3. Autógrafo.

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Emma.

¿Qué probabilidades había de que pinchara una rueda justamente hoy cuando tenía que exponer un trabajo en menos de dos horas y mi hermana tenía un examen a media mañana? Marco se quedo mirándome fijamente mientras yo intentaba guardar la compostura, porque obviamente le había reconocido desde que había puesto un pie en el asfalto.

Pero, al fin y al cabo, era una persona normal y corriente como todos los demás.

-¿Puedes ayudarnos a arreglar esto? - mi hermana señaló la rueda y rompió el contacto que había entre los dos.

-Por supuesto - me volvió a mirar - Pero tiene que bajarse del coche para poder poner el gato.

Miré insegura a mi hermana, no me hacía ninguna gracia que estuviera en la carretera así que me quité el chaleco se lo puse y la dejé sentada a nuestro lado, lo más lejos posible de la carretera.

-No te muevas ¿vale? - saqué también su mochila del coche - Puedes colorear o repasar para el examen.

Ella sonrió y no tardó en sacar su cuaderno de mandalas del que no se separaba nunca. Miré a Marco de nuevo y le sonreí.

-Bueno, parece que tienes más idea que yo así que ¿por dónde empezamos?

Él se rió y se dirigió al maletero.

-Lo primero de todo - cogió el triángulo y me lo tendió - Pon el triángulo mientras voy sacando lo demás. 

Asentí con la cabeza y comencé a contar los pasos para poner a la distancia correcto el triángulo. Cuando volví ya había puesto el gato y se disponía a aflojar los tornillos de la rueda.

-Tienes que apoyarte ahí para aflojar el tornillo, yo es que esta fase es la que peor llevo - reí ante su comentario y apoyé mi pie sobre la llave.

Di fuerte, pero nada, no había manera. Entonces decidí apoyar prácticamente todo mi peso en la pierna para que el tornillo cediera. Sophie nos miraba fijamente, y justo cuando quedé prácticamente apoyada sobre una de las piernas Sophie se levantó corriendo hacia mí.

-¡Emma! ¡Cuidado con el pie! - perdí completamente el equilibrio y vi mi cara sobre el asfalto, pero Marco me cogió del brazo justo antes de que cayera.

-¿Estás bien? - me preguntó preocupado.

-Sí sí, no te preocupes - recuperé la compostura y Sophie se agarró a mi pierna.

-Cariño, no pasa nada - la cogí en brazos para que se calmara - Estoy bien, Marco me ha ayudado.

Me miró con el ceño fruncido. No estaba muy convencida de eso, así que pasó sus manos por mi cuello y me abrazó fuertemente. Después de todo lo que pasó tiene pánico a que a mi padre o a mí nos suceda algo malo. Y no la culpo, porque a mí me pasa exactamente lo mismo.

Marco se dio media vuelta y fue a su coche, le miré extrañada analizando cada uno de sus movimiento. Cogió algo, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia nosotros. Le dio un par de toquecitos en el hombro a Sophie que la miró con los ojos brillantes. 

-¿Te gusta la fresa? - mi hermana asintió con la cabeza. - Pues creo que tengo algo para ti. 

Sacó la mano de detrás de su espalda mientras enseñaba una piruleta en forma de corazón.  A Sophie se le hizo la boca agua y se tiró completamente a sus brazos. Reí, porque nunca había visto a mi hermana irse con otra persona que no fuera yo o mi padre. 

-¿Quieres quedarte en mi coche mientras te comes la piruleta? - dijo Marco con voz dulce. 

-Sii - mi hermana sonrió y mi mundo cobró sentido. 

Él la llevó hasta el asiento trasero de su coche dejando la puerta que más cerca quedaba del borde de la carretera abierta y bloqueando la otra para que no pudiera salir por el lado de la carretera, parecía que tenía experiencia con niños. 

-¿Continuamos? - me dijo sin pedir explicaciones sobre todo lo que había pasado. 

-Sí, por favor - miré la hora, eran las nueve y media - Tenemos las dos un examen dentro de dos horas y media y tenemos que llegar como sea a clase. 

-No te preocupes, me encargaré de ello - me volvió a sonreir antes de terminar de aflojar los tornillos. 

¿De verdad se podía sonreír tanto en apenas media hora? Me quedé embobada mirando cómo cambiaba la rueda, se le tensaban los músculos del brazo y se estaba llenando las manos de grasa. Cuánto más le miraba, más guapo me parecía. Agité la cabeza para quitar esos pensamientos de mi cabeza. 

Eran las diez en punto cuando la rueda estaba perfectamente cambiada y yo le daba algunas toallitas de Sophie a Marco para que se limpiara. 

-Muchísimas gracias de verdad ¿cómo puedo agradecértelo? 

-Haciendo genial esa exposición que tienes en dos horas - me guiñó un ojo y yo sonreí como una tonta. 

En ese momento, Sophie bajó del coche con un boli y su cuaderno de mandalas.

-¿Me puedes firmar un autogafo? - ambos nos miramos y reímos.

-Se dice autógrafo cariño - la corregí mientras acariciaba su pelo.

Marco encantado cogió el boli, el cuaderno y se apoyó en el capó del coche para firmárselo. Mi hermana no dejaba de mirarle hasta que me miró a mi. 

-Nos vamos a hacer una foto con él ¿verdad? - le tendí el móvil a la pequeña y cuando Marco terminó con el cuaderno prestó atención a mi hermana que el tendió el móvil. 

Él sonrió y se agachó para hacerse una foto con mi hermana. 

-¿Tú no quieres una? - me preguntó mientras analizaba mi reacción. Por supuesto que la quería ¿quién no?

-Hombre, si me lo pides así no me quedará más remedio - él rió ante mi broma y me puse a su lado.

Nos hicimos la foto y nos preparamos para irnos. 

-¿Puedo haceros una pregunta? - me paré justo antes de montarme en el coche. 

-Sí, claro. 

-¿Qué hacíais por aquí? - me extrañó demasiado ese interés, pero era una persona inofensiva y sabía que simplemente era mera curiosidad. 

-He venido a entregar unos papeles de mi hermana para el campeonato que hacen de fútbol - miré a Sophie que estaba comenzando a ponerse nerviosa porque no me montaba en el coche. 

-Así que la adorable Sophie es tu hermana y juega al fútbol - asentí ante la afirmación de Marco. - Ha sido un placer. 

-Igualmente. 

Me metí en el coche y llevé a Sophie hasta el cole para después poner rumbo a la universidad. No entré a clase y me quedé en la biblioteca repasando para el examen, mejor dicho, pensando en todo lo que acababa de pasar. Cogí mi móvil y vi la foto en la que salía con Marco, era preciosa. 

Y lo que no sabía yo era que sería la primera de muchas. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora