Meses adelante...
Las primeras señales de la primavera se asoman por las grisáceas calles de la ciudad en su mayoría húmedas, los frutos de durazno han comenzado a caer y otros han nacido en los árboles. Mientras camino por las calles, me detengo a estirar mi mano y alcanzar de una de las ramas uno de los frutos y acercarlo hasta mi nariz disfrutando de su dulce e intenso aroma.
Por el aroma, la textura, el color y su tamaño, deduzco que está en su punto perfecto para ser consumido. Guardo la fruta en mi bolso y alzo de nuevo la vista buscando otro que le sea similar, cuando lo encuentro repito el mismo proceso aspirando con deleite la esencia única de su estructura.
Sin darme cuenta, cuchicheos se han formado a mi alrededor trayéndome de golpe a la realidad.
—¿Esa no es la niña embarazada que vimos en el supermercado hace unos meses? —escucho a mis espaldas por parte de una señora que parece dirigirse hacia su amiga.
—Ahora ya no lo tiene más —escucho a unos metros después de ellas.
—Supe que lo abandonó —susurra otra mujer a casi nada de distancia de mi persona.
—Jum, de seguro lo abortó. Ya ves que ahora meten la pata y se van por la solución más fácil para seguir de golfas con quien se les antoje —cierro mis ojos con fuerza sintiendo una lágrima correr por mi mejilla.
¿Pero saben qué? No les daré el gusto
No les daré el gusto de que me vean llorar, de que sepan que me afectan sus palabras, no les pienso dar el gusto a ninguna de ellas. Guardo la fruta en mi bolso y tomo una última antes de voltear y comenzar a alejarme todavía escuchando sus cuchicheos.
—Me parece que está embarazada otra vez —susurra una mujer junto a su esposo.
—Y debe ser del chico con el que vive —prosigue una de las señoras junto a ellos.
Apresuro el paso sintiendo mis mejillas arder con las lágrimas que en este momento reprimo. No pienso llorar frente a ellos, si quieren hablar, que lo hagan, yo sé lo que pasó y no me arrepiento de mi decisión. Si ellos quieren pensar que aborté a mi propio hijo, adelante, de todas formas lo hice en mi propia mente.
Pero si quieren verme llorar, tendrán que esforzarse más.
Llego al departamento en poco tiempo para entrar sin necesidad de llamar al timbre y dejar mi mochila sobre el sillón un momento. Tomo por breves instantes asiento en uno de los sillones antes de pasar ambas manos por mi cabello y detenerlas en mi nuca mientras cierro mis ojos dejando escapar un suspiro.
Duele, duele tener que escuchar esta clase de cosas en la calle, duele tener que soportar las miradas de las personas al andar por ellas con una barriga de embarazo y más si eres una niña. Duele tener que ser señalada por los niños mientras escuchas que le preguntan a sus madres que porqué tienes una barriga tan grande.
En verdad duele
Incluso cuando ya das a luz te tienes que enfrentar a los chismes y rumores que a diario salen de ti al verte por la calle, es la tarea más agotadora y dolorosa que te puedas imaginar. Lo peor es que cuando les pides ayuda, ellos simplemente te dicen lo que todos cuando se enteran de que estás embarazada.
«Debiste cerrar las piernas»
—Regresaste temprano —abro mis ojos para acto seguido limpiar con mi mano la punta de mi nariz y secar mis lágrimas— ¿Qué pasó? —inquiere Gian una vez que termina de bajar las escaleras y llega hasta mí.
—Ha pasado tiempo ya... pero sabes que me sigue afectando —murmuro al paso que le yergo sobre mis piernas y me aclaro la garganta.
—Son rumores sin poder. Mientras tanto, no te diré que no prestes atención, porque ahora entiendo que no es fácil, pero sí buscaré la forma de que te distraigas y no pienses en ello —sonrío de labios cerrados para que segundos después el castaño me dé un abrazo.
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Broken
Ficción General[HISTORIA DESTACADA DEL MES DE JULIO EN EL PERFIL OFICIAL DE @FicciónGeneral_ES 1-1-7-19] Tras quedar embarazada y desamparada en una ciudad nueva, Mia afronta los fantasmas de su pasado mientras sale adelante por su hijo de cuatro años, con la ayud...