49. Sorpresa.

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Emma

Era un manojo de nervios. No podía controlarme, las manos me temblaban y el corazón me iba a mil. Había repasado el plan mil veces, sola, con Carla, con Sergio, incluso con mi abuela, pero tenía miedo, quería que todo saliera a la perfección. 

-¿Quieres una tila, cariño? - me preguntó mi abuela examinándome. La miré insegura y me senté en la cama. - ¿Ocurre algo?

-Es solo que... ¿y si no le gusta? - pronuncié en voz alta lo que tanto me había atormentado la noche anterior. Quizá no debía ir, quizá debía dejarle desconectar y que estuviera tranquilo. 

-¿Por qué dices eso? Su propio padre ha sido quien tuvo la idea. Será la mejor sorpresa pre-cumpleaños que tendrá. 

-Abuela, falta mes para su cumpleaños.

-Cariño, juntar a una familia que vive en dos países diferentes no es nada fácil y ya oíste a Gilberto "Será un cumpleaños que nunca olvidará". 

Me reí porque mi abuela imitó la voz de un hombre y no salió como ninguna de las dos esperábamos. Gilberto me había invitado a Mallorca, a mí, a su familia de Holanda, a todos sus amigos, con lo que Carla, Sergio y un par más del equipo íbamos a coger el avión aquella tarde. 

Íbamos a adelantar su cumpleaños exactamente un mes antes. Obviamente, lo celebraríamos de nuevo el 21 de enero, pero solo con aquellas personas que estuvieran a Madrid. Marco no era consciente de la que se le iba a venir encima. 

Faltaban 10 minutos para que Carla y Sergio pasaran a buscarme y pusiéramos rumbo al aeropuerto. Me dirigí a la habitación de Sophie y me la encontré sentada sobre la alfombra peinando a una de sus tantas muñecas. 

No la reconocía, la había infravalorado y pensaba que no sería capaz de convivir con mi abuela, que me odiaría por haberla obligado a vivir allí. Pero sucedió todo lo contrario, mi abuela nos había recibido con los brazos abiertos y lo único que quería Sophie era conocerla. Le habíamos cambiado de colegio y estaba muchísimo más contenta, había congeniado a la perfección con el resto de niños y había sacado sobresaliente en todos los exámenes que había hecho. 

-¿Me enseñas a hacer una trenza? - dijo mientras me tendía la muñeca. Asentí con la cabeza, me senté junto a ella y la hice lentamente mientras ella me miraba fijamente. 

-Sophie - me miró con sus grandes ojos, impaciente por lo que fuera a decirle. - Si quieres que me quede solo hace falta que me lo digas. Lo sabes ¿verdad?

Asintió con la cabeza sin comprender muy bien qué era lo que quería decirle con aquello. Se levantó, abrió el cajón de su mesilla y me dio un sobre. 

-¿Se lo puedes dar a Marco? Es un regalo - sonreí con ternura, mi hermana tenía el corazón más grande del mundo. 

-Se lo daré, cariño - cogí su mano y la atraje hacía mi abrazándola. - Te quiero muchísimo. 

-Yo también te quiero - se separó de mí. - Me gusta mucho vivir aquí, y también me gusta vivir con la abuela. 

Mi hermana me había calado a la perfección. Necesitaba escuchar esas palabras, porque muchas veces aunque las cosas sean obvias, es necesario que sean dichas para hacerlas reales. Mi móvil comenzó a vibrar, Carla y Sergio acababan de llegar. 

-Te traeré algo de Mallorca, cariño. - Le di un beso en la cabeza y salí de la habitación, aunque me persiguió hasta que me detuve en la puerta para despedirme de mi abuela. 

-Pásalo bien, cielo. - La di un abrazo y salí de casa. 

La puerta del portal estaba abierta y Carla me esperaba con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaban meses esperando esta escapada, aunque no se fueran solos, Carla necesitaba como el respirar alejarse de su madre, de la capital y disfrutar plenamente de Sergio. 

Me ayudó a subir la maleta al coche, y entramos en el coche. 

-Señoritas, abróchense los cinturones que la aventura acaba de empezar - nos dijo produciéndonos una carcajada a ambas. 

Desbloqueé el móvil y vi un mensaje de Marco. 

"Hola, preciosa. Voy a hacerte caso y desconectaré a la perfección. Nos vamos a adentrar en alta mar, así que no tendré cobertura. Te echo mucho de menos, ojalá estuvieras aquí. Te quiero". 

Sonreí, porque el plan estaba saliendo a la perfección, cuando volviera a casa después de haber pasado todo el día en el mar se encontraría con la sorpresa. No podía parar de pensar cuál sería su reacción. 

Sergio dejó el coche aparcado en el parking, cogimos las maletas y fuimos directos al control de seguridad, no necesitábamos facturar las maletas. Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a coger un avión, de hecho, la última vez fue hace tres años, cuando ocurrió todo lo de mi madre. 

-¿Estás bien? - me contestó Carla consciente de mis pensamientos. 

-Mejor que nunca - porque sabía que esta vez coger un avión no significaba nada malo, esta vez iba a dar una sorpresa a una de mis personas favoritas. Decidimos ir a tomar un café hasta que anunciaran la puerta de embarque. 

Carla y Sergio fueron a pedir mientras yo me quedaba en la mesa repasando la lista de cosas de mi móvil. No se me había olvidado nada. En ese momento, la pantalla señaló una llamada entrante, el nombre de mi suegro apareció. 

-Hola cariño - me dijo nada más contestar al teléfono. - ¿Ya estáis en el aeropuerto?  - Se había convertido en un padre para mí. 

-Sí, estamos esperando a que anuncien la puerta de embarque - miré la hora, no debería faltar mucho. - ¿Está todo controlado por allí?

-Sí, no te preocupes Emma, Igor irá a buscaros y Marco no llegará hasta las 18.00 a casa, los amigos se han encargado de entretenerle. 

-Perfecto, nuestro vuelo va sobre la hora prevista, así que llegaremos sobre las dos de la tarde. 

-Genial - escuché cómo alguien le saludaba. - Tengo que dejarte, cielo, acaban de llegar los primos de Marco. Que tengáis un buen vuelo. 

-Muchísimas gracias Gilberto, nos vemos luego. 

Nunca me hubiera imaginado que una familia pudiera recibirme así, con los brazos abiertos, de par en par y dispuestos a todo con tal de que tanto Sophie como yo estuviéramos bien. Los tres días que estuvimos viviendo con Marco y su padre fueron más felices que los últimos tres años en mi casa. A Sophie no le faltó de nada, y Gilberto se quedó varios días más para asegurarse que estábamos bien en casa de mi abuela. 

-Tengo muchísimas ganas de esta noche - dijo Carla llegando con su café y el mío. 

-Va a alucinar, no nos espera en absoluto - aseguró Sergio. 

Yo solo podía sonreír, joder, estaba feliz, ansiosa, quería ver a Marco ya y abrazarle. 

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora