55. Juicio.

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Marco

Estaban siendo unas navidades agridulces. Habíamos tenido momentos muy buenos, pero también malos como el que estábamos por vivir. Sergio y yo estábamos sentados uno en frente del otro, mirando cómo se movían las agujas del reloj que estaba encima de la puerta. Sergio no podía dejar de mover el pie, y yo no podía calmar los temblores de mis manos. 

Hacia ya más de dos horas que Emma y Carla habían pasado esa puerta y no nos habían dicho absolutamente nada. Emma se había tirado toda la noche sin dormir, a pesar de haberse tomado un tila antes de irse a la cama, no había conseguido trasmitirle la tranquilidad que necesitaba. 

-¿Cómo estaba Carla esta mañana? - pregunté para mantener al menos un tema de conversación que hiciera que el tiempo pasara más rápido. 

-No ha dormido en toda la noche, tío. No había manera. - Asentí con la cabeza, un juicio no es una cosa fácil y menos cuando te enfrentas a tu propio padre. - Que ganas de que termine todo esto, hacer nuestra vida y que Carla comience a disfrutar. 

-Deberíamos celebrarlo, ir a algún sitio los 4 cuando todo esto acabe. - Propuse sabiendo lo mucho que necesitaban desconectar. 

-Después de Navidad tienen los exámenes, así que como no aprovechemos algunos días libres de febrero, lo veo crudo. - Toda esta situación también había consumido a Sergio que ya no desprendía tanto optimismo como antes. 

-Por las fechas no te preocupes, yo me encargo de eso y del lugar. 

Sergio sonrió un poco, aceptando mi propuesta e iba a sugerir algo, pero las puertas se abrieron y nosotros nos levantamos automáticamente. Carla salió rápidamente, sin ni si quiera pararse, perdiéndose por el largo pasillo que conducía al baño. 

-¡Carla! - gritó su madre dispuesta a ir detrás de ella, pero Emma la cogió del brazo. 

-Déjela, ya ha hecho suficiente - dijo con firmeza dejándonos con la boca abierta, nunca había visto a Emma así. 

-Tú has sido la culpable de todo esto - le contestó la madre de Carla. - Tú has comido la cabeza a mi hija con eso de independizarse y no dejarse doblegar por su padre. Fue idea tuya ir a recoger las cosas de Carla aquel día, fue tu decisión y no la de mi hija, así que el culpable no es mi marido, eres tú. 

La respiración de Emma comenzó a agitarse, mi pulso se aceleró más de lo que ya estaba y Sergio no dejaba de desviar la mirada al baño dónde se había metido Carla. 

-Yo no le comido la cabeza a nadie señora, su hija es una persona libre que puede hacer lo que quiera, y que no tiene que dejarse doblegar, ni por su padre, ni por usted, ni por nadie. - Los guardias de la sala se percataron de que algo estaba pasando y pusieron toda su atención en la escena que estaba ocurriendo. - Y si esta vez ocurre algo, será su culpa y no la mía, porque he intentado hacer justicia y ha sido usted quien lo ha impedido. Luego llegarán los remordimientos. 

¿Qué cojones había pasado ahí dentro para que hubiera tanta tensión entre ambas? 

-¿Qué estás insinuando? - dijo furiosa la madre de Carla dando un paso más hacia Emma. También lo di yo y los de seguridad que pusieron una mano sobre el hombro de ella. 

-Será mejor que se calme señora. 

Ella asintió con la cabeza, pero continuó mirando a Emma con furia y...odio. 

-Que te quede bien claro, si le pasa algo a Carla, a alguno de estos chicos - me miró a mí y luego a Sergio. - O a ti, será solo por tu culpa, deja de meterte en la vida de los demás. 

Pasó por el lado de Emma dándole un pequeño empujón y se dirigió a la salida con los guardias detrás asegurándose de que no montaría ningún otro escándalo. Emma se quedó con la mirada perdida, la boca entre abierta y sus manos apoyadas en las caderas intento respirar de manera pausada. 

Pero fueron a penas unos segundos, ni si quiera me dio tiempo a ir hacia ella porque dio media vuelta y fue directa al baño donde estaba Carla. Nosotros fuimos detrás y nos importó una mierda que fuera de chicas. 

Había dos puertas, una de ella abiertas y la otra cerrada con llave. 

-Carla, cariño - dijo Emma temblando e intentando controlar su voz para que Carla saliera. Pero no dijo nada, solo podía escuchar su respiración entrecortada. 

Emma apoyó su cabeza en la puerta y cayó, sus muros temblaron, su fortaleza desapareció y dejó a la luz una imagen que no me podría borrar nunca. 

-Lo siento - susurró. - Lo siento muchísimo. - Realmente acababa de creerse todas las estúpidas palabras de la madre de Carla. - Siento todo lo que pasó aquel día, deberíamos haber sido más listas, deberíamos...

No pudo terminar de hablar, su pecho se contrajo, abrió la boca queriendo coger más aire y me lancé a por ella antes de que acabara en el suelo. Me apoyé en la pared y la abracé fuertemente haciendo de su dolor el mío, intentando borrar todo lo que había sucedido ahí dentro. 

-Shh, ya está cariño - susurré contra su pelo. 

Carla se dio cuenta de que no estaban ellas dos solas, y que si estaba yo ahí dentro, también lo estaría Sergio. Así que abrió la puerta lentamente y dejó que su reflejo apareciera en el espejo. Tenía el rímel corrido y los ojos rojos. 

-Nada ha acabado, simplemente, lo peor acaba de empezar - dijo antes de ser abrazada por Sergio. 

No sabía de qué estaba hablando, pero todo me daba un mal presentimiento. Primero la culpabilidad que sentía Emma y no creo que fuera simplemente por las palabras que le había dirigido la madre de Carla, y ahora esa dichosa frase que me había helado la piel.  

No sé cuánto tiempo estuvimos allí, en aquel dichoso baño intentando comprender qué era lo que había pasado. Sergio y yo, con tan solo una mirada supimos que lo mejor iba a ser volver a casa, así que conseguimos llegar hasta mi casa. Ni una sola palabra por el camino entre Emma y yo, no era capaz de descifrarla y tenía miedo de que se cerrara en sí misma. 

-Marco - susurró cuando quedaba poco para llegar. Apoyé mi mano sobre su pierna durante unos segundos, después la quité para cambiar de marcha y volví a apoyarla. - No me vas a dejar ¿verdad? Pase lo que pase. 

Me extrañó muchísimo su pregunta, tanto que me puse nervioso y casi se me cala el coche al entrar al garaje. 

-Ni loco, Emma. Somos un equipo, para lo bueno y para lo malo. 

Me miró e intentó sonreír, pero no llegó ni a la mitad. 

-No te vayas, nunca - me susurró mientras acariciaba mi mejilla. 

-No tenía pensado hacerlo cariño - me acerqué un poco más y la besé. 

Noté cómo una lágrima caía por su mejilla y acababa entre nuestros labios. 

Deseaba con todas mis fuerzas saber qué era lo que pasaba por su mente. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora