26. Aventura.

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Marco.

Maldije porque la luz penetraba en la habitación. Se me había olvidado bajar las persianas la noche anterior. Me di media vuelta en la cama y vi que el otro lado estaba vacío. Me abracé a la almohada e inhalé el olor de Emma, olía a coco. Miré el reloj que marcaba las 10 de la mañana, joder, la prometí que la llevaría a su casa antes de las diez. Me levanté corriendo y me puse la misma ropa de anoche que reposaba a los pies de la cama.

Vi que la ropa de Emma seguía en el taburete del baño y bajé corriendo las escaleras, estaría en la cocina. Llegué a la puerta y me la encontré preparando el desayuno. Llevaba la ropa que la presté ayer y su melena recogida en un moño. Estaba guapísima.

-Buenos días - dije haciendo que se sobresaltara.

-Joder - se giró y se llevó una mano al corazón.

-Lo siento - me disculpé poniendo rumbo a uno de los taburetes que estaban cerca de ella.

-No te preocupes - se acercó más a mí - Buenos días - depositó un beso en mis labios y mi cuerpo tembló. Creo que nunca me acostumbraría a sus besos.

-Siento haberme dormido ¿te llevo a casa? - dije preocupado.

-No, no te preocupes. Me ha dicho mi padre que tenía todo bajo control y que Sophie seguía dormida - pasé mis brazos por su cintura y la acerqué a mí.

Pude ver su rostro mucho más de cerca, tenía unas pequeñas pecas por sus mejillas y su nariz. Podía verme reflejado en sus pupilas que brillaban y desprendían cariño. Apartó su mirada y sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo.

-Quería pedirte perdón por el pequeño numerito que monté ayer en le baño - subí mis brazos hasta sus hombros y la abracé.

-No fue nada, ahora estamos juntos en todo ¿no? - me separé de ella. - En lo bueno y en lo malo.

-En lo bueno y en lo malo - dijo asintiendo con la cabeza y dándome otro beso. - Será mejor que desayunemos porque Sophie no va a estar dormida todo el día y en cuanto se levante preguntará por mí.

Me reí ante su comentario y comenzamos a desayunar. Todavía no lograba comprender la unión tan fuerte que tenían las dos a pesar de estar su padre en casa. Aquella mañana reímos, tonteamos y nos comimos a besos como dos adolescentes primerizos.

-¿Sabes algo de Carla? - me preguntó Emma cuando estábamos terminando de hacer la cama.

-No, lleva sin conectarse desde ayer a las cuatro de la mañana. Echaron la noche larga por lo que parece - Emma se sentó en la cama y me miró fijamente.

-Marco, tenemos que hacer algo. Que su padre quiere que se case en dos semanas, joder. - dijo frustrada. - Obviamente que no tiene ningún derecho sobre Carla y que ella puede negarse, pero...

-Su padre es tan cabrón que irá a por ella hasta que no haga lo que él quiere - terminé de hablar por ella. Me senté a su lado y la cogí de la mano. - ¿Puede quedarse más tiempo en tu casa? Hasta que encontremos algo donde pueda vivir y que su padre deje de buscarla.

-Sí, por supuesto, pero su padre vendrá a buscarla, sabe perfectamente donde vivo. Creo que deberíamos hablar con ella y con Sergio para que se quede en su casa. El padre no tiene ni idea de dónde vive y muy a las malas pueden irse de vacaciones lejos de aquí hasta que pase todo. - Comenzó a hablar cada vez más rápido - Tiene más de 18, si se va por su propia voluntad la ley no puede hacer nada ni ayudar a que su padre la encuentre. El problema es que si el padre denuncia su desaparición tiene que haber testigos que afirmen que se ha ido por decisión propia, y...

-Emma - la corté. - Tranquila ¿vale? Va a salir todo bien.

Me miró pero no muy convencida. Comenzaba a darme cuenta de que se preocupaba por todo el mundo y quería solucionar los problemas de los demás.

-¿Podemos hablar con ella esta noche? - me preguntó.

-Claro, luego la llamo y se lo digo ¿a qué hora?

-Salgo de la última clase a las ocho, así que si quedamos por Madrid podré llegar en 15 o 20 minutos.

-Y si voy a buscarte, que lo voy hacer, llegarás en cinco minutos - dije antes de levantarme y darla un beso. - Venga, vamos, que al final Sophie me echará la culpa de que no pase tiempo contigo.

Cogió su chaqueta y su bolso.

-Sophie te adora, no creo que pueda echarte la culpa ni dejarte de querer.

Morí de amor al recordar a la pequeña vestida con mi equipación. Llevaba 24 horas sin verla desde ayer en el partido y ya tenía ganas de verla de nuevo. Montamos en el coche y conduje hasta su casa, ya me había aprendido el camino de memoria. Fuimos escuchando la radio y tarareando aquellas canciones que iban sonando.

Su móvil sonó y lo cogió de inmediato.

-Dime papá...Sí, estoy en camino...Joder, papá, sabes de sobra lo que desayuna Sophie todas las mañanas - se llevó una mano a su cara y suspiró para mantener la paciencia - Sus cereales favoritos están en el armario de encima del microondas...Sí, esos son, y ahora le tienes que echar dos cucharadas de Nesquik...Llego en 15 minutos, no quemes la casa - dijo antes de colgar haciéndome sacar una sonrisa por el último comentario.

-¿Todo bien? - pregunté.

-Sí, o eso creo - susurró mientras se apoyaba la cabeza en el cristal de la ventana. Preferí no hacer ninguna pregunta por el momento, poco a poco iría descubriendo más cosas de su vida como ella de la mía.

Me desvié en dirección hacia Madrid Sur y llegamos a su casa en 15 minutos exactos desde que su padre la llamó.

-¿Nos vemos esta noche? - pregunté apagando el motor del coche y quitándome el cinturón para poder acercarme a ella.

-Sí, por favor - acortó la distancia entre ambos y juntamos nuestros labios - Luego me dices a qué hora has quedad con Carla y Sergio ¿vale?

-Sí, tranquila, luego hablamos - nos dimos otro beso y salió del coche.

Esperé a que entrara en el portal y se despidiera de mí con la mano mientras me mostraba su preciosa sonrisa. Emma era un ángel caído del cielo. Sabía que con ella todo iba a ser diferente y que comenzaría a apreciar mucho más todo lo que tenía.

Nuestra aventura había comenzado.

Mentiras. // Marco Asensio //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora