Marco.
La primera lágrima salió de mis ojos cuando vi a mi hermano y a mi padre entrar por la puerta de la habitación. Mi padre temblaba cuando me abrazó fuertemente y mi hermano mientras intentaba mantenerse fuerte.
-Todo saldrá bien, Marco - me aseguró mi padre. Me consideraba una persona positiva, pero en situaciones extremas me dejaba llevar por el camino fácil y en este caso era el de lamentarme.
-Iba todo a la perfección, papá, había marcado, estaba haciendo un partidazo y... - no pude acabar la frase.
Mi hermano se acercó a mí y revolvió mi pelo como hacía cuando era pequeño.
-Quédate con eso, piensa que te has caído alcanzando lo más alto y vas a volver a por todas - cogió mi cara con sus manos y me hizo mirarle fijamente. - Estamos contigo.
Asentí con la cabeza dejándome llevar por los calmantes que estaban penetrando en mi cuerpo, mi cuerpo dejaba de pesar y me hacía ladear la cabeza.
-No te duermas todavía, por favor - dijo mi hermano mientras salía de la habitación.
-Alguien más ha venido a verte - mi padre depositó un beso en mi cabeza y salió detrás de mi hermano.
Sabía quien era, pero no me esperaba que viniera acompañada por una niña de siete años a la que el sueño se estaba apoderando de ella.
-¡Marco! - gritó mientras corría hacia mi cama y alzaba las manos para llegar hasta mí. Emma la cogió y la sentó en un pequeño hueco de la cama que había al lado de mi costado. Apoyó una de sus pequeñas manos en mi pecho y me sonrió con ternura. - Te vas a poner bien, ya verás.
Acaricié su mejilla y la abracé. Emma me miraba apoyada en la pared, tenía una sonrisa triste y sabía que estaba muy preocupada por mí.
-Deberías estar durmiendo - le dije a la pequeña.
-Quería verte primero, me he asustado mucho. - Un puchero salió de sus labios y una lágrima recorrió su mejilla.
-Ey, enana, estoy bien ¿vale? En nada volveré a jugar otra vez - tanto Emma como yo sabíamos que eso no era verdad, pero no podía permitirme caer delante de ella.
Mi novia se acercó a mi cama, bajando a la pequeña y pidiéndola que la esperara fuera, que necesitaba hablar conmigo a solas. En cuanto desapareció por la puerta nos quedamos mirándonos, sin saber qué decir, ninguno de los dos tenía palabras.
Acarició mi mejilla haciendo que cerrara los ojos.
-No caigas ¿vale? Sé que el precipicio está a tus pies y es el camino más fácil, pero no el correcto. -Se acercó a mí y me besó.
-No me sueltes de la mano, por favor.
-No lo haré, voy a estar aquí siempre. - Nos fundimos en otro beso.
Quería a esa chica como si fuera mi vida y tenía claro que cuando saliera de esta la pediría matrimonio.
Mi padre entró en la habitación interrumpiendo nuestro pequeño, pero mágico momento.
-El médico ha dicho que debes descansar, mañana a primera hora tendrán los resultados. Esta noche me quedo yo y mañana Igor - informó.
-Yo mañana me quedo desde primera hora hasta por la tarde, así vosotros podéis descansar - se ofreció voluntaria Emma.
-No hace falta, puedo quedarme solo.
-No, quiero hacerlo - me miró seria, sabía que no quería que me quedara solo bajo ninguna circunstancia. - Mañana a primera hora estaré aquí, descansa cariño.
Me dio un beso de despedida y luego se dirigió para abrazar a mi padre y despedirse también de él. Era simplemente maravillosa. Mi padre se sentó en el sofá que había en la habitación y se echó una manta por encima.
-Será mejor que te duermas Marco, mañana será un día duro.
Asentí con la cabeza, me arropé con la sábana hasta el cuello y cerré los ojos pensando que tardaría en dormirme, pero los calmantes hicieron muy bien su función y me llevaron hasta los brazos de morfeo.
......
Emma estaba de pie preparando el desayuno que me acababan de traer, había echado azúcar al café y me estaba untando las tostadas.
-Puedo hacerlo yo - reclamé.
-Eres el enfermo, así que tenemos que mimarte - me acercó la bandeja y se sentó en una silla al lado de la cama. -¿Has dormido bien?
-Esos calmantes son mágicos, creo que le pediré la receta al médico antes de que me den el alta.
Emma rió y me miró con cariño, con comprensión, como si hubiera pasado por esto antes.
-¿Por qué me comprendes tanto? Eres una persona muy empática, pero esto es diferentes - admití. Entonces se mordió el labio y agachó la cabeza.
-Tuve rotura de ligamento cruzado en EEUU cuando bailaba, nunca volví hacerlo porque mi recuperación no fue la adecuada. Era mi futuro, y tuve que crearme otro, pero no voy a permitir que te pase eso a ti. Caí por aquel precipicio pensando que volvería, y no. Así que no tienes que caer Marco - se le hizo un nudo en la garganta - no te hagas eso a ti mismo porque no podría soportarlo.
Se me encogió el corazón.
-No lo haré por ti, porque voy a cumplir ese futuro que no pudiste, y lo vamos hacer juntos.
Faltaban muchos detalles en esa historia, pero me daba igual, había confesado lo que seguro que sería una de sus mayores derrotas. Acaricié su mejilla y la atraje hacia mí para besarle.
-Te quiero - confesé.
-Y yo más.
Terminamos aquel desayuno entre risas y anécdotas. Intentando olvidar lo que vendría después, el diagnóstico de cuánto tiempo estaría de baja, cómo volvería al campo si es que volvía y qué es lo que quedaría de mí después de todo esto.
A las nueve en punto el fisio del equipo y el doctor que ayer mandó hacerme las pruebas aparecieron en la habitación.
-¿Has descansado bien? - me preguntaron.
-Sí, el dolor cesó bastante y pude descansar sin ningún problema.
El docto abrió un sobre grande que traía en sus manos, supongo que sería la radiografía o la resonancia. Sacó una lámina y la puso a contraluz.
-Marco, tienes rotura de ligamento - Emma cogió mi mano - Hay que operar.
Cerré los ojos.
-Estarás entre 6 y 8 meses de baja para volver con el mismo nivel que tenías.
Era prácticamente casi un año de baja, todo lo que quedaba de temporada y seguramente la pretemporada. El precipicio del que me había hablado Emma estaba cada vez más cerca y su mano la sentía lejos, muy lejos.
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Mentiras. // Marco Asensio //
FanfictionDos personas; Una misma amistad; Un mismo destino. ¿Hasta qué punto estás dispuesto a mentir para que te quieran? Emma lo tiene muy claro, ¿y tú?