2. Pinchazo.

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Marco.

-Pero dila que la quieres ver, no es tan complicado - insistí una vez más a Reguilón.

Me estaba poniendo muy nervioso, pero no solo a mí, sino también a Marcos que estaba a mi lado.

-Y dila que la invitas a cenar mañana - añadió Marcos.

Sergio suspiró y pude ver cómo sus dedos temblaban. No lo iba a escribir, así que le quité el móvil y fui lo suficientemente rápido como para escribirlo antes de que pudiera detenerme.

-¿Por qué lo has hecho Marco? - se quejó mientras esperaba la respuesta de la chica.

-Porque llevas más de un mes hablando con ella y todavía no os habéis visto. Te lo he repetido un millón de veces, la conozco y es un cielo de niña. Sabe de sobra quién eres ¿de qué tienes miedo?

Me miró cabizbajo mientras se sentaba de nuevo al lado de Marcos.

-De que me quiera por mi fama, tú sabes lo que es eso Marco - alcé las cejas, había sido un golpe bajo.

-Como me vuelvas a repetir que Valentina... - pero Marcos no me dejó acabar.

-Ya basta chicos.

Me di media vuelta y salí del salón para dirigirme al jardín. El perro de Marcos me dio la bienvenida y cogí su pelota para tirársela. Estábamos en su casa e íbamos a cenar juntos, faltaba por llegar Isco con Sara y el niño, y Nacho con su mujer y los niños. Nos íbamos turnando de casa cada fin de semana y pasábamos más tiempo juntos alejados del mundo de fútbol. Y más esta temporada, lo necesitaba.

Reguilón salió al jardín y se puso a mi lado.

-Marco...yo... - no deje que hablara.

-No pasa nada Sergio, sé que no debí mandar los mensajes por ti, pero es que me da rabia - le miré a los ojos - Cada vez que me llama no para de hablarme de ti, ha estado jodida durante meses por un imbécil que no supo valorarla. Y sé que tú la vas hacer feliz.

Me frustraba ver cómo dos personas que tenían ganas de conocerse dejaban de hacerlo por miedo a enamorarse. Y es que el amor puede ser tan bonito como cabrón.

-¿Qué ha pasado con Valentina? - pasó una mano por mis hombros y me atrajo hacia él.

-Tenía...cosas que hacer.

-Marco... - iba a reprocharme.

-La quiero ¿vale? Y ella a mí, es simplemente que está agobiada con los estudios y demás.

Reguilón iba a decir algo, pero el timbre nos interrumpió y la voz del pequeño Isco inundó toda la casa de Marcos. La felicidad se expandió y me sentí reconfortado.


Llegué a casa a eso de la una de la madrugada, mañana teníamos día de descanso y no teníamos que madrugar. Entré en casa y vi la luz del salón encendida, Valentina estaba aún despierta.

-Buenas noches cielo - me acerqué a darle un beso, pero se apartó y me miró enfadada.

-¿Dónde has estado? - suspiré, siempre era lo mismo.

-Con los chicos y los niños en casa de Marcos, ya te lo he dicho.

-¿Hasta tan tarde? - me senté a su lado y la cogí de la mano.

-Sabes que mañana tenemos el día libre - me miró con el ceño fruncido - ¿Qué te pasa?

Cerró el portátil que tenía encima de sus piernas y lo dejó en la mesa cabreada.

-Me pasa que he estado toda la tarde aquí, sola, agobiada con los estudios mientras tú te lo pasabas bien con tus amigos - me estaba empezando a dar dolor de cabeza.

Iba a reprocharla, pero sabía que acabaría saliendo perdiendo así que decidí agachar la cabeza y disculparme, como siempre.

-Lo siento, la próxima vez te vienes y así te despejas - la toqué la mejilla y sonrió.

Pasó sus manos por mi cintura y me abrazó. Cerré los ojos y me dejé llevar por sus caricias, era esta Valentina la que me gustaba y no la que se ponía celosa cada vez que salía de casa sin ella.

Pero a la mañana siguiente necesitaba desconectar y pensar en lo que hemos hablado Reguilón y yo más de una vez, si todo esto merecía la pena. ¿Quién lo sabía? Si fuera tan fácil adivinar el futuro todo sería muy diferente. Le preparé el desayuno y le dejé una nota sobre la mesa.

Saqué el coche del garaje y puse rumbo a Valdebebas, aún era pronto así que no habría nadie en las instalaciones. Pero según me aproximaba a los campos de fútbol pude ver un coche negro apartado en el arcén y a una chica con el chaleco amarillo intentando poner el triángulo.

Automáticamente me paré delante de ella y bajé del vehículo para ayudarla.

-Parece que tienes problemas con eso - se giró asustada, no se había dado ni si quiera cuenta de que había parado delante de ella.

-Joder, qué susto me has dado - se quedó mirándome fijamente, pero en ningún momento reconoció quien era, o simplemente no quiso mostrarlo - He pinchado.

La chica señaló la rueda trasera de su coche mientras suspiraba resignada.

-Llevo media hora intentando cambiar la rueda, pero...

En ese momento una de las puertas traseras se abrió y una pequeña cabecita asomó por ella.

-Emma, que no vamos a llegar a clase - era rubia y tenía unos ojos azules como los de la chica. No se dio cuenta de mi presencia hasta que carraspeé un poco. Abrió los ojos de par en par y se dispuso a bajar del coche.

-Cariño, no, ¿qué te he dicho sobre bajar del coche?

-Que no puedo porque pasan coches y es peligroso - la niña puso los ojos en blanco y se quedó mirándome - Pero es Marco, quiero acercarme - me reí ante la escena tan graciosa que estaba viviendo.

-No te preocupes, ya me acerco yo - fui hasta la puerta y me puse de cuclillas para estar a la misma altura que ella.

-¿Eres de verdad? - me examinó fijamente y no pude evitar reír.

-Pellízcame a ver si soy de verdad - le puse el brazo delante de ella y me hizo caso. Cuando comprobó que tras el pellizco no me había movido, estiró los brazos y me atrajo hacia ella.

-¡Sophie! - gritó la chica mientras se acercaba a nosotros - Le vas hacer daño.

-No te preocupes.

Me separé de la niña y me quedé mirándola, era guapísima. Tenía el pelo castaño y rizado que caía por su espalda y unas pequeñas pecas en sus mejillas. Y sus ojos era...de otro mundo. Un azul intenso que te atrapa y que es como el agua, podía ver mi reflejo sobre ellos.

No sé por qué, pero tuve la necesidad de quedarme con ella.

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora