Capítulo 25. Escuchar.

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—Adagio, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Balancé en avant, en arrière más alto, necesito ver esas piernas en acción ¡Arriba Mia!—los ensordecedores gritos de la instructora Cambridge resuenan en mis oídos haciéndome sentir cada vez más exhausta de lo que ya estoy.

Caigo al suelo rodando para el momento en que deseo ejecutar un fouetté de siete conteos. Me quejo en un sollozo mientras intento levantarme del suelo con la ayuda de mis compañeras que corren a socorrerme.

—Mia, no estás trabajando como se supone que debiera—me reprocha la instructora antes de tenderme una mano—Anda, levántate. Te llevaremos a la enfermería para que te atiendan ese golpe—frunzo el ceño ¿Golpe?

—¿Qué golpe?—inquiero al no darme cuenta de lo que pasa.

—El que tienes en la frente—responde Carrie llevando una mano hacia mi frente casi llegando a la sien.

Suelto un quejido para el momento en que aparto su mano y alza los brazos en alto.

—Hidalgo, puedes retirarte por ahora. Vamos a ensayar, te quiero mañana temprano aquí para que perfecciones esa coreografía hasta que ya no puedas más ¿Te ha quedado claro?—asiento repetidas veces con nervios—Bien, puedes irte.

Me giro sobre mis talones para dirigirme al vestidor y cambiarme de ropa para salir cuanto antes. Cuando me encuentro con Carter esperando a las afueras del estudio, algo curioso es que yo no le marqué mientras me cambiaba, de hecho pensaba ir con Nate aprovechando mi salida adelantada, pero se me hace muy extraño que esté aquí.

—La señora Hidalgo pidió que la pasara recogiendo temprano hoy—se excusa abriendo la puerta trasera del automóvil.

—¿Qué me asegura que eso es cierto?—el que la asistente de la instructora de su academia le llamó—abro ligeramente mis ojos con sorpresa—Le contó que se había golpeado fuertemente la cabeza y su madre me pidió venir a traerla para que repose en su casa sin problemas—arqueo una de mis cejas ¿Desde cuándo les importa tanto mi seguridad?

«Son tus padres Mia» eso lo sé, pero a ellos no les preocupa más que porque soy su carnada monetaria, ya que gracias a mí es que tienen tan buena posición social y buenas relaciones así como dinero.

—Sólo para asegurarme. ¿Se encuentra bien? ¿No le duele nada o se siente mal?—indaga ladeando la cabeza en ligera preocupación.

Niego con nada más que un movimiento en mi cabeza

—Está bien, suba y la llevaré a su casa cuanto antes—me subo al auto en silencio.

—Pensaba quedarme con él pero... con esto no creo que mis padres vayan a dejarme—Carter me mira unos segundos por el espejo retrovisor antes de ladear el labio.

—De hecho le mentí—frunzo el ceño—La instructora me llamó a mí, bueno, su asistente. me pidió que le pasara la noticia a sus padres, le dije que lo haría pero... conociéndola sé que se escapará para ir a ver a ese muchacho. Por ende la llevaré con él y cuando lo decida, la traeré de regreso para la hora en que sale siempre y le lanzaré la noticia a sus padres.

Me quedo estupefacta

—Sí sabes que mis padres podrían despedirte por esto ¿No?—Carter le resta importancia con un simple encogimiento de hombros.

—Es una forma de agradecerle por haberme conseguido los días que le pedí—me sonrojo ligeramente con sus palabras.

—Si algo sale mal, diré que te obligué a hacerlo—Carter pretende negarse mas no le permito replicar—Es lo justo.

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