emma se levantó y obligó a Carla a hacer los mismo - Date una buena ducha y vamos a pedir algo de cena ¿no? Que ya va siendo hora.

Sergio y yo nos reímos y nos pusimos manos a la obra eligiendo a qué sitio pediríamos. Emma fue a la cocina a coger algo de beber y dejó su móvil encima de la mesa del salón dónde estábamos sentados Sergio y yo. Su pantalla se iluminó y comenzó a sonar, pude ver el nombre del padre de Carla reflejado en pantalla.

-¡Emma! ¡Corre, tu teléfono! - salió de la cocina pitando y llegó al salón. - Es el padre de Carla.

Ella suspiró y nos hizo un gesto para que estuviéramos callados.

-¿Si? - contestó. - No, Fernando, de verdad que no sé dónde está. - Emma se llevó una mano al pelo moviéndolo nerviosa - Ayer yo no salí, me quedé en casa cuidando de mi hermana. - Mi pulso empezó a acelerarse. - Si me entero de algo te llamo, no te preocupes.

Colgó el teléfono y nos miró seriamente.

-Ni una palabra de esto a Carla ¿vale? Como si no hubiera pasado nada. Mañana mismo vamos a denunciarle.

No dijimos absolutamente nada, Sergio y yo asentimos con la cabeza e hicimos como ni nada cuando Carla bajó las escaleras vestida y con una mejor cara. Pasamos la noche entre risas intentando obviar todo lo que se nos venía encima.

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora