63. Todo está bien.

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Marco. 

Iba a darme un ataque al corazón. Fue Sergio quién llamó a la policía sin dar su nombre porque yo no podía ni hablar. Quería ver ya a Emma, asegurarme de que estaba bien y marcharnos a casa. Quería comernos aquella deliciosa comida china que había traído Carla y pasar una noche los cuatro, tranquilos, sin preocupaciones. 

-Carla, por favor, cuánto queda para llegar al dichoso parking - gruñí entre dientes. 

Al parecer íbamos a encontrarnos a mitad de camino, en un área de descanso que contaba con un motel y una gasolinera. Entonces lo vi. Las luces del sitio parpadeaban y unos cuantos coches estaban dispersados a lo largo del parking. Había uno con las luces encendidas, era ella, era Emma. 

Carla aparcó justo al lado y yo salí cojeando, sin ni siquiera acordarme de coger las muletas necesitaba verla. Abrió la puerta y nos miramos fijamente. Su labio temblaba. Parecía ser mucho más pequeña que esta mañana. Estaba pálida y unas gotas rojas corrían por su mejilla derecha. Estaba sangrando. 

-Lo siento muchísimo - fue lo único que dijo antes de estallar.

Me abalancé sobre ella, necesitaba tocarla, saber que estaba ahí conmigo. Carla y Sergio también se acercaron y se unieron al abrazo. 

-Tenemos que volver a casa chicos, antes de que la policía aparezca - dijo Sergio separándose de nosotros. 

-Yo voy con Emma en su coche, nos vemos en casa - Sergio me tendió las muletas y me dirigí al otro lado del coche. 

-Marco - sonó casi como un susurro, era la voz de Emma. -Tienes que sentarte detrás, la ventana está rota y está todo lleno de cristales. 

Quise preguntarle qué estaba pasando, dónde se había metido y por qué tenía esa expresión de culpabilidad. Pero simplemente asentí con la cabeza, lo único que quería era llegar a casa y sentirnos a salvo antes de que comenzara a contarnos todo. 

El camino fue en silencio, siguiendo el coche de Carla y sintiendo el aire que se colaba por la ventana. Emma todavía seguía tensa, su brazos estaban rígidos y su mirada no dejaba de dirigirse al espejo retrovisor para saber si alguien nos seguía. 

Hasta que no estuviéramos encerrados entre las cuatro paredes de mi casa, ninguno nos quedaríamos tranquilos. Emma metió el coche en el garaje mientras Carla lo aparcaba fuera. Entramos en casa, nos sentamos en el sofá salvo Emma que se quedó de pie frente a nosotros. 

-Habla de una maldita vez Emma - exigió Carla dejándose llevar por sus nervios. 

-No había opción, tenía que hacerlo para que desapareciera de nuestras vidas de una vez por todas. 

-¿Quién? - pregunté notando cómo la tensión abandonaba mi cuerpo y daba paso al cansancio. 

-Mi padre - me miró y vi lo rota que estaba por dentro. No quedaba rastro de la Emma de la que me había enamorado.

-¿Qué has hecho? - preguntó Carla con miedo. 

- He firmado el papel que le cede todos los bienes que mi madre había dejado a mi nombre para desvincularme de él. 

Joder. Podía haber esperado cualquier cosa menos eso. 

-Le di la oportunidad de cambiar, de volver a ser la familia que éramos, pero... - su cuerpo tembló y tuvo que esperar unos segundos hasta recomponerse - prefirió el vicio a sus propias hijas. No podía permitir que volviera a aparecer en nuestras vidas, ha arruinado la mía y no voy a dejar que arruine la de Sophie. 

Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. 

-Le prometí que firmaría esos papeles si nos dejaba en paz, si desaparecía de nuestras vida y me lo prometió, joder. 

-¿Qué hacías en ese mirador, cariño? - me levanté apoyando mi peso en una sola muleta y dirigiéndome a ella. Acaricié su mejilla y deseé poder compartir su dolor. 

-Había quedado con mi padre, firmaríamos los papeles y no nos volveríamos a ver más, quería confiar en él, pero dejé el teléfono preparado para llamarte por si las cosas se torcían. - Sus ojos se habían enrojecido de las lágrimas y los pequeños cortes de sus mejillas habían dejado de sangrar. 

Empezó a contar cómo había ocurrido todo, que su padre no estaba solo y que la había vendido. Solté la muleta dejando que cayera al suelo para refugiarla entre mis brazos. Sus sollozos inundaron el salón, su cuerpo se convulsionaba con fuerza y cada lágrima suya era como un cuchillo que se clavaba en mi interior. 

-Tranquila, cariño. Todo está bien ¿vale? 

Se apartó de mí y comenzó a andar por el salón de un lado a otro intentando mantener la respiración. 

-Emma - Carla fue detrás de ella. - Tienes que tranquilizarte, cielo. 

-¿Soy una mala persona? - preguntó de repente. 

-¿Qué? - dijo Carla sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. 

-He apartado a mi propio padre de mi vida, y de la de Sophie. ¿Y si...y si hubiera cambiado? Quizá debería haberle dado otra oportunidad, haberle dado más ayuda, o...

No dejé que terminara, avancé unos pasos hacia ella sintiendo una ligera punzada de dolor en la rodilla. 

-Emma, eres la mejor persona que hay en esta habitación - acuné sus mejillas con mis manos. - Tú no has decidido por tu padre, ha sido él quien ha escogido bando. Has dado todo de ti por tu hermana, por tu abuela, por Carla y por mí. - Dejé un beso en su frente. - Has hecho lo que deberías, cariño.

-Tengo...tengo que llamar a mi abuela para... - no me lo podía creer, a pesar de lo que acababa de pasar seguía preocupándose por los demás. - Estará preocupada y Sophie... 

-Eh, mírame, mírame - me miró fijamente tragando saliva. - Vas a subir arriba, te vas a dar una ducha, te vas a cambiar y luego llamaremos a quien tengamos que llamar ¿Vale? - me miró insegura. - Todo está bien, Emma. Puedes tranquilizarte, cariño. 

Asintió lentamente con la cabeza y salió del salón. 

-Voy con ella por si necesita algo - dijo Carla saliendo detrás de Emma. 

Me dejé caer en el sofá y cerré los ojos fuertemente, la rodilla me estaba matando. 

-Te traeré hielo, has estado demasiado tiempo de pie - Sergio volvió en apenas unos segundos con una bolsa de hielo. - Marco, todo esto es una locura. 

-Lo sé, joder, pero ¿qué podemos hacer? 

-¿Y si han cogido al padre de Emma y la llaman para testificar? ¿Y si esos papeles que ha firmado no eran lo que verdaderamente ella creía? ¿Y si...?

-Sergio, por favor, no sigas ¿vale? No ha pasado nada de eso de momento, así que no pensemos en cómo solucionar problemas que ni si quiera tenemos. 

Muy en el fondo sabía que Sergio tenía razón y que esto podría quedarse así como estaba o ir mucho más allá. Pero estaba seguro de una cosa y era que Emma había llegado a su límite. Ahora estaba en nuestras manos que volviera a ser la chica de sonrisa reluciente de la que me enamoré. 

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Muchísimas gracias por leer mi historia. Esta aventura ya va llegando al final, quedan un par de capítulos y el prólogo.

Disfrutadla muchísimo! Os leo en comentarios 💕

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora