10. Inferiority.

2.2K 93 24
                                    

Emma.

Llegué a casa de Carla sobre las siete de la tarde con la ropa del trabajo todavía puesta. El moño que me había hecho a mediodía comenzaba a aflojarse a medida que andaba por la calle y lo mechones de pelo se me pegaban a la cara. Lo mejor era que tenía media hora para ducharme y prepararme antes de irnos a cenar.

-¿Qué te ha pasado? - me preguntó Carla nada más abrir la puerta.

-Se llama trabajar en una cafetería sin aire acondicionado porque se ha estropeado esta mañana - fui directa a su habitación dónde tenía la cama cubierta de ropa.

-Anda, entra al baño y no salgas de ahí hasta que te hayas quitado todo el sudor.

-¿No me vas a dar un abrazo? - me acerqué a ella con los brazos abiertos de par en par.

-¡No! ¡Emma, acabo de salir de la ducha! - rió mientras se alejaba de mí.

Decidí irme al baño antes de que se nos echara el tiempo encima. Habíamos quedado con todos para cenar, pero esta vez sin niños y en algún sitio de Madrid. Había convencido a Sophie para que fuera con mi padre al cine sin mí. A cambio le prometí que el domingo, el día que libraba, pasaría todo el día junto a ella.

Me enjaboné bien el pelo y dejé que el agua cayera sobre mí. Sentí cómo mi cuerpo se relajaba y comencé a sentir el cansancio de las horas de pie. Menos mal que todas mis compañeras éramos más o menos de la misma edad y las horas con ellas se pasaban rápido. El problema era que estaba en medio de Madrid y hasta que llegaba allí eran 45 minutos de trayecto de ida y otros 45 de vuelta.

-¡Venga Emma! - chilló Carla desde la puerta.

Salí rápidamente de la ducha y me envolví en una toalla. Carla estaba mirando atentamente toda la ropa.

-No sé qué ponerme, va a venir Sergio y quiero impresionarle - la sonreí contenta porque todo estuviera saliendo bien con él después de varias semanas.

-Ese vestido - señalé a uno de color azul clarito - Te queda muy bien y con tus sandalias favoritas combina muy bien.

-¿Sí, verdad? - me preguntó insegura. Yo asentí y no se lo pensó dos veces.

Saqué la ropa que había traído en la mochila para ponerme luego, pero no tenía ni punto de comparación con la ropa de Carla. Me quedé callada comparando mientras Carla se cambiaba feliz, hasta que me vio.

-Borra esos pensamientos de la cabeza antes de que me enfade - me amenazó Carla. - Sabes que puedes coger todo lo que hay en esta cama.

-Y tú sabes que de ahí no me entra absolutamente nada.

Puedo que fuera un poco dura conmigo mismo pero era verdad. Carla salió de la habitación y volvió con una camisa de color blanco con escote de pico y de tirantes.

-Ponte esto con tus pantalones negros y no rechistes ¿vale? - me senté en la cama y la miré con los ojos aguados - Ey, no, eso sí que no Emma.

Se puso de rodillas y apoyó sus manos en mis rodillas.

-¿Qué te pasa, cariño? - negué con la cabeza, porque no lo sabía, o simplemente no quería aceptarlo.

-No soy como vosotros - susurré bajito mientras bajaba la mirada.

-Eres una persona, y eso es lo que cuenta.

-No puedo seguir vuestro ritmo de vida, y no me digas que no, porque es verdad - la miré a los ojos - No me puedo permitir salir con vosotros todas las veces que me gustaría Carla, y no es solo por el trabajo, es por el maldito dinero.

Carla no dijo nada, simplemente se puso de pie y me miró muy seriamente.

-Lo que te hace ser quien eres no es el dinero, ni la fama, sino tus valores y tu educación. Y sé que no lo dices simplemente por lo demás, sino por Valentina. Sí, tiene dinero y tiene fama, pero no es la mitad de buena que tú. - Se acercó a mí y me levantó la barbilla - Puede mirar por encima del hombro a quien le dé la real gana, pero tú, amiga, eres mucho mejor que ella.

Me cogió de la manos y me levantó para ponerme de pie delante de ella.

-Levanta esa cara, pon tu preciosa sonrisa y vamos a pasarlo bien. Y ya sabes que todas las veces que quedamos estás completamente invitada a todo por mí. Porque no pienso dejar que te pierdas nada por el maldito dinero. - iba a contradecirla, pero me vio venir y me puso la mano en la boca - No elegimos qué padres queremos tener, así que no es justo que te quedes fuera de esto, y si puedo hacer algo por impedirlo, lo haré.

Carla era la mejor amiga que alguien podía tener. Cariñosa, atenta y dispuesta a luchar por los derechos de la gente. Derecho era su carrera ideal, no toleraba ninguna injusticia que viera en la calle, lucharía por la gente hasta que la dieran la razón.

-Te quiero muchísimo - dije al borde de las lágrimas.

Me dio un abrazo que duró segundos porque enseguida comenzó a meterme prisa para que me vistiera lo más rápido que pudiera.

-¡Ay! Otra cosa más Emma - me dijo antes de que saliéramos de su casa - A Marco le da igual dónde vivas y de dónde seas, no hace falta mentirle.

Agaché la cabeza avergonzada.

-Si finjo pienso que toda mi realidad no es tan mala.

-Tienes una familia preciosa e intentas sobrevivir día a día, no te quites mérito contando cosas que no son. No te digo que lo vayas gritando a los cuatro vientos, simplemente si te preguntan responde la verdad.

Salimos de casa y yo aún no había contestado a la lección que me acababa de dar Carla. Por una parte, tenía razón, con mentiras no se llega a ningún sitio. Pero por otra, me sentía ajena a su grupo si no mostraba que tenía una vida fácil y sencilla.

-Me siento inferior Carla, ese es el verdadero motivo de todo, y sé que no debería, pero es difícil no hacerlo cuando de la noche a la mañana comienzas a juntarte con futbolistas de élites y sus respectivas novias que son modelos o actrices.

Entramos en su coche y arrancó.

-Has vuelto a sonreír desde que salimos con ellos, y eso es más que suficiente para que veas que el dinero no lo hace todo.

-Tengo...tengo ganas de pasármelo bien - reconocí en voz baja.

-¿Cómo has dicho? Es que no te he oído - conocía ala perfección esa broma de Carla.

-Tengo ganas de pasármelo bien - dije un poco más alto mientras me reía.

-Sus deseos son órdenes - me miró antes de poner en marcha el coche - Es hora de vivir una vida normal Emma.

-No sabes cómo lo deseo.

Me olvidé de mis inseguridades, de mis problemas y de mis responsabilidades. Quería reírme, pasarlo bien y disfrutar de la vida como cualquier chica de 22 años. Y al parecer, yo no era la única, cuando llegamos Marco estaba dispuesto a darlo todo esa noche.

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora