Marco.
-Pero dila que la quieres ver, no es tan complicado - insistí una vez más a Reguilón.
Me estaba poniendo muy nervioso, pero no solo a mí, sino también a Marcos que estaba a mi lado.
-Y dila que la invitas a cenar mañana - añadió Marcos.
Sergio suspiró y pude ver cómo sus dedos temblaban. No lo iba a escribir, así que le quité el móvil y fui lo suficientemente rápido como para escribirlo antes de que pudiera detenerme.
-¿Por qué lo has hecho Marco? - se quejó mientras esperaba la respuesta de la chica.
-Porque llevas más de un mes hablando con ella y todavía no os habéis visto. Te lo he repetido un millón de veces, la conozco y es un cielo de niña. Sabe de sobra quién eres ¿de qué tienes miedo?
Me miró cabizbajo mientras se sentaba de nuevo al lado de Marcos.
-De que me quiera por mi fama, tú sabes lo que es eso Marco - alcé las cejas, había sido un golpe bajo.
-Como me vuelvas a repetir que Valentina... - pero Marcos no me dejó acabar.
-Ya basta chicos.
Me di media vuelta y salí del salón para dirigirme al jardín. El perro de Marcos me dio la bienvenida y cogí su pelota para tirársela. Estábamos en su casa e íbamos a cenar juntos, faltaba por llegar Isco con Sara y el niño, y Nacho con su mujer y los niños. Nos íbamos turnando de casa cada fin de semana y pasábamos más tiempo juntos alejados del mundo de fútbol. Y más esta temporada, lo necesitaba.
Reguilón salió al jardín y se puso a mi lado.
-Marco...yo... - no deje que hablara.
-No pasa nada Sergio, sé que no debí mandar los mensajes por ti, pero es que me da rabia - le miré a los ojos - Cada vez que me llama no para de hablarme de ti, ha estado jodida durante meses por un imbécil que no supo valorarla. Y sé que tú la vas hacer feliz.
Me frustraba ver cómo dos personas que tenían ganas de conocerse dejaban de hacerlo por miedo a enamorarse. Y es que el amor puede ser tan bonito como cabrón.
-¿Qué ha pasado con Valentina? - pasó una mano por mis hombros y me atrajo hacia él.
-Tenía...cosas que hacer.
-Marco... - iba a reprocharme.
-La quiero ¿vale? Y ella a mí, es simplemente que está agobiada con los estudios y demás.
Reguilón iba a decir algo, pero el timbre nos interrumpió y la voz del pequeño Isco inundó toda la casa de Marcos. La felicidad se expandió y me sentí reconfortado.
Llegué a casa a eso de la una de la madrugada, mañana teníamos día de descanso y no teníamos que madrugar. Entré en casa y vi la luz del salón encendida, Valentina estaba aún despierta.
-Buenas noches cielo - me acerqué a darle un beso, pero se apartó y me miró enfadada.
-¿Dónde has estado? - suspiré, siempre era lo mismo.
-Con los chicos y los niños en casa de Marcos, ya te lo he dicho.
-¿Hasta tan tarde? - me senté a su lado y la cogí de la mano.
-Sabes que mañana tenemos el día libre - me miró con el ceño fruncido - ¿Qué te pasa?
Cerró el portátil que tenía encima de sus piernas y lo dejó en la mesa cabreada.
-Me pasa que he estado toda la tarde aquí, sola, agobiada con los estudios mientras tú te lo pasabas bien con tus amigos - me estaba empezando a dar dolor de cabeza.
Iba a reprocharla, pero sabía que acabaría saliendo perdiendo así que decidí agachar la cabeza y disculparme, como siempre.
-Lo siento, la próxima vez te vienes y así te despejas - la toqué la mejilla y sonrió.
Pasó sus manos por mi cintura y me abrazó. Cerré los ojos y me dejé llevar por sus caricias, era esta Valentina la que me gustaba y no la que se ponía celosa cada vez que salía de casa sin ella.
Pero a la mañana siguiente necesitaba desconectar y pensar en lo que hemos hablado Reguilón y yo más de una vez, si todo esto merecía la pena. ¿Quién lo sabía? Si fuera tan fácil adivinar el futuro todo sería muy diferente. Le preparé el desayuno y le dejé una nota sobre la mesa.
Saqué el coche del garaje y puse rumbo a Valdebebas, aún era pronto así que no habría nadie en las instalaciones. Pero según me aproximaba a los campos de fútbol pude ver un coche negro apartado en el arcén y a una chica con el chaleco amarillo intentando poner el triángulo.
Automáticamente me paré delante de ella y bajé del vehículo para ayudarla.
-Parece que tienes problemas con eso - se giró asustada, no se había dado ni si quiera cuenta de que había parado delante de ella.
-Joder, qué susto me has dado - se quedó mirándome fijamente, pero en ningún momento reconoció quien era, o simplemente no quiso mostrarlo - He pinchado.
La chica señaló la rueda trasera de su coche mientras suspiraba resignada.
-Llevo media hora intentando cambiar la rueda, pero...
En ese momento una de las puertas traseras se abrió y una pequeña cabecita asomó por ella.
-Emma, que no vamos a llegar a clase - era rubia y tenía unos ojos azules como los de la chica. No se dio cuenta de mi presencia hasta que carraspeé un poco. Abrió los ojos de par en par y se dispuso a bajar del coche.
-Cariño, no, ¿qué te he dicho sobre bajar del coche?
-Que no puedo porque pasan coches y es peligroso - la niña puso los ojos en blanco y se quedó mirándome - Pero es Marco, quiero acercarme - me reí ante la escena tan graciosa que estaba viviendo.
-No te preocupes, ya me acerco yo - fui hasta la puerta y me puse de cuclillas para estar a la misma altura que ella.
-¿Eres de verdad? - me examinó fijamente y no pude evitar reír.
-Pellízcame a ver si soy de verdad - le puse el brazo delante de ella y me hizo caso. Cuando comprobó que tras el pellizco no me había movido, estiró los brazos y me atrajo hacia ella.
-¡Sophie! - gritó la chica mientras se acercaba a nosotros - Le vas hacer daño.
-No te preocupes.
Me separé de la niña y me quedé mirándola, era guapísima. Tenía el pelo castaño y rizado que caía por su espalda y unas pequeñas pecas en sus mejillas. Y sus ojos era...de otro mundo. Un azul intenso que te atrapa y que es como el agua, podía ver mi reflejo sobre ellos.
No sé por qué, pero tuve la necesidad de quedarme con ella.
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?