Capítulo 30. Entre miradas.

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Advertencia: Este capítulo contiene una escena de sexo entre dos personas mayores de edad. Se recomienda tener más de 15 años para leer.

Me quedo en silencio observando a Cameron en la puerta de la habitación mirándome detenidamente mientras el silencio se adueña de los alrededores dejando escuchar con facilidad sólo nuestras respiraciones, las cuales se encuentran neutras a medida que pasa el tiempo y ninguno de los dos se quita la mirada de encima.

Cuando decide hablar

—Son ya tres ocasiones con la misma pesadilla Mia —departe el castaño en un ronto tono de voz que busca no despertar a Tedd ni a su hermano, en mi lugar me mantengo inexpresiva dedicándome a mirarlo en completo mutismo— No sé qué es lo que te aterra lo suficiente para siempre despertarte a mitad de la madrugada.

—Si te soy sincera, ni siquiera yo sé por qué tengo esas pesadillas —murmuro desviando por primera vez la mirada.

Con mis manos junto mis piernas contra mi pecho descansando mi mentón sobre mis rodillas mientras miro las sábanas y pienso durante unos segundos ¿Qué está pasándome? ¿Por qué de un día para otro tengo estas pesadillas tan recurrentes y aparentemente frecuentes?

Pero más importante aún

¿Por qué desde que llegué a la casa de Cameron comenzaron?

—Ven, te daré algo para que puedas dormir tranquila —la voz del castaño es suficiente para reventar la burbuja cargada de neblina que comienza a formarse sobre mi cabeza haciéndome girar a verlo.

—¿Tú por qué no has dormido Cameron? —inquiero una vez que me levanto de la cama con el mayor cuidado de no despertar a Tedd para comenzar a seguirlo fuera de la habitación.

—Bueno, no eres la única que se despierta a estas horas por malos sueños —responde sincero mientras bajamos las escaleras con cuidado de no hacer mucho ruido— He estado teniendo una especie de visiones que no sé qué puedan significar. Pero quiero pensar que son pasajes para futuros aprendizajes —frunzo el ceño algo desviada.

—¿Pasajes? —el moreno asiente entrando a la cocina seguido de mi persona.

—Guías para cuando esté listo para evolucionar —responde bajo una sonrisa— Verás que con esto te sentirás mejor y ya nada te podrá despertar lo que resta de noche.

—¿Olvidas que debo trabajar? —enarco una de mis cejas en burla al paso que, inconscientemente una sonrisa comienza a ladearse en mis labios.

Cameron centra esos ojos pardos en mí antes de sonreírme y causar en mi estómago una extraña sensación.

—No tienes nada de qué angustiarte. Te despertaré cinco minutos antes de que suene la alarma —el castaño extiende en mi dirección el vaso con un líquido espeso de color blanco— Le puse algo de almendras para que no sepa tan ácido.

Entrecierro mis ojos en desconfianza. Cameron en su lugar ríe en voz baja apoyando sus codos sobre el mostrador mientras se inclina ligeramente hacia mí y centra esos ojos felinos sobre mí, una de sus manos va hasta su cabello para apartar un rebelde mechón que se escapa de su despeinado copete mientras ladea una sonrisa.

—Anda, no tienes nada de qué desconfiar —miro por breves instantes el vaso servido frente a mí antes de regresar la vista hacia él y cuestionarme si es conveniente beberme el contenido.

—¿Qué me asegura que no intentarás aprovecharte de mí? —el muchacho ríe en voz baja con cierta diversión de mi desconfianza antes de bajar su mirada a mis labios.

—El que estoy consciente de que eres mamá. Que no soy un poco hombre, y que te quiero de verdad Mia —responde sin rastro alguno de mentira en su tono de voz y en sus ojos.

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