Marco.
Vi el balón llegar hasta a mí, la posición estaba clara, el hueco de los defensas era más grande del necesario y no me lo pensé dos veces. Eran esas cosas que sabes que tienes que hacer de manera mecánica, ni si quiera las piensas. Incliné mi cuerpo y pegué al balón como mejor se me daba. El arquero no pudo hacer nada, ni si quiera lo vio venir y el marcador subió a 2.
La gente gritó y yo corrí por la banda señalando mi número, llegaron los empujones y los abrazos de mis compañeros, era una sensación que jamás podría describirla. Una sensación de satisfacción y orgullo, joder, estaba en el Real Madrid, había llegado hasta aquí y dedicaría todos y cada uno de los goles de mi carrera a mi mayor fan, mi madre.
Sabía que mi padre y mi hermano me estarían viendo, que Sophie correría por el palco de un lado a otro y que Emma sonreiría de felicidad porque ella más que nadie había estado sufriendo mi falta de gol.
Aún quedaban 30 minutos del partido, lo teníamos hecho, pero no queríamos descuidarnos porque no era la primera vez que nos empataban en la recta final del partido. Controlé una vez más el balón fuera del área, me seguía un defensa, iba a presionarme y no tenía a nadie cerca que me pudiera apoyar, así que intenté deshacerme de él.
Fue ahí, en ese movimiento, cuando noté que nada volvería a ser como antes, que la vida me había puesto una gran piedra en el camino y que tardaría mucho en volver a tener el balón entre mis pies. Caí, con la mano levantada para que vinieran cuanto antes a por mí, furioso, asustado y a punto de perder el control de mí mismo.
El árbitro me preguntó algo, no supe bien el qué, pero al ver mi cara creo que no hizo falta que le respondiera. Ramos se acercó a mí, y algunos más del equipo.
-¿Qué pasa, Marco? - dijo preocupado mientras me daba unas cuantas palmaditas en la cara.
-La rodilla, joder - cogí mi camiseta dejando el torso al aire y me la llevé a la boca para mordelarla. Di varios puñetazos a la hierba, cabreado. - Me he roto - le dije a uno de los fisios que llamaron automáticamente a la camilla.
-Te recuperarás - me aseguró Ramos antes de acariciarme la cabeza y dirigiendo su mirada al banquillo para ver quién saldría en mi lugar.
Dejé que la angustia recorriera mi cuerpo intentando esconderme detrás de un trozo de tela. ¿Qué iba a pasar? ¿Sería como todos aquellos que tras una lesión no son los mismos? ¿Una vez que te lesionas nunca vuelves a estar al mismo nivel? ¿Mi carrera se ha acabado aquí? ¿Me seguirán queriendo en el Real Madrid?
Cuando me quité la camiseta de la cara y abrí los ojos estaba en la sala de rehabilitación del vestuario.
-Marco, solo te pido que ahora estés tranquilo ¿vale? Necesito que me expliques qué has sentido - me pidió uno de los fisios. Asentí con la cabeza y comencé a hablar.
-La rodilla izquierda, he sentido como un "clac" justo cuando la he apoyado. No sé cómo ha pasado, ni el movimiento que he hecho. - Respiraba con dificultad y sentía como si alguien estuviera presionando mi estómago. El fisio me miró muy seriamente, y suspiró antes de tocarme la zona afectada. - Ahí, ahí, me duele.
Miré la rodilla y empezaba a inflamarse.
-Te vas a ir ahora mismo a la clínica, te harán las pruebas y te quedarás en observación hasta su resultado ¿vale? Mañana a primera hora iré para saber el diagnóstico.
- Pinta muy mal ¿verdad? - dudó y cuando él dudaba era porque no quería ser demasiado duro con nosotros.
-No te voy a mentir, es muy probable que tengamos que intervenir, pero no sabemos hasta qué punto es grave. Voy a dar el aviso a la ambulancia ¿avisas tú a tu familia o lo hago yo?
-Hazlo tú, por favor - porque no soportaría decir en voz alta lo que acababa de suceder.
Esperé 5 minutos a que vinieran a por mí y me llevaran a la ambulancia. Quería llegar ya a la clínica, que me hicieran todas las pruebas y me dijeran lo que tenía porque muchas veces era peor la incertidumbre que la realidad.
No sabía qué hora era, cómo había terminado el partido, ni si mi familia habían llegado ya a la clínica. Me llevaban de un lado a otro, primero me llevaron a una habitación, me pusieron hielo y me dieron algo para el dolor porque cuanto más tiempo pasaba, más me dolía.
Después me hicieron una radiografía, tumbado y de pie, y por último una resonancia. Creo que ahí ya había sucumbido, se me hizo eterno, el frío se coló en mis huesos y tiritaba. Las luces se encendieron y una mujer de mediana edad entró con una manta.
-Cariño, necesitamos que no te muevas para poder hacerte bien la resonancia.
-Lo...lo siento, es que aquí hace muchísimo frío. - Me tocó la frente y me miró extrañada.
-Tienes un poquito de fiebre - extendió la manta y la puso sobre mí. - ¿Mejor? - asentí con la cabeza. - Nos quedan solo 15 minutos, te lo prometo, luego te subimos a planta y podrás ver a tu familia.
Sonreí todo lo que pude y traté de tranquilizarme. 15 minutos. Menos de media hora, podía hacerlo, tenía que hacerlo. Entré un poco más en calor con la manta y cuando me subieron a la habitación habían puesto la calefacción a tope. Eché un vistazo rápido a mi alrededor, encima de la mesita estaban mis cosas personales, la cartera, el móvil y las llaves del coche y de casa. En el sofá mi ropa que había llevado puesto junto a mi mochila. Habían cogido mis cosas del vestuario.
Cogí el móvil, el reloj marcaba las doce y media de la noche, y las interacciones se habían disparado. Todo el mundo me deseaba lo mejor, que no me preocupara porque no sería nada y que pronto estaría de vuelta en el terreno de juego. Quise creerme todos esos mensajes, lo intenté, pero mi conciencia era mucho más poderosa que yo.
No estaba bien, y por mucho que quisiera convencerme de lo contrario tenía que mentalizarme del diagnóstico que me darían en a penas unas horas.
Estaba cayendo por un precipicio y ni si quiera era consciente.
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Aquí tenéis el nuevo capítulo. Ha habido algún problema con la publicación y he debido borrar la parte y volver a publicarla. Dejadme en los comentarios si habéis podido leerla sin problema!!Muchísimas gracias.
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?