47. A flote.

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Marco

Me había costado demasiado convencer a Emma de que se fuera a almorzar con Carla y me dejara a cargo de Sophie. Sabía que era una momento difícil para la pequeña y quería estar constantemente a su lado, pero ella necesitaba tanto como Sophie alejarse durante un rato. 

Muchas veces estar tanto tiempo juntas puede acabar agobiando y ambas necesitaban desconectar bastante del mundo en general. Por eso decidí llevarme a Sophie a casa del pequeño Isco. Era completamente nuevo en eso de ser canguro, y me sería imposible entretenerla durante más de una hora. 

-¿Quieres a mi hermana de verdad? - me preguntó la pequeña cuando bajábamos del coche. 

-Claro que sí - me arrodillé para quedar a su altura. - ¿Por qué lo preguntas?

-Porque está muy feliz contigo, no quiero que la hagas daño. 

Morí de amor en ese instante. Aunque no lo pareciera, Sophie se daba cuenta absolutamente de todo, era una niña de 7 años que había tenido que madurar demasiado pronto y aunque pareciera que no se enteraba de nada, en realidad siempre estaba ahí. 

-Puedes estar tranquila enana, que nunca le haré daño. - Se tiró a mis brazos y yo la cogí sin pensármelo dos veces. Era la niña más cariñosa que había conocido nunca. 

-¿Y nos podemos quedar a "mimir" más veces en tu casa? No quiero volver con papá - me confesó con cara de miedo. 

-Tranquila cariño, porque os podéis quedar todo el tiempo que necesitéis. Papá no os va hacer daño. 

No estuve muy convencido de que se quedara tranquila, pero por lo menos dejó de hablar del tema. Ahora cuando llegáramos a casa de Isco lo olvidaría por completo. Y así fue, en cuanto entramos por la puerta de su casa todo fueron risas y pisadas fuertes de niños que retumbaban por todo el salón. 

Hasta ese momento no me había replanteado lo que sería tener hijos, ni si quiera estaba seguro de querer tenerlos, era una responsabilidad muy grande y a mí me quedaban muchas cosas por hacer todavía. Solo quería centrarme en el equipo, sacar lo mejor de mí y viajar. 

-¿Cómo ves esta temporada? - me preguntó Isco de repente. - Sé que solo llevamos 13 jornadas, pero para serte sincero, no veo mucho futuro.

-No me jodas Isco, con esa actitud por supuesto que no - le di una colleja para picarle. - El equipo todavía no ha entrado en sintonía, y Zidane lo sabe, simplemente tenemos que amoldarnos. El último año ha sido catastrófico y con muchos cambios, así que ahora tenemos que...

Mi móvil comenzó a sonar y el nombre de Emma se reflejó en la pantalla. Le faltaban aún 15 minutos para entrar a trabajar. 

-Hola cariño - dije nada más descolgar. 

-Hola, cielo ¿qué tal todo? - sabía que estaba preocupada por Sophie y por mucho que supiera que estaba conmigo, la preocupación no se le iba a ir así como así. 

-Todo genial, hemos venido a casa de Isco y están los dos jugando - escuché un suspiro de tranquilidad, había sido una buena idea venir aquí. - ¿Qué tal con Carla?

-Muy bien, ambas necesitábamos ponernos al día y lo hemos conseguido. - Hizo una pausa y luego continuó - ¿Te puedo pedir un favor más?

-Por supuesto, no tienes ni que pedirlo. 

-¿Puedes dar de cenar a Sophie? Salgo antes de trabajar, pero tengo que ir a ver a mi abuela. Quiero hablar con ella seriamente y ver cuándo podemos mudarnos. 

-Sabes que os podéis quedar todo el tiempo que queráis - insistí una vez más, porque las dos daban vida a la casa, se había esfumada la soledad y no quería que volviera. 

-Lo sé cariño, pero ya sabes lo que pienso del tema - sí, lo habíamos hablado mil veces en a penas 24 horas. Sophie necesitaba una estabilidad que en mi casa no iba a conseguir, además ¿con quién se quedaría los días que tengo partido y que Emma trabaje? 

-No te preocupes, lo entiendo y vete tranquila, está en buenas manos. Además, mi padre vendrá a cenar. 

-Te recompensaré por todo esto, de verdad. Tengo que entrar a trabajar, esta noche nos vemos, te quiero. 

-Yo también te quiero cariño. 

Isco se quedó mirándome varios segundos después de haber colgado. Parecía como si tuviera monos en la cara. 

-¿Pasa algo?

-No, a mí nada, pero a ti sí, y vas a contármelo ya - joder, no sabía cómo podía llegar a conocerme tanto. Eché un vistazo y vi que los niños seguían en la habitación de juegos riendo y a lo suyo. 

-Eres un afortunado porque tú sabes que me pasa algo y yo ni si quiera me había dado cuenta antes - confesé. - Quiero muchísimo a Emma, pero me siento estancado, como que nuestra relación no avanza y me frustra muchísimo. 

-Es normal, lleváis unas cuantas semanas que os pasa de todo, bueno sobretodo a ella. Primero la aparición de la abuela después de tres años, y ahora lo del padre. Así es muy difícil avanzar, pero debes sentirte orgulloso porque la relación, a pesar de todo, sigue a flote. 

Isco tenía razón, pero ¿merecía la pena que siguiera a flote si no conseguía avanzar? Debía quitarme esas dudas inmediatamente. 

-Muchas veces pienso que pasará si esto continua así. Nuestra vida no puede ser siempre una montaña rusa ¿verdad? 

-La vida son etapas que van pasando Marco, y esta es una de ellas. Pueden ser malas o buenas, y tú eres el encargado de cómo quieres vivirlas. 

Odiaba cuando Isco llevaba la razón, porque me daba rabia reconocer que otros me conocen mejor que yo mismo. Es como si no tuviera el control de mí, y a mí siempre me gustaba llevar el control. Estuvimos en su casa hasta las ocho cuando llegó Sara de trabajar. 

Su barriga cada vez se iba notando más y el pequeño Theo tendría la mejor familia del mundo. Sophie se quedó medio dormida en el coche, debía estar agotada así que fue llegar a casa, cenar y caer totalmente rendida en la cama. 

Me quedé observándola desde el pasillo, cuando dormía se parecía muchísimo más a Emma. Entendía a la perfección que Emma quisiera irse a vivir con su abuela, su hermana necesitaba el cariño de su familia, de los suyos. Perder a una madre no es fácil, pero hacerlo con 4 años mucho menos. 

Después llegó mi padre, que parecía igual de cansado que la pequeña porque se metió en la cama enseguida mientras que yo seguí esperando a Emma pensando en lo que había hablado con Isco. 

Pero cuando la puerta se abrió y entró Emma se disiparon todas las dudas. Nos sentamos en el sofá, vimos cualquier chorrada de la tela mientras nos susurrábamos mil cosas al oído. Lo guapa que estaba hoy, lo mucho que me había echado de menos, o lo mucho que la ponía cuando andaba en calzoncillos por la casa. 

Subimos a la habitación entre risas, empecé quitando su camisa, besando su cuello y desabrochando el botón de su vaquero. Ella se encargaba de excitarme con sus susurros, empujando su pelvis con la mía y metiendo su mano en mi ropa interior. 

Fuimos ligeros como una pluma, ahogando nuestros propios gemidos en besos y disfrutando de la noche. Daba igual que mañana tuviéramos que madrugar, o que ir a trabajar. La noche era nuestra y la íbamos a exprimir al máximo. 

El barco seguía a flote, comenzaba a avanzar y Emma era la capitana. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora