7. Fiesta 2.

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Emma.

Fue la cena más larga de mi vida y yo no era capaz de apartar la vista de la mesa de los anfitriones, Valentina y su familia. Pero no me detuve concretamente en ellos, sino en Marco. Solo alguien que le hubiera estado observando los últimos diez minutos se habría dado cuenta que estaba incómodo. 

Había bebido agua varias veces en el último minuto, no dejaba de estirarse las mangas de su camisa y miraba en todas las direcciones, pero a la vez en ninguna. De pronto, giró su cabeza y nuestros ojos conectaron. Todo a nuestro alrededor seguía fluyendo, mientras que nosotros dejamos de existir. 

-¿Emma? - escuché la voz de Carla y corté el contacto visual con Marco para mirarla a ella - Te está sonando el móvil. 

Ni si quiera había notado cómo vibraba el móvil en mi bolso. Rápidamente lo saqué y vi el nombre de mi padre reflejado en la pantalla, me puse tensa al momento. 

-Seguro que no es nada - me tranquilizó Carla mientras me levantaba de la mesa para salir a la terraza del piso superior. 

Descolgué el móvil al mismo tiempo que un aire fresco me azotaba en la cara. 

-¿Pasa algo? - pregunté casi jadeando. 

-No es nada grave - solté un suspiro de alivio y me senté en uno de los bancos que tenía vistas sobre toda la ciudad de Madrid, cómo odiaba a esta gente rica. 

-Déjame adivinar - hice una lista rápida sobre cuáles eran los motivos por los que mi padre me llamaría sabiendo donde estaba - ¿No sabes poner el fuego?

Mi padre soltó una carcajada y yo con él, las bromas era lo que nos hacía seguir adelante. 

-Pero qué graciosa estás hoy. - Escuché cómo se abría la puerta de la terraza pero no presté atención - No consigo dormir a Sophie, dice que hasta que no llegues a casa no va a cerrar los ojos. 

Suspiré cansada de la misma situación. Desde lo de mi madre se niega a dormirse sin asegurarse de que estamos todos en casa sanos y salvos. No la culpaba por ello, porque eso a mí también me pasaba. 

-Dile que coja el teléfono, a ver qué puedo hacer - mi padre me hizo caso y escuché cómo se dirigía a la habitación de mi hermana. 

-¿Emma? - se me contrajo el corazón al escuchar su voz jadeante. 

-¿Qué pasa cariño?

-¿Por qué no estás en casa? - tragué antes de hablar porque no quería que mi voz temblara. 

-Estoy cenando con Carla y sus papis, volveré tarde - miré el reloj, las diez de la noche y aún nos quedaba el postre y la sobremesa, no saldría de allí hasta las doce. 

-¿Cómo de tarde? - mi hermana y sus dichosas preguntas, quería tener todo controlado. 

-No lo sé, cariño, pero estoy bien, de verdad.

-Espera - escuché cómo me colgaba dejándome con la palabra en la boca. 

A los cinco segundos mi móvil comenzó a vibrar, estaba recibiendo una videollamada de Whatsapp con el nombre de mi padre, sabía la carita que me iba a encontrar en cuanto descolgara. 

-Quieto verte - me exigió Sophie. 

-Está bien renacuaja - me puse de pie y le mostré todo mi cuerpo - ¿Lo ves? Ningún rasguño. 

Vi la cara de mi hermana y pude ver cómo una lagrimita caía por su mejilla, se me partió el corazón. 

-No llores cariño - me volví a sentar en el banco porque comenzaba a sentirme mal. 

-No...no quiero que te pase nada - ahora la lágrima estaba cayendo por mi mejilla y pude ver detrás de mi móvil a Marco. 

No me lo pensé dos veces y le hice un gesto con la mano para que se acercara y se sentara a mi lado sin que mi hermana lo viera. Ella estaba sollozando y me destrozaba verla así. 

-Sophie, cariño, necesito que dejes de llorar para que veas una cosa - me miró fijamente mientras esperaba expectante. 

Giré el móvil y en la pantalla apareció la cara de Marco. 

-¿Es Marco? - preguntó temblando. 

-Aquí estoy, señorita, a su disposición - mi hermana se tapó la boca con una de sus pequeñas manos - Pero para poder hablar contigo necesito que dejes de llorar. 

Asintió rápidamente y limpió sus mejillas hasta asegurarse de que no quedaba rastro de ninguna.

-¿No debería estar esta princesita dormida? - preguntó Marco juntándose más a mí para que entraramos los dos en pantalla. 

-Es que hasta que no esté Emma en casa no puedo dormirme - mi hermana agachó la cabeza como si se avergonzara de admitir que tenía miedo. 

-¿Y si te prometo que no voy a dejar que la pase nada malo y que la llevaré a casa? - estaba muriendo de amor con la conversación que se traían estos dos entre manos. 

-¿De verdad de la buena? - Marco se rió. 

-De verdad.

Parece que mi hermana se quedó medio convencida porque se tumbó en la cama y se arropó con sus sábanas de Frozen. 

-¿Cuándo vengas me das un beso de buenas noches? - se me escapó una lágrima que no pude contener. 

-Claro que sí, cariño, y ahora cuelga y dale el móvil a papá ¿vale?

Ella asintió con la cabeza, nos mandó un beso a ambos y colgó. Suspiré quitándome la lágrima de mi mejilla, había conseguido ganar una batalla más con mi hermana, pero todo comenzaba a hacerse muy cuesta arriba. 

-Muchas gracias Marco - le miré directamente a sus ojos brillantes que reflejaban las luces de Madrid. 

-No te preocupes. - me examinó y esta vez sí que me caló - ¿Estás bien?

-Sí, sí, es solo que no me van mucho estas fiestas. 

-Te voy a contar un secreto - bajó la voz y se acercó más a mí - A mí tampoco. 

Reí ante su comentario porque para mí no era un secreto, podía percibir a leguas que tenía tantas ganas o más que yo de irse a su casa. 

-¿Estás aquí obligado? - quise indagar más. 

-Digamos que estoy aquí por deber - pero no me dio toda la información que quería. 

En ese momento, la puerta se abrió y Carla apareció por ella, venía agitada y los dos nos levantamos de golpe. 

-¿¡Pero qué hacéis aquí!? - se acercó a nosotros y nos miró seriamente - Están repartiendo los postres, y Valentina está como loca buscándote, más te vale irte ya. 

-Espera, ¿qué ha pasado con Sergio? - preguntó Marco un tanto preocupado, y es que Carla no había tenido tiempo de avisar a Marco de lo que había pasado. 

-Marco, no es bienvenido aquí, ya lo sabes - mi amiga miró al suelo y suspiró con pesadez, siempre era la misma historia. 

-Sabes que algún día tendrás que plantar cara a tu padre.

Marco tenía razón, pero no era nada fácil ni para Carla ni para cualquiera que estuviera en su situación. 

-Pero no ahora - ambos se miraron y pude percibir la gran amistad que había entre ellos, tanto que llegué a sentir envidia. - Tienes que irte si no quieres tener una bronca con Valentina. 

-Sí, ahora mismo, pero - se detuvo y me miró - Pienso cumplir la promesa que le he hecho a tu hermana, así que luego te llevo a casa. 

-No. - negué automáticamente y me miró extrañado - Voy con Carla, vivimos cerca, no te preocupes. 

Carla me dio un codazo que yo disimulé agarrándome a su brazo. Marco se despidió de nosotras y salió corriendo hacia dentro. 

-¿Me puedes explicar cuál es esa promesa y desde cuándo vives cerca de mí? - me preguntó Carla. 

Negué con la cabeza y volvimos a la fiesta, era una historia demasiado larga. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora