Marco.
Abrí los ojos cegado por la luz de la habitación, pero por la ventana los primeros rayos de sol comenzaban a aparecer. El dolor y escozor había desaparecido, solo sentía una pequeña molestia en el abdomen, pero por todo lo demás estaba perfecto. Me incorporé un poco y vi a mi padre tumbado en el sofá. Debería haberle dado un susto de muerto, pero eso no fue lo que me extrañó. En esa habitación había alguien más, sentada en el sillón, con el ceño fruncido y arropada hasta las orejas con su abrigo.
¿Qué estaba haciendo Emma ahí? No creo que la hubieran avisado por lo que me había pasado, porque no había sido para tanto. Pero sino ¿por qué estaba allí? ¿Había venido a darme una sorpresa?
Abrió los ojos y se levantó de un salto.
-Madre mía, Marco - me cogió de la mano y me miró con los ojos cristalinos. - ¿Estás bien? Dime que sí, por favor.
-¿Qué haces aquí? - dije con la voz seca y entrecortada. Mi padre se despertó al oírnos y también vino hacia mí rápidamente.
-Voy a avisar al médico - dijo Emma rápidamente mientras mi mirada se perdía detrás de ella.
-¿Cómo estás? - mi padre se puso en mi campo de visión y me obligué a responder a esa dichosa pregunta.
-Estoy bien, papá, solo han sido unas picaduras.
-Nos has dado un susto de muerte, hijo - me agarró la mano fuertemente.
-Lo siento -agaché la cabeza, pude intuir que me habían quitado ya la vía, porque tenía una pequeña venda en mi muñeca. - ¿Qué hace Emma, aquí?
-Están todos aquí, Emma, Carla, Sergio y... los primos, la tía y la abuela - abrí los ojos como platos, joder.
- No ha sido para tanto ¿no? Me refiero, que no hacía falta que llamaras a toda la familia.
Mi padre se rió.
-No es por eso hijo, te íbamos a preparar una fiesta sorpresa antes de tu cumpleaños - confesó agachando la cabeza. - Tendrías que haber llegado a casa sobre las cinco de la tarde, pero nos llamaron y nos dijeron que estabas aquí. Ahora mismo son las 6 y media de la mañana.
Suspiré, demasiado información en tan poco tiempo.
-Joder, lo siento tanto, de verdad.
-Ey, son cosas que pasan, cuando te den el alta, llegaremos a casa y pasaremos el fin de semana todos juntos, como si nada hubiera pasado - asentí con la cabeza y me quedé mirando la puerta pensando en Emma. Mi padre me leyó los pensamientos. - No ha querido separarse de ti en todo la noche, primero estabas en observación, y luego te subieron a planta. Estaba muy preocupada.
Me lo imaginé porque aún le temblaba el pulso cuando entraba por la puerta con una enfermera. Mi padre y Emma esperaron fuera mientras me tomaba la tensión, miraba si tenía fiebre y si las heridas estaban curadas.
Me recetó unos calmantes por si volvía a tener dolores y unas pautas para curarme las heridas. Firmé unos papeles y me vestí para poder volver a casa. A pesar de haber dormido tantas horas, me encontraba cansado y casi sin fuerzas.
Emma estaba en el pasillo, apoyada en la pared viendo cómo las enfermeras pasaban de un lado a otro. No había rastro de mi padre, así que supuse que había ido a por el coche. En cuanto me vio, se puso recta y avanzó hasta mí.
-¿De verdad estás bien?
Un dolor en el pecho se instaló en mi al escuchar su voz entrecortada.
-Estoy bien, cariño - pasé mis brazos por sus hombro y la atraje hacia mí. Estuvimos abrazados unos segundos, intentando tranquilizarla.
Se separó de mí, me miró con todo el cariño del mundo y dijo:
-Sorpresa - abriendo sus brazos. Me reí, era la sorpresa más bonita que podía pedir, tenerla allí, en mi tierra y con mi familia.
-Siento haberos chafado todo, de verdad.
-Lo importante es que estás bien, y ahora ya podemos disfrutarlo.
Pasó una mano por mi cintura y yo por sus hombros, y nos dirigimos hacia el coche. Miré de reojo a mi padre mientras conducía, unas pequeñas bolsas azules se asomaban bajo sus ojos, pero estaba bien, estaba tranquilo. Llegamos a casa y subimos Emma y yo mientras mi padre se quedaba cogiendo las cosas del coche.
-Hazte el sorprendido ¿vale? - me dijo en un susurro mientras me obligaba a pasar a mí primero. Asentí con la cabeza y le di un beso, sabía que todos detrás de aquella puerta estaban ilusionados y a la vez preocupados.
Abrí la puerta y vi de lejos un montón de globos pegados al pecho y en sus respectivas cuerdas una fotografía.
-¡Sorpresa! - reí intentado aguantar unas lágrimas de felicidad que amenazaron con salir al ver a mi abuela.
Me fui acercando uno a uno a saludarles, repitiendo mil veces que estaba bien y que me alegraba muchísimo de verlos.
-¿Estás bien cariño? - dijo mi abuelo acariciándome las mejillas.
-Perfectamente abuela, muchísimas gracias por venir.
De repente, bajaron las persianas y comenzó a sonar la melodía de "Cumpleaños Feliz". Emma se aproximaba hacia mí con la tarta y un montón de velas encendidas. Dejó la tarta sobre la mesa y cuando terminó la canción, soplé las velas pidiendo el mejor deseo que se podía pedir "que el año que viene no faltara nadie".
No me acuerdo de cuanto tiempo pasó, ni si quiera me di cuenta de que ya eran casi las nueve de la noche cuando mis amigos se despidieron, habíamos quedado para ir mañana a comer al puerto y hacer una visita guiada a Emma de Mallorca.
Mi abuela se fue pronto a la cama junto con mi tía y mi padre, en el salón nos quedamos los más valientes jugando a las cartas, nuestro pasatiempos favorito. Siempre lo hacíamos cuando nos juntábamos.
Pero Emma no estaba donde tenía que estar, miraba el móvil cada cinco minutos y me estaba empezando a preocupar.
-I'm very tired guys, I think I'm going to bed. Good night - Se despidió de todos y desapareció por la puerta.
Me levanté, sin decir nada a nadie y fui detrás de ella. Desde que nos habíamos visto en el hospital no habíamos podido estar solos durante un momento.
Dí varios toquecitos a la puerta que estaba entreabierta, pero nadie contestó, así que decidí entrar. Emma estaba con la espalda apoyada en el armario y respirando con dificultad.
Algo no iba bien.
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Siento muchísimo haber tardado tanto, sé que es un poco corto, pero dentro de poco tendréis otro, prometido.
Muchísimas gracias por leerme! Os leo en comentarios 💕
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?