Capítulo 47. Amor.

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«Toca mi alma con tu inocencia. Envuelve mi corazón con tu ternura. Conviértete en aquello que yo ame más y que quiera proteger antes que a mi propia vida. Haz de mí el puente que te lleve hasta lo alto del mundo. Haz que me enorgullezca de ti, que jamás quiera dejarte ir. Tan sólo demuéstrame con tu pequeño corazón, que puedo llegar a ser algo más que alguien roto y sin sentimientos. Tan sólo demuéstrame, porqué te amo».

En cuanto entramos al departamento lo primero que hago es tomar asiento en el sillón con la pequeña vida entre mis brazos que duerme apegado al calor en mi pecho que se conectó con el suyo. Siento la mirada enternecida y a la vez curiosa y asombrada de Gian sobre mi silueta sin embargo permanece callado unos minutos admirando con una sonrisa de labios cerrados.

—Me encantaría saber qué te hizo cambiar de opinión, y ¿Teddie? —comienza mientras ríe en voz baja con burla y a la vez en confusión.

—No quiero que me reproches nada ahora Gian —respondo sin apartar la vista del rostro del bebé— Sólo quiero disculparme con él por haberlo alejado de mí.

—Está bien, no digo nada. Pero entonces sí le habías elegido un nombre, debo admitir que no me lo esperaba pero... —le interrumpo sin nada de brusquedad.

—Sólo lo soñé. No tenía intenciones de quedármelo, pero... sus ojos me hicieron darme cuenta de algo —mi vista se gira hacia el castaño que me asiente en escucha a la espera de que continúe— Que tal vez sea él el que pueda darme respuestas.

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—¿Estás segura? —asiento sin alzar a verlo— ¿Te das cuenta de que si resulta ser cierto todo lo que antes pensábamos puede dar un giro más brusco y nuevo?

—¿Sino entonces por qué me evita, Gian? —exclamo sin darme cuenta al borde de las lágrimas— Necesito encontrarlo, necesito sacarme esta duda de la cabeza, necesito que él me lo diga.

—¿Y qué crees que con ello resolverás? ¿Olvidas que viene de una de las familias más ricas de todo Nueva York? Podrían pagarse lo que fuera y pagar, lo que fuera con tal de no tener que responsabilizarse —cierro mis ojos con fuerza respirando con dificultad mientras intento convencerme de que es lo mejor— Créeme Mia, fui su amigo, lo conozco, sé que no va a hacerlo.

—Fuiste amigo de los dos, Gian —respondo una vez que abro mis ojos y le miro fijamente— ¿Y qué esperas de mí entonces? ¿Que me quede de brazos cruzada cuidando de un bebé que se supone, su padre también debiera cuidar? Quiero que al menos lo sepa, que al menos lo vea.

—Dijiste que estabas segura de ello, y ahora cuestionas las cosas conspirando en que es otra persona —responde casi en un mascullo mientras entierra las manos entre su cabello con frustración.

—¿Vas a apoyarme? —es lo único que enuncio firme y sin ánimos de querer discutirlo. Gian se gira a verme preocupado y notoriamente agotado.

—Mia... sabes que yo... —le interrumpo casi que al unísono en que suelta esas pesadas palabras.

—Dije, ¿Vas a apoyarme? Contesta —me cruzo de brazos— ¿Vas a apoyarme sí o no?

Finalmente suspira

—¿Estás segura? —murmura en lo bajo casi como un niño apañado.

—No hay otro modo Gian, si voy a quedarme con este bebé, primero quiero que tenga un padre. Y si no puede tenerlo, quiero al menos saber quién es —el castaño cierra sus ojos por breves instantes en los que parece pensarlo.

—Te apoyaré hasta donde pueda. Mientras tanto necesito que me tengas algo de paciencia, hasta que tenga el dinero suficiente, comenzaremos —cierro mis ojos exhalando aliviada.

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