40. Presentaciones.

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Emma.

La cena con el padre y el hermano de Marco hace dos días había sido un éxito, y ahora tocaba la mía que sabía que no iba a ser ni la mitad de bueno que con su familia. Llevaba prácticamente casi cuatro meses ocultándole a mi padre que un futbolista de élite estaba saliendo con su hija mayor y que se llevaba genial con Sophie, además sabía que mi hermana lo acabaría diciendo de un momento a otro.

-¿A qué hora llega tu novio? - me preguntó mientras terminaba de hacer la comida.

-Le he dicho que sobre las 2, así que no tardará - mi padre iba a salir de la cocina con los cubiertos y las servilletas. - ¡Papá!

Se dio la vuelta y esperó pacientemente a que salieran las palabras de mi boca.

-No quiero que te pille por sorpresa, pero mi novio es... - el timbre sonó y Sophie fue corriendo a la puerta.

-¡Ha llegado Marco! - gritó por toda la casa.

-¿Se llama Marco? - me preguntó mientras yo asentía con la cabeza.

-Y es futbolista de élite - dije susurrando mientras Marco se paraba en el pasillo con Sophie en brazos y nos miraba detenidamente.

Mi padre le miró, luego me miró a mí y otra vez a él, así repetidas veces hasta que se sentó en una de las sillas de la cocina.

-¿Tú eres el novio de mi hija? - Marco asintió y le extendió la mano para saludarle. Mi padre se la dio pero todavía siguió sin creérselo.

-Papá, di algo por favor - me acerqué hasta él.

-¿Cómo ha pasado? - sí, esa era la pregunta del millón, conocer a alguien tan famoso proviniendo de un pueblo perdido en Madrid.

-Podemos ir a la mesa, y comiendo te lo contamos ¿vale? - le dije cariñosamente.

Sophie cogió las servilletas y se fue al salón moviendo su preciosa coleta rubia.

-Emma ha hecho lasaña, como la de mamá, seguro que te encanta - le dijo a Marco que iba detrás de ella.

Mi padre se levantó y se acercó a mí.

-Emma...

-Papá, por favor, vamos a comer, a pasarlo bien y cuando se vaya me echas la bronca si es lo que quieres.

Saqué la lasaña del horno y me dirigí al salón. Empezamos a comer y a explicarle la larga historia de que Carla era la mejor amiga de Marco y que nos conocimos en una fiesta. También que voy a muchos partidos en el Bernabéu y que gracias a él mi padre está trabajando en las obras del Bernabéu.

-¿Y cómo van las obras? - preguntó Marco ilusionado e intentando sacar un tema de conversación más animado.

-Seguimos trabajando en proyectos y pidiendo material - Marco le miró raro pero no dijo nada - Todavía nos quedan unos cuantos meses para empezar las obras.

-¿Cuándo voy a poder ir yo a ver un partido? - preguntó mi hermana interrumpiendo la conversación.

-Cuando haya uno que no sea por la noche - la respondí.

-Dentro de dos semanas jugamos en casa a las doce del mediodía - dijo Marco guiñándola un ojo y ella se empezó a reír tapándose la boca, era un amor.

La conversación giró en torno a Marco. Mi padre no dejaba de preguntarle dudas sobre los entrenamientos, los días libres, los viajes... Le estaba haciendo un tercer grado, pero en el buen sentido, nada de malas contestaciones ni preguntas a pillar. Estaba yendo mejor de lo que pensaba.

Tomamos el postre, café e incluso estuvimos viendo una película con Sophie todos juntos. Me estaba pareciendo realmente surrealista toda esta solución. A eso de las ocho de la tarde Marco tuvo que irse, mañana tenía entrenamiento por la mañana y quería estar descansado para dar todo de sí y volver a ser titular un día más.

-¿Nos vemos el viernes como siempre? - me preguntó antes de montarse en su coche, le había ido a acompañar para por fin poder estar los dos un poco solos.

-Por supuesto - pasé mis manos por su cuello y me puse de puntillas para besarle. - Ha salido todo bien ¿no?

-Ha salido genial, pero... - se quedó pensativo, mirándome durante unos segundos - Me dijeron el otro día que el mes que viene iban a empezar ya las obras en el Bernabéu, no dentro de varios.

-¿Sí? Que raro, habrá hecho mal las cuentas mi padre, estaba demasiado nervioso comiendo con el mismísimo Marco Asensio.

Le volví a besar porque estaba feliz y mi cabeza ahora mismo no concebía que algo estuviera saliendo mal, porque ya era hora de que las cosas comenzaran a irnos bien.

-Tengo que irme cariño - me dijo entre beso y beso.

-Ten cuidado y cuando llegar a casa, me lo dices ¿vale? - asintió con la cabeza y rodeó el coche. - Te quiero.

-Yo a ti más - me lanzó un beso y arrancó.

Esperé a ver cómo giraba la calle y volví a casa, ahora era la hora de la verdad, de saber qué opinaba mi padre de todo esto. Entré en casa y me encontré con que estaba todo casi recogido y fregado.

-Sophie tienes que lavarte los dientes y ponerte el pijama que mañana hay cole - mi hermana dejó de jugar con las muñecas y cumplió lo que mi padre le había ordenado. Volvíamos a ser la familia que éramos antes, pero sin mamá.

Entré en la cocina y me senté con mi padre para hablar.

-Siento haberte mentido durante tanto tiempo, papá, pero estábamos pasando por una mala época y no quería sumarle más cosas - dije sincerándome.

-Cariño, lo importante es que te quiera, y sé que lo va hacer. No me hace ninguna gracia que mi niña salga con un futbolista multimillonario, porque la fama es un círculo vicioso, pero Marco es muy humilde y no tiene la fama subida a la cabeza. Así que si tú eres feliz, yo también lo soy.

Me levanté y fui directa a darle un abrazo, este es el tipo de padre que quería, el que Sophie merecía. Sabía que las cosas habían cambiado en un determinado momento, pero no sabía el por qué. Sophie apareció en la cocina para darnos un beso de buenas noches y yo la acompañé a la cama. 

-Me lo he pasado muy bien esta noche, quiero que Marco venga más veces a casa a comer - la arropé con la sábana y le di un beso en la frente. 

-A partir de ahora lo hará cariño, buenas noches. 

Justo cuando me estaba levantando de la cama el timbre sonó y pensé que sería Marco que se había olvidado cualquier cosa. Mi padre me adelantó y fui abrir mientras cerraba la puerta de la habitación de Sophie. 

-No, por favor - escuché cómo decía mi padre - Todavía es demasiado pronto, no puedes llevártela. 

El corazón comenzó a irme a mil por hora, no sabía ni con quién estaba hablando ni de quien. 

-Te lo advertí.

Esa voz, la última vez que la había oído fue hace 3 años en el funeral de mi madre. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora